El Rescate
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Esta sección está destinada al rescate de documentos históricos trascendentes tanto para la investigación histórica como para el estímulo de la reflexión presente. El material seleccionado –cartas, artículos, entrevistas– se encuentra en sintonía con algunas de las más destacadas efemérides del mes.
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Homero Manzi y la influencia de lo popular en América
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Al debatir la Cámara de Diputados, en mayo de 1951, la posibilidad de homenajear al poeta Homero Manzi, recientemente fallecido, el diputado peronista John William Cooke alegó: “Muchas veces esta Cámara rinde respetuoso homenaje a los espíritus menores, soldados que batallan impávidos la campaña de la vida, sin esperar otra recompensa ni otra paga que la justa. Homero Manzi, el poeta recientemente fallecido, fue uno de esos hombres. Su pasión del pueblo lo volvió sin cesar a su fuente, y en ella enraizó su arte con la cálida verdad que exprimía del mundo palpitante que lo rodeaba”. Homero Nicolás Manzione –tal su verdadero nombre- había nacido el 1º de noviembre de 1907 en la localidad santiagueña de Añatuya. Quinto entre ocho hermanos, hijos de un modesto empresario rural, Manzi se mudó con su madre a Buenos Aires cuando tenía nueve años. Pompeya fue el mundo de su infancia, que le inspiró el amor por lo barrial. De joven, comenzó a escribir poemas y escenas teatrales y, muy pronto, sus primeros tangos.
Entonces, ya había ingresado al mundo de la política en un comité radical. El golpe de 1930 lo encontró como profesor de literatura de colegios nacionales y defendiendo la causa yrigoyenista. Tras una breve estadía en la cárcel, Manzi volvió al barrio y desató entonces su pasión por el tango. Habitué de cafés y milongas, entabló relaciones con Enrique Santos Discépolo, Leónidas Barletta, Nicolás Olivari, Roberto Arlt, Aníbal Troilo, Lucio Demare, Cátulo Castillo y Sebastián Piana, entre muchos otros, con quienes compartió largas charlas o para quienes escribió numerosas letras. No tardó en convertirse en uno de los poetas, letristas y rimadores más reconocidos del país, inmortalizando tangos como “Sur”, “Malena”, “Che, bandoneón” y “Milonga sentimental”, entre otros. Compositor de tangos, valses, candombes y milongas, no fue la música el único ámbito de indagación de los sentimientos nacionales. Manzi también fue periodista y director de cine, destacándose su adaptación de la novela de Leopoldo Lugones La guerra gaucha.
Pero a la par que plasmaba en el tango la poesía a la clase humilde, Manzi prosiguió su militancia política. Partidario del abstencionismo y la insurrección, en su combate contra el régimen de la década infame, su casa se convirtió en una especie de comité clandestino, que llegó a albergar pólvora para la fabricación de bombas caseras, hasta que accidentalmente estalló en pedazos el baño. Fundador de FORJA, a mediados de los ’30, junto a Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz, se alejó de la política años más tarde y se mantuvo distante y hasta opositor al peronismo emergente. Sin embargo, hacia 1947, ya miraba con otros ojos al presidente Juan Perón y, a finales de aquel año, en un mensaje radial, lo equiparó a su fallecido líder, Hipólito Yrigoyen, como forjador de la causa nacional. Pero entonces enfermó de cáncer. Falleció tiempo después, a los 43 años, el 3 de mayo de 1951. Para recordarlo, ofrecemos las palabras en prosa poética que publicara el 6 de mayo de 1948 en el periódico Línea, del cual fuera director honorífico, cuando los fuertes dolores ya habían comenzado a atacarlo.
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Fuente: Luis C. Alen Lescano, Homero Manzi, poesía y política, Buenos Aires, Nativa, 1974. |
Documento
Alguna vez, alguien que sea dueño de fuerzas geniales tendrá que realizar el ensayo de la influencia de lo popular en el destino de nuestra América para, recién entonces, poder tener nosotros la noción admirativa de lo que somos.
Esta pobre América, que tenía su cultura y que estaba realizando tal vez en dorado fracaso su propia historia y a la que de pronto, iluminados almirantes, reyes ecuménicos, sabios cardenales, duros guerreros y empecinados catequistas ordenaron: “¡Cambia tu piel! ¡Viste esa ropa! ¡Ama a este Dios! ¡Danza esta música! ¡Vive esta historia!”
Nuestra pobre América, que comenzó a correr en una pista desconocida, detrás de metas ajenas y cargando quince siglos de desventajas. Nuestra pobre América, que comenzó a tallar el cuerpo de Cristo cuando ya miles y miles de manos afiebradas por el arte y por la fe, habían perfeccionado la tarea en experiencias luminosas. Nuestra pobre América, que comenzó a rezar cuando ya eran prehistoria los viejos testamentos y cuando los evangelios habían escrito su mensaje; cuando Homero había enhebrado su largo rosario de versos, y cuando el Dante había cumplido su divino viaje.
Nuestra pobre América, que comenzó su nueva industria cuando los toneles de Europa estaban traspasados de olorosos y antiguos alcoholes; cuando los telares estaban consagrados por las tramas sutiles y asombrosas; cuando la orfebrería podía enorgullecer su pasado con nombres de excepción; cuando verdaderos magos, seleccionando maderas, concavidades y barnices, sabían armar instrumentos de maravillosa sonoridad; cuando la historia estaba llena de guerreros, el alma llena de místicos, el pensamiento lleno de filósofos, la belleza llena de artistas, y la ciencia llena de sabios. Nuestra pobre América a la que parecía no corresponderle otro destino que el de la imitación irredenta.
