Posted: 25 Oct 2010 12:29 AM PDT
Comenta Nick Bilton en uno de los libros que estoy leyendo, “I Live in the Future & Here’s How It Works: Why Your World, Work, and Brain Are Being Creatively Disrupted”, cómo la “tecnocondría”, ese miedo irracional a la evolución no es una enfermedad nueva. Al contrario, la sensación de que cualquier nueva tecnología es demoníaca y pervierte a nuestros jóvenes surge con cada hito histórico: Televisión y cómics, regulados y prohibidos en distintos momentos y lugares de nuestra historia reciente, son algunos buenos ejemplos, citados en el libro, de ello.
Me gustan, así, los estudios que como los que recoge este artículo en el NYT que me hacía llegar Miguel Gaya, desmitifican algunas ideas en las que se apoya la defensa a ultranza de lo viejo, esa que enumera los terribles cambios cognitivos (superficialidad, “texting”, déficits atencionales, estupidez, etc…) que sufren nuestros menores por culpa de las maldades de internet.
Vaya este post en la línea contraria, complementando lo que decíamos en Mitos y realidades sobre la forma de aprender de la juventud actual….
¿Y si los jóvenes estuvieran, de hecho, aprendiendo mejor que nosotros? ¿Y si cosas como la multitarea, la exposición a la diversidad, la mezcla de formatos, el aprendizaje en cualquier contexto que permite el mobile learning fuesen, según la investigación reciente, favorables al aprendizaje?
Se habla, en primer lugar del mito acerca de los estilos de aprendizaje:
A pesar de lo que nuestra intución parezca indicar, la evidencia científica desmiente que existan distintas formas de aprender, no está demostrado y sobretodo todavía no hay sistemas que puedan predecirlas y aportar soluciones en consecuencia. No existe, en otras palabras, demasiada evidencia científica acerca de que algunos niños aprendan mejor de forma visual y otros auditiva. Tampoco de que algunos estilos cognitivos estén regidos por el hemisferio izquierdo y otros por el derecho de nuestros cerebros.
En otras palabras “El contraste entre la enorme popularidad del enfoque acerca de los estilos de aprendizaje en educación, existe muy poca evidencia sobre su realidad y utilidad”, comentan los investigadores.
Lo que sí existen son algunas evidencias acerca de formas adecuadas de aprender que, como decíamos, no siempre son las que siempre habíamos pensado, surgidas del sentido común y en las que hemos estado basando el equivocado diseño de nuestros sistemas. “Son principios conocidos desde hace algún tiempo y es extraño que no se tengan en cuenta en las escuelas o que la gente no los aprenda por ensayo-error”, comenta Robert A. Bjork, psicólogo de la Universidad de California, Los Angeles. En este último sentido creo que también vosotros/as estaréis de acuerdo conmigo: mucho de lo que viene ya formaba parte de vuestra experiencia subjetiva, de vuestra intuición:
Creíamos que estudiábamos mejor en un lugar tranquilo, según curriculos, agendas, listados detallados de deberes, objetivos, límites.
Pues bien… parece que bibliotecas, escuelas, la clase tradicional, plataformas tradicionales en e-learning, no son los mejores lugares para el estudio, los templos más adecuados para el aprendizaje.
Parece así que contra la simple evidencia, centrarse en un solo lugar de estudio sería contraproducente, funcionando mejor, incrementando la retención de los contenidos y esquemas el hecho de cambiar de habitación durante los periodos de estudio.
La explicación podría estar en que el cerebro realiza asociaciones sutiles entre lo que está estudiando y las sensaciones (conscientes o inconscientes) de fondo en cada momento, comentan los autores. Un dato doblemente curioso si lo pensamos en el marco del aprendizaje contextual que nos proporciona en estado puro el mobile learning.
Forzar distintas asociaciones al mismo material puede, en efecto, dar a la información mayor soporte neural, más consistencia.
