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Los expertos buscan lo que denominan 'extremófilos'; pequeños organismos microscópicos capaces de sobrevivir en ambientes extremos como el 'continente blanco', con temperaturas bajo cero y una elevada concentración de agua salada. La chilena Jenny Blamey, de la Fundación Biociencia, viaja desde 2008 a la Antártida buscando bacterias, enzimas y otros microorganismos que puedan tener alguna aplicación en la industria. Esta bioquímica con un doctorado en Estados Unidos ha recorrido Siberia, el Ártico y varios puntos de Chile estudiando los 'extremófilos', aunque reconoce que la Antártica es un lugar único para ese tipo de investigación. "A diferencia de lo que piensa la mayoría de la gente, si bien más del 70% de la superficie de la península Antártica está cubierta de hielo, contiene todos los tipos de ambientes extremos que alguien como yo puede encontrar", explica en una entrevista conEfe. "Hay volcanes activos, salares, hielo a la orilla del mar, sitios donde hay hielos eternos y suelos geotermales. Para mí es el paraíso de los extremófilos", añade.
Acompañada de María Ángeles Cabrera, alumna de doctorado en biotecnología de la Universidad de Santiago (Usach), y Jairo Pereira, alumno de Ingeniería en Biotecnología, Blamey ha participado estas últimas semanas en la 51 edición de la Expedición Antártica Chilena, organizada por el Instituto Antártico Chileno(INACH). Los investigadores han tomado muestras de sedimentos terrestres y marinos en lugares como la Isla Decepción, en el archipiélago de las Shetland del Sur. Este misterioso lugar fue un importante puerto ballenero en el siglo pasado y se creó a partir del derrumbe de un volcán que entró en erupción por última vez en 1969. Isla Decepción es una importante fuente de 'extremófilos' porque en sus orillas hay microorganismos que viven en las gélidas aguas antárticas y otros que lo hacen a más de cien grados en las pequeñas fumarolas que emergen de la arena debido a la actividad volcánica. Blamey y su equipo toman muestras de sedimentos bajo una fina pero persistente lluvia en Isla Decepción y después los cultivan en el laboratorio, para aislar los microorganismos. Luego los identifican y buscan proteínas y otros compuestos que "puedan tener alguna aplicación en la vida de los seres humanos", explica. Durante estos últimos años ha identificado unos 300 microorganismos, de los que cerca del 70% no habían sido descritos con anterioridad. "Pertenecen a grupos conocidos, pero son nuevas especies, lo que los hace muy interesantes ya que tienen algunas propiedades diferentes a las que ya conocemos", señala Blamey. Algunos de estos pequeños organismos y sus biocompuestos sirven para disolver grasas, petróleo, o tienen propiedades antibacterianas y antibióticas. También ha hallado una enzima que protege de los rayos ultravioleta y un pigmento que, según las primeras pruebas de laboratorio, permite disminuir el número de células cancerígenas. Estos descubrimientos vinculan la ciencia aplicada con industrias como la farmacéutica o la alimenticia y suponen además una alternativa al modelo productivo actual, con procesos químicos altamente contaminantes y dañinos para el medio ambiente. "Un aspecto fundamental que debe sopesarse es cómo llevar a cabo los procesos industriales de una forma mucho más amigable, menos contaminante, reduciendo el gasto energético y la huella de carbono. Y esto es posible a través de estos procesos microbiológicos y bioquímicos", sostiene la investigadora. A modo de ejemplo, Blamey asegura que algunas reacciones químicas muy costosas y contaminantes que se llevan para fabricar plásticos se pueden realizar con la participación de biocompuestos provenientes de microorganismos u otras fuentes de origen biológico. |
Ya en 1969, los psicólogos sociales Jerry Boucher y Charles Osgood plantearon la hipótesis de Pollyanna. Sostenían que los humanos tienen una tendencia universal a usar con mayor frecuencia y variedad palabras positivas que negativas. Desde entonces y convertido ya en el Principio de Pollyanna, la idea ha tenido tantos defensores como detractores.