Todo estaba bien hecho. Todo estaba insuperablemente terminado.
¿Para qué nuestra música? ¿Para qué nuestros Dioses? ¿Para qué nuestras telas? ¿Para qué nuestra ciencia? ¿Para qué nuestro vino?
Todo lo que cruzaba el mar era mejor y, cuando no teníamos salvación, apareció lo popular para salvarnos.
Instituto de pueblo. Creación de pueblo. Tenacidad de pueblo.
Lo popular no comparó lo malo con lo bueno. Hacía lo malo y cuando lo hacía, creaba el gusto necesario para no rechazar su propia factura y, ciegamente, inconscientemente, estoicamente, prestó su aceptación a lo que surgía de sí mismo y su repudio heroico a lo que venía desde lejos.
Mientras tanto, lo antipopular, es decir, lo oculto, es decir lo perfecto rechazando todo lo propio y aceptando todo lo ajeno, trataba esa esperanza de ser, que es el destino triunfador de América.
Por eso yo, ante ese drama de ser hombre del mundo, de ser hombre de América, de ser hombre argentino, me he impuesto la tarea de amar todo lo que nace del pueblo, todo lo que llega al pueblo, todo lo que escucha el pueblo.
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Cuando Sarmiento puso a mil pesos la cabeza de José Hernández
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“Si nuestros gauchos, si los que vagan hoy sin ocupación y sin trabajo obtienen, además del salario correspondiente, un pedazo de tierra para improvisar en él su habitación y los instrumentos necesarios, se le liga más y más a la defensa de la línea fronteriza, porque ya no serían sólo los intereses extraños los que ampararía sino sus propios intereses. (…) Por medio de la subdivisión de la tierra se atrae una población, cuyo espíritu emprendedor se excita en una lucha proficua y estimulante.”
José Hernández, quien esto decía, mostró a lo largo de su vida una especial preocupación por los sectores menos favorecidos de la sociedad. Ya fuera como poeta, como periodista o volcándose de lleno a la arena política y militar, el autor del Martín Fierro consagró su vida a mejorar la situación de los gauchos y a la defensa de las ideas federales.
Así fue como, tras el asesinato de Urquiza, José Hernández se unió a las filas del entrerriano Ricardo López Jordán, profundizando todavía más la enemistad con Domingo F. Sarmiento, quien pronto elevaría un proyecto de ley poniendo precio a las cabezas de los sublevados, entre ellas, la de Hernández, que fue valuada en mil pesos fuertes.
En su homenaje, el 10 de noviembre, día de su nacimiento, se celebra en la Argentina el día de la tradición. Para recordarlo, reproducimos un artículo aparecido en La Opinión Cultural en 1972 sobre el momento en que el autor de Martín Fierro se sumó a las huestes del caudillo entrerriano y Sarmiento puso precio a su cabeza.
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Autor: Diario La Opinión Cultural, domingo 6 de febrero de 1972. |
Se conoce al poeta José Hernández. Casi nada del político intenso y militante. Luis Alberto Rodríguez, un porteño de 33 años, ha reunido pacientemente los antecedentes históricos de la acción pública del autor del Martín Fierro en favor de las autonomías provinciales, en defensa de los humildes del interior y contra la oligarquía del puerto. Resultado de ese trabajo –que se aleja tanto de la historiografía liberal como del revisionismo, en procura de una visión totalizadora del pasado argentino- es el libroVida política federal de José Hernández, que esta semana distribuyen en Buenos Aires la editorial El coloquio y del cual se anticipan fragmentos a continuación.
Sarmiento, luego del abrazo con Urquiza, y creyendo que contaría de ahí en más con el prestigio y las lanzas del caudillo entrerriano para fortalecer el poder central, inicia una ofensiva desde la prensa porteña contra la oposición mitrista. Pero Justo José de Urquiza ya no era respaldo; su entrega a la burguesía comercial de la ciudad puerto era harto evidente. El 11 de abril de 1870 las ilusiones del sanjuanino estallaban en el aire ante la conmoción de esta noticia: el caudillo entrerriano había sido muerto de un trabucazo en su palacio de San José. El ex gobernador de Córdoba, Simón Luengo, y un grupo de federales exaltados por su traición a la causa, son los que lo ultiman. El defensor del Chacho, el hombre que había anticipado este desenlace, José Hernández, dirá: “Tenga el Gobierno toda aquella sobriedad con que deben ser adornados todos los actos de esa elevada magistratura, y dando a la política una base amplia y generosa, salve a las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes del incendio que las amenaza... El país pasa por un momento de crisis...La política estrecha será la ruina de todos”.
Ante los críticos acontecimientos la Legislatura entrerriana nombra gobernador al general Ricardo López Jordán, hijo del hermanastro del caudillo Francisco Ramírez. El nuevo magistrado, de cuarenta y seis años, era un veterano de las lides guerreras: Arroyo Grande, Caseros, Cepeda y Pavón, atestiguaban su coraje y pericia. Diputado de su provincia, presidente de la Legislatura, todo menos gobernador del recelo de don Justo a su federalismo consecuente. En la proclama que dirigió a los entrerrianos afirmó que había hecho la revolución en la que desgraciadamente había muerto Urquiza, bajo las banderas de la libertad, el federalismo y la autonomía provincial. La mayoría del pueblo, que el sacrificio de San José no conmovió, respaldará desde el primer momento a López Jordán.
Sarmiento, presa de cólera y de los consejos de Mitre, interviene a Entre Ríos el 14 de abril: “El Gobierno Nacional estará entre vosotros con todo su poder, para evitar que el mal se agrave...No deis oídos a sugestiones de ambiciosos oscuros e ignorantes; para quienes el odio es un principio, el crimen un medio”.
