Los autores de este trabajo, que se publica en la revista 'Archives of Internal Medicine', realizaron un seguimiento a 578 adultos que habían participado previamente en un estudio sobre salud cardiovascular, por lo que disponían de abundantes datos sobre historial de presión arterial.
Entre 2003 y 2005, cada participante fue sometido a varias pruebas para medir la cantidad y calidad de su sueño a través de un sensor colocado en su muñeca-, entre otras variables.
Además, también evaluaron en varias ocasiones la presión arterial de estos individuos y su percepción personal sobre su descanso nocturno.
Un 43% de los participantes, cuyas edades oscilaban entre los 33 y los 45 años, manifestó dormir una media de 6 horas cada noche.
LOS BENEFICIOS DE DORMIR BIEN
Tras cinco años de haber iniciado la investigación y después de excluir a aquellos individuos que tomaban fármacos para la hipertensión, los investigadores comprobaron que quienes dormían menos de seis horas al día presentaban niveles más altos de tensión sistólica y diastólica que el resto de sus compañeros.
En estos individuos, el aumento de presión arterial entre la primera y última medición también fue más común.
"Además, la duración del sueño fue capaz de predecir un incremento en las posibilidades de inicio de una hipertensión", comentan en su trabajo los investigadores. "Cada hora que se quitaba al descanso se asoció con un aumento del 37% en las posibilidades de desarrollar hipertensión", añaden.
Los autores de este trabajo no han podido identificar los mecanismos que están detrás de esta asociación, aunque sugieren que podría deberse a que la carencia de sueño aumenta la actividad del sistema nervioso simpático, el encargado de controlar la respuesta al estrés y, por tanto, relacionado con la presión arterial.
Aunque reconocen que su trabajo tiene importantes limitaciones, como el hecho de que la calidad y cantidad de sueño se midió con un sensor de movimientos en vez de con un sistema más completo, remarcan que su investigación "ha revelado que dormir mal provoca efectos adversos en la regulación de la tensión arterial y el riesgo de hipertensión en individuos de mediana edad".
"Dadas las consecuencias de tener unos niveles altos de tensión, identificar un nuevo factor de riesgo tiene [importantes] implicaciones clínicas", subrayan estos investigadores.
El siguiente paso en su trabajo será averiguar si utilizar estrategias para mejorar la duración y la calidad del sueño es útil para reducir el riesgo de hipertensión en estos individuos.
Autor: Cristina G. Lucio |
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario