La terapia, que entrará en unas semanas en la segunda de las tres fases de ensayo que deben superar los fármacos antes de alcanzar el mercado, consiste en rellenar unas cápsulas fabricadas de agarosa (un polisacárido) con células procedentes de tumores de ratón. Esas esferas, que tienen un diámetro inferior a medio centímetro, se implantan en el individuo que sufre cáncer.
"Cuando rellenamos las cápsulas con células tumorales nos dimos cuenta de que primero crecían hasta ocupar el interior por completo y después morían de forma que se quedaban pequeñas colonias de 100 ó 150", explica a ELMUNDO.es Carlos Cordón Cardó, director asociado del Herbert Irving Comprehensive Cancer Center de la Universidad de Columbia (Nueva York), que ha participado en las investigaciones. Después, las supervivientes (células madre), repoblaban las esferas.
Lo que Cordón y sus colegas observaron entonces era que "las células segregaban factores que impedían crecer a otras células tumorales". Las pruebas en el laboratorio y con animales, que aparecen publicadas en la revista 'Cancer Research', muestran cómo implantando estás esferas en ratones, gatos y perros que sufrían cáncer pudieron frenar el crecimiento "y en algunos casos prácticamente curar" sus tumores.
CAMINO DE LA FASE II
Los buenos resultados obtenidos en estos experimentos les valieron la autorización de la agencia estadounidense del medicamento, la FDA, para iniciar la fase I en la que han participado 30 pacientes con tumores epiteliales (ovario, páncreas, colon...) muy avanzados y cuyos resultados se harán públicos a finales de año. De momento, los datos son positivos y los autores están preparando la fase II, que incluirá a unos 40 pacientes con cáncer de próstata y otros tantos con tumores sólidos.
El comportamiento observado por estas células tumorales encerradas en cápsulas es lo que se conoce en biología como inhibición por contacto del crecimiento, una forma mediante la cual las poblaciones controlan su tamaño. Cuando se dan cuenta de que no pueden crecer de manera incontrolada porque el espacio, los nutrientes, etc. que tienen son limitados, emiten señales que ordenan a las células parar de crecer.
Eso es lo que aprovechan los investigadores del Instituto Rogosin implantando entre 500 y 750 esferas -dependiendo del peso y altura- en el abdomen de los pacientes. Esas moléculas inhibidoras del crecimiento tumoral llegan al torrente sanguíneo y de allí al carcinoma cuyas células reciben la señal de que deben frenan su crecimiento con la ventaja añadida de que no tienen efectos tóxicos.
Los resultados recogidos en 'Cancer Reserch' ilustran el fenómeno. Los perros con cáncer de próstata tratados con las cápsulas vivieron una media de 177 días cuando la supervivencia estimada era de 21 a 30 días sin terapia o de menos 50 en el caso de la extirpación de la próstata.
A pesar del optimismo, los investigadores, conscientes de que la gran mayoría de los fármacos o terapias que empiezan los ensayos clínicos fracasa, no quieren "dar falsas esperanzas", asegura Cordón. "Es muy pronto". Pero, añade, "podría ser el principio de una terapia muy bonita", que ha visto la luz gracias a John Kluge, un magnate de las comunicaciones fallecido recientemente y la empresa que dirigía, Metromedia, que ha puesto 50 millones de dólares para financiar este proyecto.
Autor: Cristina de Martos |
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