Este documento, que no apreció publicado ni en La Tribuna, ni en El Nacional, será transcripto días más tarde por el diario de Mitre. Hernández lo comentará: “Nada de las bases constitucionales de la intervención. Nada de requisición para intervenir... La paz Faustina ha sido derrotada...Entre Ríos resistirá la intervención desesperadamente: y para asegurar el triunfo completo de las armas nacionales, debe hacerse allí un nuevo pequeño Paraguay...El poder de López Jordán, por inseguro y débil que quiera suponérsele hoy, va a ser inmediatamente robustecido a la sola presencia de las tropas nacional en Entre Ríos”.
Aunque resistido y mirado con desconfianza por la oligarquía porteña, Sarmiento llega a un acuerdo con ella frente a la cuestión de Entre Ríos; nombra al general Emilio Mitre jefe del Ejército de Observaciones, “que vigilará las costas del Uruguay”. Detrás de esta miserable fachada se pretendía ocultar el verdadero fin de la invasión militar a la provincia.
Desde las columnas de El Río de la Plata, Hernández alertará bajo una nueva faz sobre los peligros de la política iniciada: “Nos hemos pronunciado abiertamente contra el asesinato del general Urquiza, porque aparte del hecho mismo, no creemos que sobre la sangre pueda cimentarse jamás nada sólido ni duradero... Pero estamos también en contra de la intervención armada... Se cae en el error profundo de considerar el movimiento revolucionario de Entre Ríos, como un propósito de reacción contra el orden existente en la República, y se le coloca al Gobierno Nacional frente de uno de ellos para sofocar supuestas tentativas del otro... Para nosotros no se trata de una lucha interior, de partidos, sino de la desmembración o integración de la República. Y porque, desde que Entre Ríos no ha requerido la intervención del Gobierno Nacional, al verse amenazado y envuelto en una guerra desastrosa, no será extraño que en sus mismas plazas públicas firme el acta de su independencia... La muerte del general Urquiza, la segregación de esas provincias o su destrucción por la guerra, coloca al Brasil en posesión quieta, segura y perdurable de la asolada República Paraguaya, y si él no ha sido instigador... ¿habrá quién no reconozca que él va a cosechar espléndidos resultados de esos hechos?”
Sarmiento ya se había borrado como suscriptor de El Río de la Plata. La oposición nacional de los porteños como Hernández era cada vez menos tolerada por la oligarquía lanzada nuevamente a un baño de sangre. Los opositores de este tipo comenzaban a ser vigilados, especialmente los sospechosos o sindicados como amigos de los jordanistas. Nuestro hombre, de treinta y seis años de edad y con dieciocho de actuación pública, decide cerrar su diario, que había alcanzado 207 publicaciones.
Miliciano jordanista Fracasadas las gestiones de conciliación iniciadas por los jordanistas, la Legislatura entrerriana rechaza la arbitraria intervención, autorizando al gobernador López Jordán a repelerla con la fuerza provincial. Convocado el pueblo, 14 mil hombres se reunieron prontamente para enfrentar a los 16 mil de las fuerzas interventoras.
Gran parte de los recursos del gobierno central son destinados a financiar el aplastamiento de Entre Ríos. Mientras tanto, desde el interior del país, llegaban partes dando cuenta de la sublevación de batallones en solidaridad con la causa jordanista. Pero Buenos Aires estaba preparada. Ya la tacuara montonera debía enfrentarse a los remingstons adquiridos en el extranjero. Por gestión del general Gainza – “Don Ganza”, como lo llamara Martín Fierro – todo el ejército nacional es provisto del moderno armamento. Este hecho, inserto en el contexto histórico de la época, marcará la declinación final del paisanaje montonero. Las cargas triunfales de la caballería gaucha se volverán eco en la historia.
Sauce, Concepción del Uruguay, Santa Rosa, Don Cristóbal, fueron campos de combate y de muerte. López Jordán “tenía conquistada la libertad de ir a donde quisiera, en una guerra de cansancio, lo que no impedía que la prensa porteña, aleccionada cuando el gobierno nacional no ganaba un combate, la sacara “empardada”, siendo el caso que en Sauce, Santa Rosa, y Don Cristóbal los ejércitos nacionales quedaron estáticos, petrificados, inmovilizados sin caballadas, formando cuadros irreductibles cañones Krupp, recientemente introducidos al país” (Aníbal S., Vázquez, José Hernández en los entreveros jordanistas). En esta lucha, como miliciano, se enrolará el más grande escritor de nuestra historia: José Hernández.
La primera referencia que se hace de él es una carta anónima, sin lugar de procedencia y sin destinatario, que lleva fecha 21 de agosto de 1870. En ella se lee: “José Hernández desde Buenos Aires es el que avisa que han salido 2 o 3 individuos de allí para su campamento pagado por Mitre y Sarmiento, lo que hace suponer que sean extranjeros: pero de todos modos, no se descuide en sus salidas y con los nuevos que le lleguen”.
Hernández tiene que haber avisado lo anterior varios días antes, pues esa fecha se encontraba en Rosario, donde inmediatamente después de su llegada le fueron ofrecidos las páginas del diario La Capital por su amigo Ovidio Lagos. Ofrecimiento que será rechazado por defender ese periódico la causa contraria a los jordanistas.
Luego del combate de Santa Rosa, arribó al campamento de López Jordán el joven Benigno Monteavaro, que había estado preso en Buenos Aires, con el objeto de alistarse en sus filas. Este era portador de una carta de Hernández al general, fechada el 7 de octubre en Buenos Aires.
