jueves, 23 de diciembre de 2010

Diferencias higiénicas entre lavar a mano o en lavavajillas

Diferencias higiénicas entre lavar a mano o en lavavajillas

El lavaplatos agiliza el trabajo de limpieza e higieniza y desinfecta los utensilios
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En el hogar, es un electrodoméstico que facilita el trabajo diario en la cocina, pero además de fregar los platos y utensilios, el lavavajillas tiene ventajas añadidas desde el punto de vista sanitario. A consecuencia de las altas temperaturas de lavado, impensables en un fregado a mano, supone un incremento en el grado de desinfección de las piezas. En el momento de elegir el modo de lavado, a mano o a máquina, deben tenerse en cuenta otros factores, como el grado de necesidad según la cantidad de piezas que vayan a fregarse, la economía o el espacio, pero lo importante es que el fregado se realice de forma correcta.
  • Por MAITE PELAYO
  • 16 de diciembre de 2010
- Imagen: Peter Lindberg -
Obligatorios en hostelería, opcionales en el hogar. La legislación exige a los establecimientos públicos, tanto de hostelería como comedores, que utilicen máquinas lavaplatos por seguridad e higiene. De esta manera, con el uso de temperaturas elevadas, se impide que vasos, tenedores y otros utensilios utilizados tanto en la cocina como en el servicio de comedor se conviertan en herramientas transmisoras de enfermedades y focos de infección alimentaria. Sin embargo, en el ámbito doméstico es elección de cada persona instalar o no un lavavajillas. Además de facilitar el trabajo diario, puede ser una herramienta de higiene que garantice la limpieza y desinfección de las cazuelas, platos, vasos, cubertería y otros utensilios que se utilizan en la cocina, pero hay que analizar todos los factores implicados en su uso.

Pasos previos al lavado a máquina

El lavado a máquina garantiza un secado a altas temperaturas que completa el proceso de desinfección
La preparación previa es fundamental para obtener buenos resultados con el lavavajillas. Es imprescindible retirar los restos de comidade las piezas que vayan a fregarse ya que, de lo contrario, el filtro se obstruirá y el lavado será deficiente. Los restos de alimentos en platos y cubiertos pueden coagularse con el calor y dificultar su limpieza.
Otro punto destacado es la correcta colocación de las diferentes piezas y utensilios: en la mayoría de los casos, en la bandeja inferior se pondrán las piezas más sucias y resistentes, como cazuelas y fuentes -siempre boca abajo-, mientras que los platos deben estar en vertical, con sitio suficiente entre pieza y pieza para que pase el agua entre ellos. En la bandeja superior se pondrán los vasos y piezas ligeras. Los cubiertos deben colocarse en el cestillo destinado a ese fin, con el mango hacia abajo.
Con esta distribución, los brazos de riego del lavavajillas deben girar de forma libre y no estar bloqueados por ningún utensilio. Además, antes de introducir las piezas, hay que cerciorarse de que son aptas para lavado en lavavajillas. Deben evitarse los utensilios de madera o barro.

Temperatura y mantenimiento

Elegir el programa de lavado en función de las características, sobre todo el nivel de carga y el grado de suciedad, es básico para conseguir un grado de higiene eficaz. Si el lavaplatos da la opción de seleccionar la temperatura, deberá tenerse en cuenta que las más bajas corresponden a cristalería, las medias a la vajilla y las más elevadas, a cazuelas.
Además de una limpieza con agua a elevada temperatura, el lavado a máquina garantiza un correcto aclarado sin restos de detergentes y un secado en caliente que completa el proceso de desinfección. Cuanto más alta sea la temperatura, más higiénico será el lavado. Sin embargo, se pueden dañar las piezas delicadas.
Para obtener unos buenos resultados y garantizar la correcta limpieza, también hay que cuidar la higiene del propio aparato. Su funcionamiento y eficacia se optimizan con unas normas de mantenimiento, sobre todo, referidas al vaciado y limpieza periódica de filtros, cestillos e interior de la máquina. Ciertos productos especiales de limpieza se utilizan mediante un ciclo de lavado con el electrodoméstico vacío. Hay que vigilar los niveles de sal, en especial si el agua es muy dura (rica en cal), así como los de abrillantador, siempre bajo las recomendaciones del fabricante.
En condiciones normales, un lavavajillas utiliza menos agua que la empleada para fregar esa misma cantidad de menaje a mano. Los modelos modernos disponen de programas ecológicos que incrementan el ahorro, tanto de agua como de electricidad, y optimizan el proceso de lavado y los resultados. Debe elegirse el lavavajillas en función de su capacidad de carga y características, según las necesidades familiares. Algunos modelos compactos son de pequeño tamaño, para familias con pocos miembros o espacios reducidos.

