jueves, 18 de noviembre de 2010

El mercurio no está relacionado con el autismo


El mercurio no está relacionado con el autismo
Ni las amalgamas dentales, ni ciertas vacunas, ni los sprays nasales o los productos para deshacer los tapones de cera de los oídos están de alguna forma involucrados en el autismo. Pese a que la posible relación entre mercurio (metal que contienen todos los productos enumerados) y este trastorno del desarrollo ha hecho correr ríos de tinta, ahora un nuevo estudio niega su existencia.
FUENTE | El Mundo Digital20/10/2009
Esta conclusión se da tras comprobar que los niveles de mercurio en sangre en menores con autismo son los mismos que los que tienen los niños sanos. Irva Hertz-Picciotto, de la Universidad de California-Davis (EE.UU.), es la autora principal de la investigación que forma parte del trabajo 'Riesgo de autismo en niños, factores genéticos y ambientales', [CHARGE, por sus siglas en inglés]. Este proyecto incluye a pequeños de 24 a 60 meses, residentes en California, que han sido diagnosticados de la enfermedad, sufren otros trastornos del desarrollo o están sanos.

"La neurotoxicidad del mercurio ha recibido una atención especial en relación con este trastorno... Dado que la investigación CHARGE trata de identificar los factores asociados al autismo que puedan servir para aclarar la etiología de la enfermedad o los mecanismos que elevan la susceptibilidad a padecerla, decidimos hacer un estudio que constatara las concentraciones de mercurio en la sangre en menores preescolares autistas y en niños de la misma edad sin el trastorno. En ella hemos evaluado la exposición que han tenido al metal tanto por la dieta, como por el uso de productos de cuidado personal, exposición a vacunas o por amalgamas dentales", reza el trabajo, publicado en el último'Environmental Health Perspectives'.

Así, el ensayo se llevó a cabo con 452 menores de entre dos y cinco años cuyos padres rellenaron un cuestionario, bien en español bien en inglés, sobre consumo de pescado (atún u otras especies procedentes del océano, así como piezas de agua dulce), inmunización reciente, uso de sprays nasales o para los tapones de los oídos y empastes dentales de sus hijos. Además, todos los participantes fueron sometidos a una analítica para evaluar las concentraciones del metal en sangre.

"De todos los participantes, 249 eran autistas; 143 tenían un desarrollo normal y 60 sufrían otros trastornos del desarrollo como Síndrome de Down. Pese a que los niveles de mercurio fueron similares en todos los grupos, los menores con autismo tendían a presentar cifras algo más bajas. Sin embargo, durante la investigación se comprobó que precisamente estos niños eran los que menos pescado consumían", aclaran los científicos.

ATUNES 'RICOS' EN MERCURIO

De hecho, la ingesta de pescado es el factor que más contribuye a la elevación de los niveles de mercurio en sangre, pero "si ignorábamos este factor, las concentraciones eran similares en todos los menores analizados. Algo que se repitió tras ajustar otras variables como la dieta, el uso de productos farmacéuticos o los empastes", insisten los autores.

"Lo que demuestra este trabajo es la complejidad del autismo... Es tiempo de abandonar la idea de que un sólo factor va a poder explicar las razones por las que algunos niños desarrollan la enfermedad. Las evidencias demuestran que si no se tienen en cuenta la susceptibilidad genética y los factores ambientales, la historia está incompleta y pocos estudios se están llevando a cabo con esta visión multifactorial", recuerda la doctora Picciotto.

Para Mara Parellada, coordinadora de la unidad AMI-TEA [atención integral a toda la población con trastornos del espectro autista] en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, el "nuevo estudio es muy interesante. Una de las áreas de mayor interés actual en la investigación del trastorno es el estudio de la influencia de variables ambientales incluidos los tóxicos o la polución, entre otros. Desgraciadamente para los autistas, se sabe muy poco sobre su origen y la patología es tan limitante que las familias se agarran a cualquier pequeña esperanza en forma de sustancias 'culpables' que puedan retirar de la dieta para así intentar ayudar a sus hijos".

Reconoce, además, que "es importante que la ciencia vaya aportando datos rigurosos sobre los niveles normales y patológicos de sustancias que, solas o en sinergia con otras, pudieran tener relación con la patología".

Autor:   Patricia Matey

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