Entre otras consideraciones le decía: “En la lucha en que usted se halla comprometido no hay sino una sola salida, un solo término, una disyuntiva forzosa: o la derrota, o un cambio general de situación en la República. Cualquier opinión contraria a esto será un error político grave, que lo detendrá a usted en su marcha, para perderlo al fin. Urquiza era el gobernador tirano de Entre Ríos, pero era más que todo el jefe traidor del Gran Partido Federal, y su muerte, mil veces merecida, es una justicia tremenda y ejemplar del partido otras tantas veces sacrificado y vendido por él. La reacción del partido debía, por lo tanto iniciarse por un acto de moral política, como era el justo castigo del jefe traidor. Opino, pues, que para no empequeñecer su movimiento debe usted tomar esa reacción como punto de mira política. Hace diez años que usted es la esperanza de los pueblos, y hoy, postrados, abatidos, engrillados, miran en usted un salvador… El actual gobierno nacional es arbitrario, despótico y timorato, porque no se apoya en la opinión de los pueblos, sino en las bayonetas de sus reducidos batallones. ¡Quiebre usted el prestigio de esa arma, por medio de una sorpresa acertada, o de una operación atrevida y enérgica, y habrá dado en tierra con todo el poder de los enemigos!” (Vázquez,José Hernández en los entreveros jordanistas, págs. 26-28).
Al mes siguiente el remitente de estas líneas está participando en los entreveros jordanistas. De ahí en más correrá la suerte del caudillo, conviviendo nuevamente, en carpas y fogones, con los hombres de su partido.
El 26 de enero de 1871 en laguna Ñaembé, Corrientes, tras una cruenta batalla, -en la que el paisanaje federal no pudo superar la efectividad de la artillería de Viejobueno y del 7 de línea al mando de Roca-, las fuerzas de Buenos Aires lograron un triunfo completo: las fuerzas jordanistas se dispersaron deshechas . “Junto a López Jordán estuvieron ese día Francisco F. Fernández, Pedro C. Reina, Evaristo López, José V. Díaz, Anastasio Cardáis, el “tigre” Villanueva, Pedro Ezeiza y José Hernández.” (Fermín Chávez, José Hernández- Periodista, político y poeta).
Cabalgando en fuga, con la derrota a su espalda, pasarán el río Uruguay por el Rincón de Santa Eloísa, buscando la frontera salvadora.
López Jordán, Hernández, y un puñado de hombres hallarán refugio en Santa Ana do Libramento, en Brasil. En el exilio político se gestará Martín Fierro. [leer más]
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San Martín sobre la Vuelta de Obligado
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El 20 de noviembre de 1845, siendo el general Juan Manuel de Rosas responsable de las Relaciones Exteriores del territorio nacional, tuvo lugar el enfrentamiento con fuerzas anglofrancesas conocido como la Vuelta de Obligado, cerca de San Pedro. Desde hacía varios años, los conflictos diplomáticos con Francia e Inglaterra y Buenos Aires estaban a la orden del día. El primer gran conflicto contra Francia ocurrió en 1838, cuando una escuadra francesa llegó a bloquear el puerto de Buenos Aires y todo el litoral del Río de la Plata y, en octubre de ese año, ocupó la Isla Martín García. Todos estos enfrentamientos –a los que se sumaba la guerra de Buenos Aires contra Montevideo y Corrientes- estaban teñidos por la guerra civil entre unitarios y rosistas. En octubre de 1840, las negociaciones llegaban a buen puerto con la firma de una convención entre la nación europea y el gobierno de Rosas, pero se mantenía la guerra con el Uruguay de Fructuoso Rivera.
Pero no tardará Rosas en recibir un ultimátum para que pusiera fin a la guerra con Uruguay y permitiera la libre navegación de los ríos. Ante la negativa, comenzó el bloqueo anglo-francés. Era noviembre de 1845 y las fuerzas enemigas se disponían a remontar el río Paraná. Rosas dispuso que se cortara el paso a las naves extranjeras y, dando cumplimiento a la orden, el 20 de aquel mes, Lucio N. Mansilla preparó el escenario.
La batalla tuvo lugar en la Vuelta de Obligado del Río Paraná. Al intentar avanzar varios buques de guerra y mercantes europeos, las fuerzas argentinas, que habían tendido gruesas cadenas a lo ancho del río, procedieron al ataque.
Aunque las bajas de las tropas nacionales fueron diez veces mayores y los agresores lograron avanzar, fue vano su intento de vender las mercaderías y recibieron nuevos embestidas río arriba. El saldo final fue frustrante para los europeos. Los tratados de paz recién se alcanzarían en 1849 y 1850.
Aquella jornada, que desde entonces se recuerda como un acto de defensa de la integridad territorial, fue declarada por Ley 20.770 de septiembre de 1974 Día de la Soberanía Nacional.
La recordamos con dos cartas escritas por José de San Martín muy poco tiempo después de iniciarse el conflicto; en la primera, respondiendo a una consulta de Federico Dickson, cónsul general de la Confederación Argentina en Londres, intenta desalentar la continuación de hostilidades por parte de Gran Bretaña y Francia; en la segunda, escrita pocos días más tarde, se dirige a Rosas calificando la intervención de “injustísima agresión y abuso de la fuerza de la Inglaterra y Francia” y manifiesta su apoyo al gobernador de Buenos Aires, lamentando ya no poder ofrecer sus servicios por su deteriorado estado de salud.
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Fuente: Julio Irazusta, Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia, Tomo V, La intriga internacional contra la Argentina 1843-1846, Buenos Aires, Jorge Llopis, 1975, pág. 261-292 |
Sr. D. Federico Dickson, cónsul general de la Confederación Argentina en Londres.
