Los autores de este trabajo, dirigidos por Kimberly Yolton, del Hospital Pediátrico de Cincinnati(Estados Unidos), realizaron un seguimiento a 219 niños asmáticos de edades comprendidas entre los 6 y los 10 años que vivían en hogares donde al menos había un fumador.
A través de varios cuestionarios, los investigadores midieron el grado de tabaquismo pasivo de los pequeños para, después, corroborar sus datos en el laboratorio. "Lo medimos de forma objetiva analizando los niveles séricos de cotinina, un biomarcador que muestra la exposición al humo del tabaco", explican los investigadores en el último número de la revista 'Pediatrics'.
Además, y con la ayuda de los padres, estos científicos estudiaron los patrones de sueño de los niños, con el objetivo de determinar si sufrían algún tipo de alteración mientras estaban dormidos.
MÁS ALTERACIONES
Los resultados de su trabajo mostraron una asociación significativa entre la exposición al humo del tabaco y las posibilidades de padecer problemas de sueño. "A medida que la presencia de humo aumentaba, los padres señalaban mayores retrasos en el inicio del sueño, mayor frecuencia de parasomnias [comportamientos anormales, como el sonambulismo], problemas de respiración, una elevada somnolencia durante el día y, en general, más alteraciones del sueño", señalan los autores.
Aunque no han podido evaluar el mecanismo que está detrás de esta asociación, los investigadores remarcan las grandes implicaciones que conlleva esta evidencia.
"Las consecuencias de un sueño inadecuado en la infancia no son triviales", subrayan. "Las alteraciones del sueño se han relacionado con mayores problemas de comportamiento, de salud mental y de rendimiento escolar", remarcan.
Autor: Cristina G. Lucio |
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