Un grupo de investigadores estadounidenses y australianos ha hecho la mayor recopilación de palabras hasta la fecha para testar la hipótesis. Hace unos años habría requerido un enorme esfuerzo en personal y recursos, pero en la era delBig Data, estos científicos usaron máquinas y algoritmos de búsqueda y selección para reunir miles de millones de palabras sacadas de Twitter, Google, subtítulos de películas, letras de canciones o libros en español, inglés, chino, árabe o indonesio, entre otros. "Analizamos los 10 idiomas y en cada fuente que mirásemos, las personas usan más palabras positivas que negativas", dice el matemático de la Universidad de Vermont (EE.UU.) y principal autor del estudio, Peter Dodds. Con algoritmos, las máquinas seleccionaron las 10.000 palabras más usadas en las 10 lenguas analizadas y, después, centenares de nativos de cada lengua las puntuaron en una escala del 1 al 9, desde las más negativas hasta las más positivas. Por ejemplo, vocablos como muerte o violencia tienden a puntuar bajo, mientras que besos, vacaciones o felicidad salen mucho mejor paradas. El 5 sería el valor neutral y se correspondería a palabras como el, o pero. Cada palabra fue calificada por 50 personas diferentes. Eso da un total de cinco millones de resultados. Con ese torrente de datos, los investigadores pudieron crear una clasificación de lenguas según su optimismo. En primer lugar, aparece el español. En este caso se usaron tres fuentes de palabras del español de México: Twitter, el buscador Google y los libros indexados en Google Books. En segundo lugar, aparece el portugués de Brasil, seguido del inglés obtenido de los textos del diario The New York Times. La lista la cierran el chino, el coreano, el ruso y el inglés, pero solo el de las letras de las canciones. "Sin embargo, lo relevante es que todas las lenguas tienen un sesgo positivo", comenta Dodds en un correo. Por cada palabra con carga negativa en español, se usan nueve palabras positivas. Incluso en el caso del chino, la relación es 30/70 a favor de la alegría, según muestran en el estudio, publicado enProceedings of the National Academy of Sciences, PNAS. El equipo capitaneado por Dodds, autor de una especie de medidor de la felicidad en Twitter, ya había comprobado la validez del Principio de Pollyanna en el inglés y ahora cree haber demostrado su carácter universal. Para este investigador, la razón de esta tendencia al optimismo en la comunicación tiene una base social: "El lenguaje es una nuestra de gran tecnología social y, aunque hay muchos conflictos y problemas en el mundo, estos corpus de textos muestran una desviación positiva porque somos seres sociales". Sin embargo, otros científicos que también han estudiado este fenómeno sostienen que el estudio presenta un serio fallo en su diseño. En las investigaciones basadas en encuestas, los participantes tienden a dar valores positivos en cualquier escala. Es lo que en psicología o sociología llaman sesgo de aquiescencia. "Es como usar una lente tintada de rosa para mirar al mundo y sacar la conclusión de que hay un patrón universal de rosa en la realidad", comenta el investigador del Instituto Federal de Tecnología de Zúrich (ETH), el español David García. Este científico social ya había detectado el Principio de Pollyanna en el inglés, el alemán y el español en una investigación anterior. Pero también comprobó que, aunque menos usadas, las palabras negativas contienen más información que las positivas. Para García, la supuesta universalidad de los resultados "es en realidad un sesgo experimental". Autor: Miguel Ángel Criado |
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En 2010 se vertieron al mar una media de ocho millones de toneladas de plástico desde 192 países con costa, según un estudio publicado en Science. Es una descomunal masa entre 10 y 1.000 veces mayor que la que habría flotando, es decir, como con los icebergs, el problema de la contaminación marina puede ser monstruosamente mayor de lo que se aprecia desde la superficie.