Nápoles, 28 de diciembre de 1845.
Señor de todo mi aprecio:
Por conducto del caballero Yackson se me ha hecho saber los deseos de usted relativos a conocer mi opinión sobre la actual intervención de la Inglaterra y Francia en la República Argentina; no sólo me presto gustoso a satisfacerlo, sino que lo haré con la franqueza de mi carácter y la más absoluta imparcialidad; sintiendo sólo el que el mal estado de mi salud no me permita hacerlo con la extensión que requiere este interesante asunto.
No creo oportuno entrar a investigar la justicia o injusticia de la citada intervención, como tampoco los perjuicios que de ella resultarán a los súbditos de ambas naciones con la paralización de las relaciones comerciales, igualmente que de la alarma y desconfianza que naturalmente habrá producido en los Estados sudamericanos la ingerencia de dos naciones europeas en sus contiendas interiores, y sólo me ceñiré á demostrar si las dos naciones intervinientes conseguirán por los medios coactivos que hasta la presente han empleado el objeto que se han propuesto, es decir, la pacificación de las dos riberas del Río de la Plata. Según mi íntima convicción, desde ahora diré á usted no lo conseguirán; por el contrario, la marcha seguida hasta el día no hará otra cosa que prolongar por un tiempo indefinido los males que se tratan de evitar y sin que haya previsión humana capaz de fijar un término a su pacificación: me explicaré.
Bien sabida es la firmeza de carácter del jefe que preside la República Argentina; nadie ignora el ascendiente muy marcado que posee sobre todo en la vasta campaña de Buenos Aires y resto de las demás provincias; y aunque no dudo de que en la capital tenga un número de enemigos personales, estoy convencido de que bien sea por orgullo nacional, temor, o bien por la prevención heredada de los españoles contra el extranjero, ello es que la totalidad se le unirán y tomarán una parte activa en la actual contienda: por otra parte, es menester conocer (como la experiencia lo tiene ya demostrado) que el bloqueo que se ha declarado no tiene en las nuevas repúblicas de América (sobre todo en la Argentina) la misma influencia que lo sería en Europa: él sólo afectará un corto número de propietarios, pero la masa del pueblo que no conoce las necesidades en estos países, le será bien indiferente su continuación. Si las dos potencias en cuestión quieren llevar más adelante las hostilidades, es decir, declarar la guerra; yo no dudo un momento podrán apoderarse de Buenos Aires con más o menos pérdida de hombres y gastos, pero estoy convencido de que no podrán sostenerse por mucho tiempo en posesión de ella: los ganados, primer alimento, o por mejor decir, el único del pueblo, pueden ser retirados en muy pocos días a distancias de muchas leguas; lo mismo que las caballadas y demás medios de transporte; los pozos de las estancias inutilizados, en fin, formando un verdadero desierto de 200 leguas de llanuras sin agua ni leña, imposible de atravesarse por una fuerza europea, la que correrá tantos más peligros a proporción que ésta sea más numerosa, si trata de internarse.
Sostener una guerra en América con tropas europeas no sólo es muy costoso, sino más que dudoso su buen éxito tratar de hacerla con los hijos del país; mucho dificulto y aun creo imposible encuentren quien quiera enrolarse con el extranjero.
En conclusión: con 8.000 hombres de caballería, del país y 25 o 30 piezas de artillería, fuerzas que con mucha facilidad puede mantener el general Rosas, son suficientes para tener en un cerrado bloqueo terrestre á Buenos Aires, sino también impedir que un ejército europeo de 20.000 hombres salga a 30 leguas de la capital, sin exponerse á una completa ruina por falta de todo recurso; tal es mi opinión y la experiencia lo demostrará, a menos (como es de esperar) que el nuevo ministerio inglés no cambie la política seguida por el precedente.
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Jacqueline Kennedy en carta a Kruschev poco después del asesinato de John Kennedy
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Los primeros años ‘60 fueron notablemente optimistas para los norteamericanos. En pleno furor consumista, el 8 de noviembre de 1960, un nuevo presidente, joven y prometedor, autoproclamado “tribuno de la nueva generación”, sellaba desde la política ese círculo radiante. John Fitzgerald Kennedy derrotaba por apenas 120 mil votos al republicano Richard Nixon, esto es, por apenas dos votos en cada urna del país. Se convertía así, a los 43 años, en el 35º presidente de los Estados Unidos, siendo además el presidente electo más joven y el primero de religión católica.
Segundo entre nueve hermanos, JFK nació el 29 de mayo de 1917, en Brooklin, Boston. Considerado un joven brillante, se graduó en Relaciones Internacionales en Harvard, a los 23 años. Pero sus intenciones de hacer carrera política se vieron interrumpidas al ser solicitado para participar de la guerra mundial en curso. Al finalizar ésta, entonces sí, comenzó un vertiginoso camino que lo llevó directamente a la presidencia. Primero diputado con 29 años, luego senador con 35, joven, atractivo, rico, era la imagen misma del american way of life.
Los pocos años que lo tuvieron como primer mandatario estadounidense y líder del mundo occidental fueron quizás los más complejos de toda la historia contemporánea, tanto que, amenazados por una posible guerra nuclear, su par soviético, Nikita Kruschev, aseguró que en una próxima contienda bélica, los sobreviviente envidiarían a los muertos.
