En un futuro no muy lejano, los ingenieros de tejidos podrán reparar el ojo fabricando un nuevo tejido con unas pocas células del ojo sano del paciente. Lo mismo se podría hacer cultivando células para producir válvulas cardiacas o huesos a medida del paciente.
Se trata del objetivo de la Trasplant Service Foundation (TSF)-Hospital Clínic de Barcelona, la primera sala blanca de España que ha recibido autorización de la Unión Europea y de la Agencia del Medicamento para fabricar tejidos trasplantables. También serán las novenas instalaciones de España en las que, además, se podrá procesar y cultivar células destinadas a convertirse en medicamentos para terapias avanzadas, como la génica o la celular.
"Caminamos hacia una medicina regenerativa, en lugar de la de trasplantes", afirma Blanca Miranda, responsable de TSF. En las instalaciones del Clínic, se llevará a cabo un proyecto de investigación para cultivar células limbares para reparar el ojo (en colaboración con la Clínica Barraquer). Las células crecerán sobre un gel o tejido fetal, explica Ricardo Casaroli, director de investigación de TSF. El material obtenido se trasplantará. En un inicio, se probará la seguridad de la técnica con 15 pacientes.
En el centro también se empezará a investigar con enfermos la seguridad de otras terapias avanzadas. Se experimentará con células dendríticas con las que resetear el sistema inmune de enfermos de Crohn, para así evitar que las defensas ataquen el intestino y lo inflamen. También se cultivarán células para tratar la metástasis en el cáncer de colon. El objetivo de la terapia será activar el sistema inmune para que destruya las células cancerígenas y frenar su dispersión por el organismo.
El uso clínico de medicamentos para terapia celular tan sólo es posible en unidades de producción con la acreditación europea. Para evitar la contaminación de las células, en las salas blancas acreditadas se trabaja en condiciones de esterilidad extremas. Para ello, la presión atmosférica en estas estancias es mayor que en el exterior. Hasta el punto que cada uno de los investigadores es como si llevase cargada una mochila de diez kilos. Además, el hermetismo de sus trajes de trabajo evita que transpiren. En un quirófano convencional, las medidas de desinfección logran reducir las partículas que un individuo puede liberar a unas 50.000. En las salas blancas, sus cuerpos liberan menos de 6.000 partículas, explica Miranda. |
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