Si se colocara toda esa basura a lo largo de las costas de la Tierra, habría cinco bolsas de la compra llenas de plásticos cada 30 centímetros, dice Jenna Jambeck, investigadora de la Universidad de Georgia y coautora del estudio. La masa de residuos crecerá cada año, dice. En 2015 se lanzarán al mar más de nueve millones de toneladas y, en 2025, el doble que en 2010. Hasta ahora, varios trabajos habían estimado cuánto plástico hay ya flotando en el mar, pero ninguno se había propuesto calcular cuánto llega desde tierra cada año. El equipo de Jambeck lo ha hecho en base a datos oficiales de producción de plásticos, renta de cada país y gestión de residuos. Su estudio se centra en las poblaciones costeras, las que viven a una distancia de hasta 50 kilómetros del mar y el trabajo ha englobado zonas en las que habitan unos 2.000 millones de personas. Los autores consideran que el origen de los residuos que acaban en el mar está en todo ese plástico que se tira de mala forma (por ejemplo en vertederos a cielo abierto o como desperdicios en el suelo) y que escapa a los servicios de recogida de basuras. Una fracción, mayor o menor dependiendo de las condiciones en cada país, acabará en el mar. El estudio ha calculado esa fracción en base a datos de EE.UU. y después los ha extrapolado al resto usando varios rangos de conversión. Los cálculos indican que en 2010 se produjeron 99,5 millones de toneladas de residuos plásticos en el área estudiada, de las que 31,9 millones fueron mal retiradas, es decir, susceptibles de llegar al mar. De toda esa masa de basura, entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas llegaron al mar (la media serían esos ocho millones de toneladas los que habla Jambeck). El estudio señala a los 20 países que más contaminan y que, juntos, producen más del 80% de todo el plástico mal gestionado que hay en el mundo. China es de largo el número uno, seguido por Indonesia, Filipinas, Vietnam y Sri Lanka. Más países asiáticos que actualmente experimentan una potente expansión económica como Bangladesh, Malasia o Myanmar también aparecen alto en la lista, intercalados con algunos africanos como Egipto, Nigeria o Suráfrica, entre otros. En el puesto 16 está Brasil, en el 19 Corea del Norte y en el 20, EE.UU. Los países con costa de la UE ocuparían el puesto 18, señala el trabajo. PLÁSTICO INVISIBLE Estudios anteriores, incluido uno realizado con datos de la expedición Malaspina, habían calculado que hay entre 6.350 y 245.000 toneladas de plástico flotante. Sus autores ya advirtieron de que se trataba de una fracción muy pequeña de lo que realmente podría haber en los océanos. Para Andrés Cózar, investigador de la Universidad de Cádiz que participó en el estudio de Malaspina, el trabajo actual aporta "una pieza importante del puzle de la polución marina con plásticos". "Probablemente, el punto más débil es la conversión de plástico mal gestionado a plástico que acaba en el océano, pues usan porcentajes bastante constantes para todos los países", advierte. Pero aún así las estimaciones encajan con las cantidades de plástico que su propio equipo echó en falta al analizar los residuos en superficie. El nuevo estudio refuerza la hipótesis de una evolución en vertical del plástico en el mar. La mayor cantidad no estaría en esas supuestas islas flotantes de plástico, cuya existencia puso en entredicho la propia expedición Malaspina, sino una masa mucho mayor que se descompone y acaba en fondo. Cózar señala que cuando se trata de plástico, en la fauna marina "siempre que se busca se encuentra", y ya se ha hallado este material en el sistema digestivo de en unas 600 especies, desde ballenas a mejillones. Otras mediciones recientes de las capas profundas del océano han detectado una gran abundancia de microplásticos, dice, y todas estas piezas del puzle apuntan a que hay un tránsito vertical del plástico desde la superficie al fondo marino cuyas consecuencias son desconocidas. "No sabemos lo que está pasando con todo ese plástico en el fondo marino", reconoce Cózar. Los autores del estudio calculan que, de no hacer nada, en 2025 se habrán vertido al océano unos 155 millones de toneladas de plásticos. Se trata de una proyección incierta, claro, y además, dicen, hay posibilidad de reducir de forma drástica la llegada de los residuos al mar, por ejemplo, mejorando los sistemas de recogida de basuras. Uno de los mayores retos es conseguir que esto suceda en los países en desarrollo que copan la lista de los más contaminantes. Autor: Nuño Domínguez |
Unos 300 profesores utilizaron esta tecnología durante ese periodo, y en más del 90% de los casos afirmaron haber conseguido importantes mejoras en el proceso de aprendizaje: favorecen la autonomía, la creatividad y la motivación. Y lo mismo ocurría con el resto de dispositivos que pueden utilizarse en las aulas.
