Este es un escenario que la Comisión Europea confirmará la próxima semana al anunciar la clasificación en innovación de los países europeos. Los datos reflejan la insuficiencia del esfuerzo presupuestario: ante el objetivo de dedicar el 3% de PIB a I+D, los Veintisiete están todavía en el 2,01%. España, recluida el año pasado en el pelotón de los moderadamente innovadores, debe esperar en 2011 un resultado semejante al puesto 18 entre 27 el pasado ejercicio.
Como se atisbó en 2010, la crisis económica está teniendo un impacto sobre la actividad investigadora y científica. Aunque haya diferencias entre unos y otros, la resultante para el conjunto de la Unión es, según fuentes comunitarias, que "no se cierra la distancia con respecto a Estados Unidos y que China se sigue acercando", si bien desde muy lejos. Las diferencias absolutas no importan a la Comisión tanto como la tendencia, reveladora de la debilidad en la investigación europea.
En este contexto, los rectores de las universidades europeas más implicadas en la investigación han hecho un llamamiento a impulsar la inversión pública para no perder competitividad. Los 22 rectores de campus como Oxford, Cambridge, Lovaina o la Universidad de Barcelona piden a los líderes de la UE que "sean conscientes de la importancia de una inversión adecuada y a largo plazo en investigación básica para la competitividad de Europa". Lo que la investigación necesita, dicen, es "paciencia, persistencia e inversiones".
Europa ha necesitado una década para avanzar del 1,86% al 2% del PIB europeo, es decir, 0,15 puntos, un ritmo que sonroja comparado con el de China, que ha saltado en cuatro años del 1,3 al 1,5% de su floreciente PIB. Japón destina a investigación el 3,4% de su riqueza y Estados Unidos el 2,7%.
El listón del 3% fijado en 2000 en la cumbre de Lisboa para el final del primer decenio de este siglo no se ha llegado a alcanzar. Hay diferencias notables por países. Alemania o Francia, Suecia o Dinamarca superan ampliamente la media europea, según los registros de Eurostat y la Organización para laCooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). España mejoró en años pasados años pero sigue en posiciones de cola.
En Europa, la inversión pública en I+D tiene más peso que en otros polos económicos. De ahí la importancia de las políticas gubernamentales en este ámbito. El 45% de la inversión en I+D es pública en la Unión Europea. No pasa lo mismo en Estados Unidos donde es solo el 33%; ni en Japón o Corea del Sur, donde el porcentaje de aportación pública no llega al 30%.
Las universidades europeas defienden su papel dentro de la investigación, en especial, la básica. "El mundo es global y la inversión también lo es. Hay que generar conocimiento a través de la inversión en investigación", dice el vicerrector de investigación de la Universidad de Barcelona, Jordi Alberch. "La universidad es la cantera de los futuros investigadores. Y la investigación básica genera conocimiento para entender, por ejemplo, cómo funcionan los diferentes materiales, los organismos, o las células y eso puede generar luego patentes y ahí tienen un papel importante las universidades europeas", remacha Alberch.
Japón supera a toda la UE en patentes totales registradas en la Oficina Europea por millón de habitantes, según Eurostat. Tiene inscritas 161 por cada millón de habitantes cuando la Unión Europea tiene 116, aunque países como Alemania y Dinamarca están por encima de Japón.
"El número de patentes registradas por un país es relevante, pero una patente no significa necesariamente que se esté explotando ese descubrimiento", afirma Juan Mulet, director general de laFundación para la Innovación Tecnológica (Cotec), que agrupa a 80 empresas españolas con base tecnológica. "Casi el 80% de las patentes se fundan en la investigación básica pero hay muchas que quedan en vía muerta sin explotar", recalca Mulet. El director general de Cotec recalca que el objetivo europeo de situar la inversión en I+D en el 3% del PIB "es muy difícil de lograr a corto plazo pero hay que seguir avanzando".
¿Qué correlación hay entre la inversión en investigación, las patentes y el crecimiento económico? Luis Sanz, director del Instituto de Política y Bienes Públicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, señala: "En general, hay una correlación entre el gasto en I+D, especialmente el privado, y las patentes. Lo podemos ver comparando estos dos datos en algunos países. La inversión en I+D favorece el crecimiento económico y la recuperación". Las patentes son "una forma de medir el potencial innovador de un país", añade este experto.
El objetivo de la comisaria de Investigación e Innovación, Máire Geoghegan-Quinn, es que ese 3% del PIB para la ciencia se reparta entre un 1% con fondos públicos y un 2% de procedencia privada. La comisaria valora que España, que en 2009 dedicó el 1,38% al empeño, se haya comprometido con el 3%, en una horquilla comunitaria que va de quienes no llegan al 1% a quienes rondan el 4%, y ha llegado a poner al país como ejemplo para los otros socios.
Pero el hecho es que las promesas españolas y los elogios de la Geoghegan-Quinn no se traducen objetivamente en resultados visibles en la clasificación para una España demasiado anclada en el tercer pelotón, por detrás de los líderes europeos en innovación y de un segundo grupo de avanzados. Buscando lo positivo, las fuentes subrayan que los resultados de ahora contabilizan parámetros de 2009 y que en sucesivas ediciones de la clasificación España mejorará su modestísimo 18º puesto.
Si en Europa países con consolidada tradición científica como los nórdicos, Alemania y Reino Unido se mantienen en cabeza, en la escena internacional Estados Unidos hace bueno ante la UE su instinto de innovación y una China potente comienza a aparecer en el horizonte. India no acorta tanto su desventaja.
La Comisión mantiene que una I+D+i efectiva es la única salida que tiene Europa para lograr un crecimiento que genere empleo de calidad no sometido a los vaivenes de la globalización. Fracasada la ensoñación de la Agenda de Lisboa de convertir en 2010 a la UE en líder global en la economía del conocimiento, la Comisión y los Veintisiete han creado ahora una nueva etiqueta: Unión de la Innovación, como integrante de una llamada Estrategia 2020 orientada a lograr una economía inteligente, sostenible e incluyente. El enfoque de esta Unión de la Innovación apunta a cuestiones que en teoría interesan a los europeos, como el cambio climático, la eficiencia energética y la vida sana.
De hecho, Bruselas se propone lanzar próximamente un programa piloto sobre el envejecimiento saludable. "Se trata de que para 2020 los europeos puedan vivir más tiempo con independencia y buena salud e incrementar en dos años los de vida saludable", señala la Comisión. No lo plantea como el obligatorio alargamiento en dos años de la vida laboral para acceder a la pensión plena. "Alcanzar ese objetivo mejorará la sostenibilidad y la eficiencia de nuestros sistemas sociales y sanitarios y creará un mercado comunitario y global para nuevos productos y servicios, con nuevas oportunidades para las empresas de la UE".
Autor: Sebastián Tobarra / Ricardo R. de Rituerto |
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