Los autores, de la Universidad de Hasselt, en Bélgica, y del Instituto Suizo de Salud Pública, en Basilea, han revisado 36 trabajos sobre los diferentes desencadenantes del infarto, publicados entre 1960 y 2010, y han concluido que estar expuestos al aire contaminado supone un riesgo mayor que otros desencadenantes, como la cocaína, el alcohol o la cafeína.
Para llegar a esta conclusión han aplicado cálculos en los que se ha tenido en cuenta no solo el riesgo individual sino también cuántas personas se encuentran en la situación de riesgo. Por ejemplo, la cocaína multiplica por 23 el riesgo de que un individuo sufra un infarto. Ahora bien, el impacto sobre la salud de una ciudad es menor, porque no todos los individuos la consumen. Es decir, que para la salud de toda su población incrementa el riesgo de infarto en menos de un 1%. Sin embargo, sí que todos los habitantes de una misma ciudad están expuestos a los contaminantes, lo que hace que, desde el punto de vista de la salud pública, su impacto sea mucho mayor (un 5%), dice Jordi Sunyer, delCREAL, que en otros estudios ha demostrado que en el área metropolitana de Barcelona la contaminación ocasiona cada año unas 3.500 muertes.
ASUNTO PRIORITARIO Actualmente, las ciudades más limpias presentan niveles de unos 25 microgramos y las más contaminadas alrededor de los 50, explica Sunyer. En este último grupo se encuentran Madrid y Barcelona -con anticiclones se pueden alcanzar valores de incluso 140 microgramos-. "Bajar en 30 microgramos la contaminación es un objetivo poco realista, pero aunque solo se disminuyese en 10, tendríamos ya una reducción del 1,6% de los infartos", afirma Laura Pérez, del Instituto de Salud Tropical y Pública de Basilea. "Para estas ciudades, se trata de un objetivo realista". Los resultados corroboran que reducir la contaminación es un asunto de salud pública prioritario. Las partículas contaminantes finas atraviesan el alveolo pulmonar, provocan inflamación y penetran en el sistema circulatorio, explica Sunyer. Así, pueden desencadenar infartos y otros eventos cardiovasculares y alteran la coagulación de la sangre.
Autor: M. L. Ferrado |
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