No obstante, desde que las TIC se han asentado en el terreno educativo se viene discutiendo si realmente suponen una ventaja pedagógica. En 2009, el programa Escuela 2.0 del Gobierno tenía como objetivo repartir más de un millón y medio de portátiles entre los alumnos, y 80.000 equipos entre profesores, además de proporcionar a los centros pizarras electrónicas y acceso a Internet. Aunque los colegios e institutos ya disponen de todo este equipamiento, en el estudio de la UB los docentes manifestaban ciertos inconvenientes: a la mayoría les faltaba tiempo para buscar recursos y formación para aprender a optimizar el potencial didáctico de los aparatos. Las tecnologías, por sí solas, no imparten las clases; hay que saber adaptarlas a metodologías y currículos. Sin embargo, también en este sentido se avanza a grandes pasos. Al mismo tiempo que suponen nuevos retos, las TIC presentan oportunidades que los libros de texto y otros recursos tradicionales no permiten. Los planes de estudio pueden diseñarse de manera personalizada para favorecer la inclusión de alumnos con dificultades, adaptarlos a las capacidades de la clase y dinamizar unas lecciones antes estáticas. Incluso para los menos duchos en el uso de las tecnologías existen opciones simples, como elaborar una presentación PowerPoint interactiva o dejar que los propios alumnos busquen cierta información en la web. Para poner aún más fáciles las cosas, cada vez son más los que allanan el camino colgando sus propios recursos digitales en plataformas como la del CeDec. Crear un blog o una web de una temática relacionada con la asignatura o preparar actividades complementarias, como una visita digital a un museo, son otras alternativas. Existen también plataformas en las que el docente puede evaluar a sus alumnos y gestionar las notificaciones a los padres. Los profesores no solo tienen que aprender a utilizar los recursos en sus lecciones, sino que deben inculcar a sus alumnos una conciencia y una responsabilidad tecnológicas. Los nuevos tipos de adicciones y los peligros que entraña la Red para los menores también son retos a los que los docentes, como educadores, deben enfrentarse. El proceso de adaptación continúa, a pesar de llevar años integrando las TIC en las aulas. Las innovaciones en el área de la 'EdTech' no parecen detenerse. A medida que se asumen, quedan más claras las ventajas que la educación tecnológica brinda a los docentes, aunque tendrán que seguir aprendiendo para poder enseñar de otra manera a sus alumnos. Autor: Un reportaje de Lucía Caballero publicado originalmente en Mobile World Capital Barcelona |
Este trabajo, que se presenta en el Congreso Anual de la Sociedad de Biofísicadonde se reúnen estos días más de 6.500 investigadores en la ciudad estadounidense de Baltimore, permite revelar características inéditas de la membrana celular del virus y permitirá estudiar nuevas vías para destruirlo. "Uno de nuestros objeticos primarios era proveer de una simulación informática que permitiera estudiar las propiedades biofísicas del virus, por ejemplo, a qué velocidad las grasas (lípidos) se mueven alrededor de la superficie del virus. En el futuro nos gustaría ver qué ocurre cuando el virus se sitúa muy cerca de la célula huésped o incluso si los anticuerpos se adhieren al sistema", explica a EFE Futuro Tyler Reddy, investigador de la Universidad de Oxford y quien expone su investigación en el Congreso.
El equipo confiesa que su intención es sólo hacer una pequeña contribución a las personas que trabajan en el desarrollo de vacunas y antivirales y que por ello han puesto a disposición de la comunidad científica su modelo informático. Reddy y sus colegas han sacado conclusiones interesantes sobre cómo las proteínas se anclan a otras células. Al estudiar las formas de estas proteínas y cómo se extienden para poder fijarse a la célula, también es posible saber más sobre el diseño de fármacos y anticuerpos que anulen esos anclajes. Otro punto destacable de la investigación es que al entender mejor ese envoltorio del virus de la gripe también es posible estudiar su comportamiento en diferentes ambientes, como por ejemplo, los ríos. Estudios anteriores han confirmado que la presencia del virus de la gripe en un río permite que en un mismo ambiente los anátidos -aves como los patos, por ejemplo- estén expuestos al microorganismo y a la vez a componentes antivirales residuales de los excrementos de la población local, potencialmente dando lugar a cepas de gripe resistente a los fármacos. Reddy afirma que eligieron la gripe "por la gran cantidad de información disponible sobre su estructura, lo que permitía 'construir' el virus en el ordenador, pero también porque el virus tiene la excepcional cualidad de poder sobrevivir alrededor de tres años sumergido en agua destilada. Además, es un agente peligroso para el ser humano y con gran impacto social, así que es un buen campo sobre el que centrar nuestros fondos públicos para investigación". En la misma línea que los británicos, otros grupos trabajan en la recreación completa en el ordenador de distintos virus, por ejemplo el virus del sida. "En mi tiempo libre -añade Reddy- construyo un modelo informático del virus del dengue y tengo interesantes ideas para este caso, un virus frente al que no hay vacuna ni tratamiento antiviral específico, así que espero poder hacer una pequeña contribución que puede ser de ayuda en este campo". Autor: R. Marina |
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