Apenas asumido, Kennedy tomó una de las decisiones más lamentadas de su vida: la invasión a Cuba, que decidió en gran manera el rumbo del gobierno de la isla hacia la influencia soviética. Al poco tiempo, intervendría en Vietnam, se desataría la crisis de Berlín -que daría origen a la construcción del fatídico muro- y, meses más tarde, debería hacer frente a la “crisis de los misiles”. Era octubre de 1962 cuando cobró forma, como nunca antes, la posibilidad de una inminente guerra atómica. Tras varios días de máxima tensión, Kennedy y Kruschev sellaron una necesaria tregua, se instaló una línea telefónica “caliente” entre Washington y Moscú y se reanudaron las conversaciones sobre reducción de armamentos.
En el plano local, Kennedy y un joven equipo de asesores habían intentado, sin muchos frutos, poner en marcha un ambicioso plan de reformas denominado “Nueva frontera”, que incluía desde beneficios sociales hasta mayores derechos civiles para los negros. En América Latina, la otra cara de la invasión a Cuba y de la instrucción de los ejércitos latinoamericanos en la guerra contrainsurgente era el programa de ayuda financiera denominado Alianza para el Progreso, que se planificó a través de la Organización de Estados Americanos, y que obtuvo el rechazo cubano, por desconocer la necesidad de la industrialización de los países, entre otros temas. Estas políticas le ocasionaron no pocos enemigos internos.
El 22 de noviembre de 1963, durante una visita oficial en Dallas, estado de Texas, la carrocería presidencial, en la que viajaba JFK, su esposa y otros allegados, fue alcanzada por una balacera. Media hora más tarde, se anunciaba la muerte del joven presidente. Quién lo asesinó, todavía es un misterio. La Comisión Warren, encargada de la investigación oficial, determinó que Lee Harvey Oswald –capturado de inmediato y asesinado dos días más tarde- fue el único matador. Sin embargo, años más tarde, algunas hipótesis, surgidas de la forma en que se sacudió la cabeza de Kennedy tras los impactos de bala, sugieren la participación de tres francotiradores más, que habrían disparado en la espalda, cabeza y cuello del presidente. Su breve y trágica presidencia despertó expectativas que no pudieron satisfacerse.
En esta ocasión, recordamos la fecha de su asesinato con una carta enviada por su esposa, Jaqueline Lee Bouvier, al líder soviético Kruschev, agradeciendo sus condolencias.
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Fuente: William Manchester, La muerte de un presidente, Tomo II, Madrid, Globus, 1994, págs. 369-370. |
Casa Blanca, Washington, 1º de diciembre de 1963
Estimado Sr. Presidente del Consejo:
Desearía agradecerle su gesto de enviar al señor Mikoyan en representación suya, al entierro de mi marido.
Cuando me expresó su pésame parecía muy afectado y me sentí hondamente conmovida.
Aquel día traté de darle un mensaje para usted, pero fue un día tan terrible para mí que no supe si mis palabras hubiesen salido como yo quería.
Así, ahora, en una de las últimas noches que pasaré en la Casa Blanca, en una de las últimas cartas que escribiré utilizando el papel de la Casa Blanca, me gustaría escribirle mi mensaje.
Lo envío únicamente porque sé cuánto le preocupaba a mi marido la paz y hasta qué punto, en su mente, la relación entre usted y él ocupaba un lugar principal en este cuidado. Solía citar palabras de usted en algunos de sus discursos: “En la guerra próxima, los supervivientes envidiarán a los muertos”.
Usted y él eran adversarios, pero eran aliados en la decisión de evitar la destrucción del mundo. Sentían ustedes un mutuo respeto y eran capaces de tratar el uno con el otro. Sé que el presidente Johnson no escatimará esfuerzo para establecer con usted una relación análoga.
El peligro que inquietaba a mi marido era que la guerra fuese iniciada no tanto por los hombres importantes como por los que ocupan puestos secundarios.
Mientras que los hombres que llevan las grandes responsabilidades conocen la necesidad de dominarse y contenerse, los que ocupan los pequeños cargos ceden a veces al impulso del miedo o del orgullo. Ojalá en el futuro puedan los hombres prominentes seguir haciendo que los pequeños se sienten y dialoguen antes de enzarzarse en la lucha.
Me consta que el presidente Johnson continuará la política en la que mi marido tenía profunda fe: una política de autodominio y moderación. Pero necesitará que usted le ayude.
Le envío esta carta porque tengo honda conciencia de la importancia de la relación que existió entre usted y mi marido, y también para agradecer la amabilidad de que tanto usted como la señora Kruschev dieron muestra en Viena.
He leído que tenía lágrimas en los ojos cuando salió de la embajada norteamericana en Moscú después de firmar en el libro de los testimonios de condolencia. Le ruego acepte mi gratitud más sincera.
