"En la piel, estas mutaciones oncogénicas activan vías de defensa moleculares que no se estimularían en otros órganos en los que las mismas alteraciones llevan al cáncer", comenta el experto a ELMUNDO.es. Se trata de un mecanismo de protección que no permite que las células tumorales o premalignas se dividan y, por lo tanto, que el tumor avance.
Después de tomar biopsias de estas lesiones en 15 individuos (entre cinco y 10 por cada uno), el grupo de científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), del Instituto de Investigación del Hospital del Mar (IMIM) de Barcelona y de la Universidad de Regensburg (Alemania) encontró mutaciones de los genes FGFR 3, PIK3CA y KRAS. Las de FGFR 3 ya se habían observado en estudios anteriores realizados con ratones, en los que, después de inducir mutaciones en dicho gen, estos animales desarrollaban unas lesiones cutáneas muy parecidas a las queratosis seborreicas, cuyo aspecto es similar a las verrugas.
"Este hallazgo puede ayudarnos a entender más el proceso molecular oncológico, es decir, cómo se desarrollan y progresan los tumores en general", señala Agustí Toll. Hasta ahora, la mayor parte de los trabajos sobre las alteraciones genéticas en el desarrollo del cáncer estaban centrados en los tumores malignos. Este estudio subraya que el análisis de la 'arquitectura genética' de los tumores benignos también puede proporcionar información relevante sobre los procesos que terminan en cáncer.
Como desvela el dermatólogo Toll, "hemos estudiado distintas lesiones en un mismo individuo, localizadas en la piel a unos centímetros de distancia unas de otras. Probablemente, tienen un origen común y esto implicaría que se trata de una alteración de nacimiento". Es decir, "si hasta el momento se creía que las mutaciones en estos genes que se encuentran en el cáncer aparecen de repente en la edad adulta (por la causa que sea), es posible que las tengamos desde que somos embriones". Otra cosa es que finalmente se desarrolle o no la enfermedad, dependiendo de otros factores como virus, exposición solar, tabaco...
¿Qué aplicación práctica podría tener este hallazgo? "Se debería tener en cuenta en el futuro a la hora de hacer estudios de predisposición genética. Es decir, no sólo tendrían que hacerse a partir de la sangre, también de otros tejidos, ya que las alteraciones genéticas pueden presentarse parcheadas en distintas partes del organismo".
Además, este encuentro también puede ayudar a desarrollar un tratamiento futuro de la queratosis seborreicas. Actualmente, estas lesiones se tratan quirúrgicamente, a través de crioterapia o con bisturí eléctrico. "Conociendo el mecanismo genético implicado en esta alteración, podría desarrollarse una crema con una sustancia que revirtiera las vías por las que se activa este tumor benigno", concluye el doctor Toll.
Autor: Laura Tardón |
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