El visionario español que sugirió explotar la energía del sol, del viento y de las mareas en el siglo XIX
Imprenta propulsada por energía solar de 1882.
José de Echegaray es probablemente más conocido hoy por dar nombre a una calle en plena zona cero de la marcha de Madrid que por ser el primer español en recibir un Premio Nobel (el de literatura, en 1904). Pero además de escritor, Echegaray también fue un notable científico, miembro de la Real Academia de Ciencias y considerado como el más grande matemático español del siglo XIX.
Echegaray también fue un visionario que vislumbró las inmensas posibilidades de las energías solar, eólica y de las mareas, fuentes energéticas prácticamente ignoradas en su época, en pleno auge del carbón como propulsor de la revolución industrial. Según escribió en su ensayo “Las máquinas solares”,
“¿Se utiliza la fuerza del sol que desciende hoy sobre las llanuras de la Mancha; se utiliza hoy la fuerza del sol que cae sobre el desierto africano? No se utiliza, y sin embargo, es fuerza utilizable”.
El científico propone fabricar unas “cajas transparentes rellenas de otras cajas metálicas pintadas de negro”, de modo que la luz del sol atraviese la primera y en la segunda quede guardado “el calor oscuro”. Ese calor serviría para calentar aire o agua y así crear una máquina de vapor sin necesidad de utilizar carbón.
La estampa de Echegaray, en los billetes de 1.000 pesetas.
Echegaray propone llenar La Mancha de estas cajas negras, auténticas precursoras de las placas solares y “atrapar un sol fresco y palpitante”, frente al “sol fiambre” oculto en las galerías de las minas inglesas. En un discurso dictado en el Ateneo de Madrid en 1880 y que recoge las ideas de “Las máquinas solares”,
“Y como es evidente que todas las superficies en que hoy cae la luz del sol, pueden convertirse en superficies productoras de fuerza motriz, decidme todavía, señores, si no es inmensa la riqueza que representan las llanuras de nuestra Mancha con la explotación del sol de hoy, explotación que no tienen ni pueden tener los ingleses. Los ingleses explotan el sol de hace muchos años, porque explotan el carbón de sus minas, que es el producto del sol anti-diluviano, digámoslo así, y nosotros explotaríamos el sol que hoy se derrame sobre nuestra España, sobre la superficie de nuestra patria. Sus minas, las de los ingleses, son subterráneas, son lóbregas, son oscuras; nuestras minas serian la bóveda azul del espacio: los ingleses tendrían, digámoslo así, un sol fiambre [Grandes risas],un sol viejo, y nosotros tendríamos un sol fresco y palpitante”.
En cuanto a la energía mareomotriz, Echegaray considera que es una “fuente inagotable” de energía que “con el tiempo podrá utilizarse”. Volviendo a su discurso en el Ateneo de Madrid,
“[El hombre] ha utilizado también el combustible: primero, el que encontraba en los bosques, y después el de otros antiguos bosques sepultados en las entrañas de la tierra; pero quedan todavía (…) inmensas energías potenciales por explotar. Pues qué, las olas del mar, ¿no representan una fuerza colosal? Las grandes olas de la marea, ¿no representan una inagotable energía? El sol y la luna levantan periódicamente las aguas del Océano, y luego esas aguas descienden y buscan su nivel: pues este movimiento no es más que una gran energía potencial que con el tiempo podrá utilizarse”.
La teoría física de Echegaray no está exenta de errores, basados en concepciones propios de la época. Así, garantiza la existencia del éter, “esas olas que marchan entre unos y otros astros”, utilizando el florido lenguaje científico de la época. Echegaray tampoco es ajeno del fatalismo científico español, tan notable entonces como hoy. Después de lanzar su loa al sol de España, concluye que poco se hará en este terreno, porque
“Nosotros en España, o no hacemos las cosas (y generalmente no las hacemos), o cuando las hacemos, las hacemos de una manera espléndida y generosa”.
Ya lo decía Julio Verne en “De la Tierra a la Luna”: “La ciencia en aquel país [España] no está muy considerada”.
Las frases de José de Echegaray están extraídas del discurso “Aplicación de las fuerzas naturales a la industria y al comercio”, que pueden leer en la página web del Ateneo de Madrid. Me puso sobre la pista otro ilustre sucesor de Echegaray, Fernando Briones, en la conferencia“Ciencia, ficción, nanotecnología y realidad energética”, en la Real Academia de Ciencias Exactas.
Imagen de Soliclima.
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