Lo que puede estar pasando aquí es que, cuando el contexto exterior es variado, la información es enriquecida y eso hace que sea más lento el olvido.
En este caso es algo que personalmente he estado intuyendo y poniendo en práctica durante años, buscando variedad en los contextos, cambiando de habitación y / o lugar con frecuencia, sobretodo cuando me enfrento a sesiones largas o que requieren de una atención especial.
El valor de la diversidad, de los patrones
Atletas, músicos, llevan tiempo intuyéndolo y poniéndolo en práctica: variar en el tipo de material estudiado, alternar entre actividades parece impactar más y mejor en nuestros cerebros que trabajar una habilidad o tema cada vez.
Existen, así, evidencias científicas en favor de la multitarea (no simultánea, como veíamos en este otro artículo) como proceso cognitivo adecuado: estudiar distintas cosas relacionadas funciona mejor que estudiar una sola durante una misma sesión.
Un descubrimiento reciente demuestra que nos es más fácil aprender a distinguir los estilos de pintura de 12 artistas después de ver colecciones mezcladas de todos ellos que estudiarlos de uno en uno.Comenta Nate Kornell, psicólogo y autor del estudio que lo que parece ocurrir es que en este caso el cerebro elige patrones más profundos cuando ve variedad, elige lo que es similar y lo que es diferente acerca de ello, muchas veces de forma inconsciente.
Aprendizaje constructivista, de construcción de patrones cognitivos enriquecidos gracias a la diversidad (de ideas, formatos, fuentes, etc…) en la web en estado puro… O, en distintos términos apoyo científico para el aprendizaje gracias a la remezcla.
Mejor poco y frecuente que mucho y puntual
Así, tal y como también intuíamos, no sirven de mucho las sesiones maratónicas de memorización que la experiencia subjetiva nos informa de lo perecederas que son.
Periodos espaciados de estudio mejoran el recuerdo posterior y nadie sabe exactamente porqué. Puede ser que el cerebro, cuando revisita las cosas en un momento posterior, las reaprenda. En parte la idea es que olvidar es clave para aprender, comenta el Dr. Kornell. El hecho de olvidar algo nos permite reaprenderlo, hacerlo de forma más eficiente la próxima vez.
Me pregunto si lo que actualmente valoramos como problemas de atención pueda, a la luz de todo ello, reformularse en oportunidades para hacer más eficientes los hábitos de estudio de nuestros jóvenes…
El examen como herramienta de aprendizaje
Otra de las ideas que me llama la atención, especialmente por su relación con el denominado aprendizaje experimental, tan afín también a las posibildiades de la web, es la de que la práctica de tests y cuestionarios puede ser una poderosa herramienta de aprendizaje, más que de mera evaluación. El hecho de instar, recuperar la información, la hace más accesible en un futuro.
Así, la evidencia parece apoyar lo que ya sabíamos cuando aprendíamos tanto creando “chuletas”, también cuando defendemos la adecuación del aprendizaje tipo “Learning by doing”, más experimental y que también resulta afín a las posibilidades que abre la web: los exámenes, los tests tradicionales son poderosas herramientas más de aprendizaje que de evaluación.
Y sí, una vez más de forma consecuente con lo que nuestra subjetividad indica, parece que el efecto positivo de los tests en el aprendizaje podría ser mejor aún en caso de experimentos o tests difíciles: Cuanto más difícil resulta recordar algo más difícil es volver a olvidarlo.
En fin, diversidad de lugares de estudio, de contextos apoyando los planteamientos entorno al Aprendizaje Informal, mezcla de contenidos, de formatos, expermimentación, todos ellos son conceptos repetidos, próximos y afines al Aprendizaje Social Abierto del que hablamos siempre.
¿Puede que no vayamos tan desencaminados y que toque ya, más que ponerla en duda, educar la participación en el nuevo entorno abundante de posibilidades cognitivas, creativas, sociales que supone la web?
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