Afectuosamente,
Jacqueline Kennedy |
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Difusión
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Muestras
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- Muchas voces, una historia. Argentina 1810-2010, una exposición permanente de la Casa del Bicentenario, que a través de una video-instalación, recorre la historia del país con imágenes y sonidos, intentando dar cuenta de las complejidades y ambigüedades del relato histórico, expresando la pluralidad de voces y perspectivas de la sociedad. Lugar: Riobamba 985; horarios: de martes a domingo y feriados de 14.00 a 21.00 hs. Ingreso permitido hasta 30 minutos antes del cierre. Entrada libre. (info)*
- Los porteños vuelven a jugar y a divertirse con los juguetes de ayer. Muestra de los juguetes de la colección del Museo de la Ciudad. En el museo se podrán ver desde un auto de lata, trenes eléctricos, una colección de soldaditos de plomo hasta diminutas máquinas de coser fabricadas entre 1915 y 1960. Lugar: Defensa 219 / 223; horarios: lunes a domingo y feriados de 11 a 19 hs. Sábados, domingos y feriados de 15 a 19 hs. Entrada general: $1. Miércoles, gratis. Tel. : 4343-2123 / 4331-9855 info; Diario Clarín, domingo 13 de febrero de 2011)*
- Museo Histórico Nacional. Se exhiben excelentes grabados, litografías, cuadros, imágenes religiosas y esculturas; banderas, estandartes, armas y uniformes de las guerras de la Independencia; muebles, relojes, partituras, instrumentos musicales y vajillas de las familias tradicionales del siglo XIX; recuerdos de la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo, relicarios y miniaturas, daguerrotipos, fotos y tarjetas postales; aperos, ponchos, objetos de plata y prendas gauchas. Entre sus colecciones pictóricas resaltan los cuadros de José Gil de Castro; las pinturas de Cándido López, un valioso testimonio de la Guerra del Paraguay (1865-1870). También cuentan con los pianos y los forte pianos de la familia Escalada, de María Sánchez de Thompson y de Eduarda Mansilla. En el Museo puede visitarse la reproducción del dormitorio de José de San Martín en Boulogne-Sur-Mer (Francia), ambientado con objetos originales de acuerdo al bosquejo enviado por su nieta Josefa Balcarce. El archivo personal de Adolfo Carranza está abierto para los investigadores. Una valiosa biblioteca de alrededor de quince mil volúmenes, dedicada principalmente a la historia argentina y americana, puede ser consultada por el público general. Horario:
De miércoles a domingo, de 11 a 18 hs. Los docentes que deseen visitar el Museo con sus alumnos deben enviar un correo electrónico a educacion@mhn.gov.ar. (info)*
- Museo Histórico Nacional del Cabildo y de la Revolución de Mayo. El museo cuenta con modernos sistemas interactivos de comunicación que favorecen la participación del público. Se puede acceder al balcón principal del edificio y visitar todas sus salas además de ver sus históricos túneles, a través de una cámara subterránea. cuenta con dos pantallas que les permiten a los visitantes interactuar con la imagen del famoso cuadro del 22 de mayo y con un mapa con los puntos geográficos más importantes de la ciudad en los febriles días de la Revolución de Mayo. Dirección: Bolívar 65. Tel.: 4342-6729 y 4334-1782. Visitas guiadas: Miércoles y jueves a las 15.30; Viernes a las 15.30 (gratis); Sábados, domingos y feriados a las 12.30, 14 (gratis) y 15.30. Las visitas pagas incluyen un recorrido virtual en tiempo real de las construcciones subterráneas del Patio del Museo. Los establecimientos educativos deben solicitar turno a visitascabildo@cultura.gov.ar. (info)*
- El Museo Nacional de la Historia del Traje, expone un recorrido por las diversas piezas de indumentaria. En sus salas se pueden ver colecciones como la moda desde 1845-1914; la moda en los años 20; el traje de boda; la moda infantil desde 1860 a 1960, etc. Dirección: Chile 832, de 15 a 19 hs. Informes: 4343-8427. (info)*
- Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio Saavedra, Sala Ricardo Zemboraín: Colección de platería urbana del Siglo XIX. Sala tertulias: Mobiliario, iconografía y artes decorativas correspondientes a la 1ª y 2ª mitad del Siglo XIX. Sala independencia: Testimonios del proceso que se inicia con la Invasiones Inglesas, la Revolución de Mayo y la Independencia Sudamericana. Confederación argentina: Aspectos políticos, sociales, y económicos de los gobiernos de Juan Manuel de Rosas. Lujos y vanidades femeninas del siglo XIX: Peinetones, alhajas, relojes, abanicos y otros accesorios de la moda femenina. Sala Leonie Matthis: La plaza de Mayo desde la fundación hasta el fin del Siglo XIX a través de las aguadas de la pintora francesa. Sala moda: Vestimenta masculina y femenina del Siglo XVIII y XIX. Emisiones, inflación y convertibilidad: La Economía Argentina a través de sus diferentes monedas. Sala de armas: Colección de armas de fuego y armas blancas. Sala Keen: Platería rural. Dirección: Crisólogo Larralde 6309. Horario: Martes a viernes de 9 a 18 hs. Sábados, domingos y feriados de 10 a 20 hs. Tel: 4572-0746 / 4574-1328. Lugar: Visitas guiadas: sábados, domingos y feriados, 17 hs. (info)*
- Economía y política, 200 años de historia, con asesoramiento de Mario Rapoport, Alfredo Zaiat y Julio Fernández Baraibar. La exposición recorre los diferentes modelos económicos que atravesó la Argentina en los últimos dos siglos. Casa del Bicentenario. Dirección: Riobamba 985; tel.: 4813-0301/0679. (Revista Ñ, sábado 25 de junio de 2011; info)*
- Museo del libro y de la lengua. El pasado 29 de septiembre quedó inaugurado el Museo del libro y de la lengua, creado bajo la órbita de la Biblioteca Nacional. Su objeto central es el libro y la lengua hablada por los argentinos, en su heterogeneidad regional y en sus transformaciones. El nuevo Museo se propone recorrer ciertos tramos fundamentales de la cultura argentina. En el primer piso además de las vitrinas con la exposición de libros, se despliega un mapa de las editoriales argentinas, desde la Imprenta de Expósitos hasta el presente. También se exhibe un manuscrito de un escritor central, el Cuaderno de bitácora de Rayuela de Julio Cortázar, para encontrar las huellas de la autoría particular que está en la prehistoria de cada libro. El segundo piso alberga una sala de exposiciones temporarias. En los techos inclinados, visibles desde todo el Museo, se proyectará un mural de letras interactivas que irán componiendo textos a medida que los visitantes caminen. El museo contará con un espacio de proyecciones en el que funcionará una video-instalación dirigida que combina registros documentales de distintos modos del habla y una ficción acerca de la tensión entre las lenguas indígenas y el español, además de una sala de recorrido por la lengua en la radio argentina. Además, el Museo contará con un auditorio para la realización de proyecciones, jornadas, conferencias y talleres. Dirección: Av. Las Heras 2555; horario: martes a domingo de 14 a 19 hs.
