sábado, 26 de febrero de 2011

Comunicación 2.0: nuevamente, la profesionalidad


Comunicación 2.0: nuevamente, la profesionalidad
Cuando el mundo Internet hizo entrada en nuestras vidas, más de uno se llevaba las manos a la cabeza afirmando que aquello era una locura y que nos estábamos dirigiendo a un camino sin salida. En el sector de la comunicación hubo voces discordantes asegurando que los medios de comunicación que, en aquellos momentos empezaban a aparecer, ni eran medios ni había que entablar contacto alguno con ellos.
AUTOR | Silvia Albert. Directora General de Silvia Albert in Company

El paso del tiempo ha dado la razón a los que, desde nuestro trabajo profesional diario como estrategas de comunicación, comprendimos que -aún reconociendo que existían pseudo medios y algún delincuente entre los aspirantes a periodistas cibernéticos- estábamos asistiendo a una evolución natural de la función comunicadora y que debíamos adherir un nuevo público a nuestras estrategias.

Las relaciones públicas, en el sentido más puro de su concepción, es la acción de relacionarse con los públicos objetivo de una organización, sean éstos cuales sean. Y las relaciones públicas son el corazón de la comunicación.

El mundo sigue su evolución y su ritmo y los profesionales de la comunicación debemos seguir esta misma evolución. Obviamente ni nosotros, ni cualquier otro profesional, podemos mantenernos al margen. Las redes sociales o el mundo 2.0 es una realidad. Existe. Está aquí. Nos puede gustar más o menos, pero está para quedarse.

Las relaciones comunicativas de las organizaciones eran, hasta ahora, unidireccionales. Nosotros emitíamos una elaborada y planificada información que llegaba a un determinado receptor. El receptor la interpreta junto con el ruido que se había ido añadiendo. Ahora, sin embargo, aparecen otros públicos entre nuestras audiencias y, ¡ojo!, no es un público que únicamente escuche; es un público que escucha y responde, que dialoga.

¿Qué pasa entonces? Como hace algunos años, podemos ignorar esta realidad o, por el contrario, como es lógico, incorporarla a nuestras funciones. Al igual que la aparición de los medios online supuso la introducción en nuestra estrategia comunicativa ya existente de otros parámetros de actuación (inmediatez, urgencia, mensajes ajustados al medio, etc.) adaptados a ese nuevo público, la realidad de las redes sociales y del 2.0 nos ¿obliga? a ampliar esa misma estrategia aportando esta vez nuevas reglas de juego. 

La adaptación tiene que tener una base sólida. Estamos asistiendo a una especie de histeria de "tengo que estar de la forma que sea" pero consideramos que, como en todo, la coherencia y la prudencia son fundamentales sino imprescindibles. 

Aunque suene extraño, lo primero es contar con una estrategia de comunicación. Todavía existen empresas que carecen de ella. Sobre la estrategia existente contemplaremos un nuevo público objetivo al que hay que dirigirse de una forma específica y, para ello, hay que estar dispuesto a innovar, invertir y, por qué no, equivocarse. Ampliemos, pues, nuestra estrategia para dar cabida al nuevo público y sus condicionantes.

Como todo en la vida, no se puede hacer bien las cosas sin profesionales especializados. Esto no es una broma. Está en juego la reputación de nuestras organizaciones. Hay que apostar por personas formadas. Y, lo más importante: no tener prisa.

Los que se asoman al mundo 2.0 tienen dos obsesiones. Una, controlar la conversación ¡Error! Dos, resultados inmediatos ¡Error! La estrategia de comunicación digital debe ser coherente con la estrategia general y si esta tiene sus ritmos, la otra, también. Las organizaciones no están acostumbradas a escuchar y menos a ser criticadas. Estas son las nuevas reglas del juego: escuchar y dialogar. Sólo con transparencia y coherencia es posible llevar a buen puerto una estrategia comunicativa, pero tanto en el mundo off line como en el on line. Seamos sensatos.

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