A mano

En caso de no disponer de este electrodoméstico y realizar el fregado a mano, hay que seguir los siguientes pasos:
  • Retirar los restos de comida y enjuagar las piezas, sobre todo, con agua templada.
  • Enjabonar con un detergente específico, en especial, las esquinas y resquicios. Se empezará con las piezas más delicadas y menos sucias, como copas y vasos, para terminar con las más grasientas, como sartenes.
  • Aclarar y enjuagar con agua caliente hasta eliminar cualquier resto del jabón y dejar escurrir. Si se dispone de dos fregaderos, uno se utilizará para enjabonar y el otro para aclarar.
  • Hay que secar los utensilios con un trapo limpio. Dejar escurrir las piezas fregadas mantiene la humedad en ellas, en la superficie o en el trapo sobre el que se colocan, un aspecto que favorece el desarrollo de microorganismos.
  • Un correcto aclarado y secado son dos fases claves del fregado para evitar contaminaciones químicas (restos de detergentes) en el primer caso y microbiológicas (humedad como factor de crecimiento microbiano), en el segundo.
  • Resulta muy recomendable diferenciar los fregaderos para el lavado de alimentos de los destinados a la limpieza de equipo y utillaje, pero si se comparten, nunca debe simultanearse su uso, sino limpiarse y desinfectarse entre ambas actividades.

LIMPIEZA DE UTENSILIOS DE MADERA

No es recomendable introducir los utensilios de madera, como cucharas o tablas, en la máquina lavavajillas. Las elevadas temperaturas aceleran su deterioro. Sin embargo, dadas las características del material (porosidad, grietas...), es fundamental una profunda limpieza y desinfección para evitar que estas herramientas se conviertan en posibles focos de contaminaciones cruzadas. Resulta conveniente un fregado a mano normal (retirada de restos de alimentos, enjuagado, enjabonado y aclarado) y, a continuación, introducir las piezas en una disolución de agua con un chorro de lejía. Tras dejar los utensilios de madera dentro durante unos minutos, debe hacerse un profundo aclarado y secado con un trapo limpio para dejarlos extendidos hasta su completo secado, antes de guardarlos. Por su elevado riesgo sanitario, la utilización de cucharas y otros utensilios de madera está prohibida en cocina profesional.

UNA HISTORIA MUY HIGIÉNICA

El lavavajillas lo inventó a finales del siglo XIX la esposa de un influyente norteamericano que, tras ver cómo el servicio rompía una tras otra las piezas de su valioso menaje de porcelana, decidió inventar una máquina que las librara de sus manos. Con esta idea, diseñó un rústico aparato de grandes dimensiones que, sin embargo, cumplía a la perfección su labor de fregar platos y cazuelas. Aunque solicitado por las damas de su entorno y cierto estatus social, y primer premio en la Exposición Universal de Chicago de 1893, su uso generalizado no caló entre las amas de casa, que lo veían como un lujo innecesario.
No fue hasta años después cuando otros factores, como la incipiente emancipación de la mujer, le dieron un lugar de relevancia en las cocinas. Pero, sin lugar a dudas, el hecho que más favoreció la introducción de los lavavajillas en los hogares fue que permitía lavar con agua muy caliente a temperaturas tan elevadas que un fregado a mano no era capaz de soportar. De este modo, se podía higienizar y desinfectar platos y utillaje, además de evitar la proliferación y contagio de bacterias y otros gérmenes. Éste constituyó el punto fuerte en el que se basó su publicidad y por el que las amas de casa demandaron la instalación de máquinas lavavajillas en sus cocinas.

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