Teléfono: 4808-6000 interno 2703 (info)*
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Cine
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- Juan y Eva. El amor, el odio, la revolución, de Paula de Luque. Dirigida por Paula de Luque. Actúan Osmar Nuñez, Julieta Díaz, Sergio Boris, María Ucedo, Fernán Miras, y Alfredo Casero. La película narra la construcción de esa relación íntima desde enero de 1944 hasta octubre de 1945, período durante el cual se consolidan como pareja. Eva (Julieta Díaz) colabora junto con otros artistas en la colecta que organiza Perón (Osmar Nuñez), desde la Secretaría de Trabajo, para recaudar fondos para las víctimas del terremoto. Ni él ni ella saben entonces todo lo que les deparará el destino. (info)*
- El día que cambió la historia, de Jorge Asuaje. Con Osvaldo Bayer, Norberto Galasso, Lito Cruz, Rubén Stella, y Amelia Bence. Es un relato de todo el proceso de luchas sindicales que dieron origen al peronismo, desde la visión de los obreros de la carne de Berisso, lugar que muchos consideran la cuna de ese movimiento. Concebida como un documental, la película cuenta todo el proceso económico y social que se dió en el país desde fines del siglo XIX hasta el 17 de octubre de 1945. Ver horarios en info. (info)*
- Eva de la Argentina, de María Seoane. Combinando animación con material documental, narra la vida de Eva Perón. En una trama de antagonismos y contrastes, un hombre llamado Rodolfo Walsh irá tras los pasos de ella, alumbrando una búsqueda cargada de enigmas y confabulaciones para lograr develar la verdadera historia de Eva. Ver horarios en info.*
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Teatro
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- Leandro y Lisandro, de Gerardo La Regina. “La obra ficciona un encuentro entre Leandro N. Alem y Lisandro De La Torre. Ambos murieron por mano propia, ambos representan la génesis del primer partido popular argentino, ambos son considerados víctimas de las malas prácticas de la política.” Actúan: Juan Vitali, y Edgardo Moreira. Lugar: Teatro Payró. San Martín 766, Capital Federal. Horario: Viernes 21:00hs. Tel. 4312-5922. (info)*
- Ala de criados, de Mauricio Kartun. Una historia sobre el telón de fondo de la Semana Trágica de enero de 1919. Actúan: Alberto Ajaka, Esteban Bigliardi, Rodrigo González Garillo y Laura López Moyano. Lugar: Teatro del Pueblo. Roque Sáenz Peña 943, Capital Federal. Horario: viernes 21:00; sábados y domingos a las 20:00 hs. Tel. 4326-3606. (info)*
- El secuestro de Isabelita, una obra de Daniel Dalmaroni sobre el mundo de la guerrilla urbana de los años setenta. Actúan: Ivana Averta, Mariano Bicain, Gastón Courtade, Gabriel Kipen, Sonia Martínez, y Juan Mendoza Zélis. Lugar: Teatro del Pueblo. Roque Sáenz Peña 943, Capital Federal. Horario: sábados a las 22:00. Tel. 4326-3606. (info)*
- Picnic 1955, de Diego Kogan. Actúan Antonia De Michelis, Andrea Marina Villamayor, Mariana Ciolfi, Nehuén Zapata, Javier Maestro, Juan Carrasco, y Laura Fontenla. Una obra sobre el bombardeo del 16 de junio de 1955, uno de los sucesos más brutales de la historia argentina reciente. Lugar: Teatro Payró. San Martín 766. Horario: sábados a las 21:00 hs. Tel.: 4312-5922. (info)*
- OriginariaMente Argentina, de Hugo Grosso. Actúan Hugo Grosso, Norberto Benavidez, Esteban Lerman, y Martín Dell`Aquila. Una comedia histórica musical sobre los pueblos originarios en tierra argentina desde la llegada de los primeros pobladores de nuestro territorio, hace unos 15.000 años. El arte y la vida cotidiana de los pueblos aborígenes y sus ancestros. Guaraníes, tobas, diaguitas, onas, querandíes y yámanas son algunos de los pueblos presentados. Lugar: Museo Saavedra, Crisólogo Larralde 6309. Horario: dom 17 hs. Tel.: 4573-4672/4571-5655.*
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Concurso
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- El poder de la imagen en la historia. El Departamento de Historia de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) ha establecido un concurso monográfico para la obtención de becas totales o parciales para cursar la carrera de grado en Historia. Podrán participar alumnos de 5to año o 3ero polimodal de la Escuela Media y graduados terciarios, de cualquier nacionalidad, que presenten trabajos monográficos originales escritos en español hasta el 1º de diciembre. Ver bases y condiciones del concurso en info
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Internet
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- La Biblioteca Nacional de España (BNE) ha digitalizado documentos originales para posibilitar el acceso gratuito al material y permitir su adecuada conservación. Se puede acceder a los documentos ingresando en http://bdh.bne.es/bnesearch/. Asimismo, la BNE pone a disposición su Hemeroteca Digital, http://hemerotecadigital.bne.es, que reúne fundamentalmente revistas españolas aunque tiene también argentinas, entre estas últimas, Caras y Caretas, desde el primer número, aparecido en 1898 hasta el 2141, e
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