Los ríos de todo el mundo están amenazados
Los ríos y cursos de agua de todo el mundo se están secando debido al consumo humano y al cambio climático. Si los acontecimientos se siguen desarrollando como hasta hoy, no cabe duda alguna de que nos veremos abocados a una pérdida catastrófica de la biodiversidad. Incluso los escenarios más optimistas para el presente siglo predicen, en todo caso, que se producirán extinciones y el declive de las poblaciones de muchas especies. Sin embargo, el fenómeno podría ralentizarse si se adoptan políticas adecuadas que lleven a cabo cambios radicales para evitar el alto riesgo de extinciones futuras.
[CyPS-UCM-Grupo de Catálisis y Procesos de Separación]
Bajo la dirección del City College (CCNY) de la City University de Nueva York (CUNY) y la Universidad de Wisconsin se estudiaron los efectos de una serie de factores medioambientales que ejercen presión sobre los sistemas hídricos. El equipo científico encargado del estudio descubrió que, además de poner en peligro la vida humana, los contaminantes también suponen una amenaza para la biodiversidad del 65% de los hábitats fluviales del mundo y para miles de especies acuáticas. Los resultados se publicaron recientemente en la revista Nature.
Los investigadores descubrieron que la seguridad del suministro de agua para uso humano está en grave peligro tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo y que los métodos de ingeniería utilizados en los países ricos occidentales para dar solución a este tipo de problemas son inasequibles para las naciones más pobres, por lo que es necesario aplicar un planteamiento global y más económico con respecto a la seguridad hídrica.
En el mundo industrializado, se tiende a comprometer las aguas superficiales y, después, se intentan solucionar los problemas invirtiendo billones de dólares en cada uno de ellos. Los países ricos pueden permitirse hacerlo así, pero los pobres no pueden correr con esos gastos.
Uno de los objetivos del estudio es el de fomentar protocolos internacionales que se puedan aplicar a la protección de los sistemas hídricos. Los investigadores subrayan la necesidad de aplicar un planteamiento internacional debido a que más de 250 cuencas fluviales son transfronterizas.
Los ríos y cursos de agua de todo el mundo se están secando debido al consumo humano y al cambio climático. Como consecuencia, la variabilidad natural de los cursos fluviales y las redes alimentarias se están viendo alteradas.
Las crecidas fluviales eliminan intermediarios en la cadena alimentaria. Los peces (predadores principales) se alimentan de eslabones más bajos de la cadena y las sequías eliminan por completo al predador principal. El resultado final es una cadena alimentaria más simple, pero los efectos de los caudales bajos son más catastróficos para los peces y tiene una duración mucho mayor.
Las crecidas simplifican la red alimentaria eliminando algunos de sus participantes intermedios de modo que los peces grandes comienzan a comer especies de eslabones más bajos de la cadena, cosa que no harían si la red alimentaria no estuviera sometida a fuertes crecidas. Esto les sitúa más abajo en la cadena. Con las sequías el efecto es completamente diferente: eliminan al predador superior porque la mayoría de los peces no tolera tan poco oxígeno ni las altas temperaturas.
Los resultados del estudios demuestran que las redes alimentarias se pueden recuperar ante una crecida, en aproximadamente un año, pero les lleva mucho más tiempo recuperarse en el caso de que lleguen a secarse o que se presente una sequía. Cuando la sequía se intensifica, aumenta la necesidad de agua para el riego y otros usos agrarios y esto ejerce un fuerte impacto sobre el caudal natural del río. Según los científicos, el desecamiento natural debido a las sequías no es un efecto humano, pero la toma de agua de los ríos durante una sequía sí lo es y puede tener consecuencias a largo plazo.
Una estrategia denominada gestión integrada del recurso del agua, que equilibra las necesidades de los humanos y la naturaleza, podría cumplir este doble reto de establecer la seguridad en el agua para las personas y conservar la biodiversidad en el mundo en vías de desarrollo.
Un equipo de 23 científicos de nueve países diferentes ha realizado un nuevo análisis de varios estudios globales sobre futuros cambios y extinciones de especies. El estudio, que se publica on line en Science, prevé una prolongada e inevitable pérdida de biodiversidad a lo largo del siglo XXI.
Si los acontecimientos se siguen desarrollando como hasta hoy, no cabe duda alguna de que nos veremos abocados a una pérdida catastrófica de la biodiversidad. Incluso los escenarios más optimistas para el presente siglo predicen, en todo caso, que se producirán extinciones y el declive de las poblaciones de muchas especies.
Un ejemplo de ello es la disminución global y continuada de las poblaciones de los grandes peces (causada por la sobreexplotación pesquera), la migración hacia los polos de especies marinas a un ritmo superior a los 40 km por década (causada por el cambio climático), y el declive del 10 al 20% de la abundancia de especies terrestres a mediados de siglo (causado sobre todo por los cambios en el aprovechamiento de la tierra).
Para el equipo de científicos, todavía hay lugar para la esperanza. Entre 1999 y 2009 se han descubierto en la cuenca del Amazonas más de un millar de especies de plantas y vertebrados. Las nuevas especies descritas en Amazonía Viva incluyen 637 plantas, 257 peces, 216 anfibios, 55 reptiles, 16 aves y 39 mamíferos. El estudio confirma que éste es uno de los espacios naturales más diversos de la Tierra. Sin embargo, durante los últimos 50 años, el ser humano ha causado la destrucción de al menos el 17% del bosque tropical del Amazonas un área más grande que Venezuela o dos veces del tamaño de España. Si se continúa con la actual gestión tradicional, la humanidad necesitaría 2 planetas en 2030 y casi 3 en 2050 para satisfacer sus demandas.
La demanda de recursos hídricos de la humanidad se mide a través de la Huella Hídrica, siendo la India el país que más consume, seguido de China, Estados Unidos, Brasil e Indonesia. España se sitúa en al puesto 25. El informe de WWF destaca la preocupante situación de estrés hídrico de muchos países, de moderado a grave en 45 de ellos, situación que empeorará con el aumento de población y los efectos del cambio climático. De igual modo, el informe destaca el importante volumen de agua contenido en bienes y productos agrícolas, lo que se denomina “agua virtual”. A modo de ejemplo, la huella hídrica de un café con leche y azúcar, servido en taza desechable, es de 200 litros de agua. Tras ellos están el cultivo, la transformación, el transporte y la elaboración de los distintos productos.
Los países con mayores ingresos tienen una Huella tres veces mayor que los países de ingresos medios, y cinco veces mayor que los de bajos ingresos. Y, además, el impacto de la degradación ambiental y la pérdida de biodiversidad se deja notar en la población más pobre y vulnerable.
Sin embargo, el fenómeno podría ralentizarse si se adoptan políticas adecuadas. Según los científicos, es necesario que la sociedad realice cambios radicales para evitar el alto riesgo de extinciones futuras, que las poblaciones de muchas especies aumenten su declive y que se originen cambios a gran escala en la distribución de las especies.
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