Los investigadores han descubierto que, a pesar de estar «obligados» a hacerse viejos, los roedores sometidos un ejercicio regular se mantienen sorprendentemente jóvenes. El trabajo, cuyos resultados sus autores aseguran que pueden aplicarse en humanos, aparece publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS).
El investigador médico Mark Tarnopolsky y sus colegas de la Universidad McMaster en Hamilton(Ontario) analizaron una camada de ratones que había sido modificada para tener un defecto en un gen involucrado en la reparación de las mitocondrias, encargado de suministrar energía a las células. Esto hacía que los ratones envejecieran más rápidamente. Cuando los animalillos cumplieron tres meses de edad -aproximadamente el equivalente a 20 años en humanos-, algunos de ellos fueron obligados a realizar ejercicio en una rueda de andar durante 45 minutos varias veces a la semana, mientras que el resto se pasaba el tiempo recreándose y sin mover las patas.
Los resultados mostraron que después de cinco meses -cuando los ratones tenían el equivalente de 60 años humanos- los ratones que habían hecho ejercicio -según los científicos moderado pero constante- parecían ratones salvajes, más jóvenes, sanos y activos que sus compañeros sedentarios. Los «vagos» apenas podían moverse y habían perdido gran parte de su pelo. Por si fuera poco, también eran menos sociables y menos fértiles.
EFECTOS SIN PRECEDENTES
Cada tejido y cada órgano examinados por los investigadores eran más sanos en los ratones que practicaban deporte, incluyendo el cabello, piel, ovarios, testículos, el bazo, los riñones y el hígado. En los que no hacían ejercicio, el cerebro se había reducido y el corazón se había ampliado, mientras que los deportistas tenían uno de tamaño normal. Los efectos del anti-envejecimiento «no tenían precedentes» y protegían todas las partes del cuerpo.
La estructura muscular en los ratones que hacían ejercicio era normal, mientras que en los ratones sedentarios parecía dañada. Las mitocondrias de los ratones activos eran jóvenes y saludables, mientras que en el segundo grupo parecían viejas. Los investigadores creen que estos resultados pueden aplicarse a seres humanos. Tarnopolsky espera que la investigación anime a la gente a tomar en serio la práctica de ejercicio regular. El investigador considera que, si bien la muerte es inevitable, el ejercicio es el tratamiento disponible más potente contra el envejecimiento y puede mantenernos sanos y libres de enfermedades durante más tiempo que cualquier otra cosa. |
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