Retirados definitivamente de la lista de sustancias prohibidas de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) a finales del mes de septiembre, y con el consenso del Comité Olímpico Internacional acerca de su uso en la medicina deportiva, ratificado en las páginas del 'British Journal of Sports Medicine' este mismo mes, los factores de crecimiento han sido la solución para varios deportistas que arrastraban incómodas lesiones. "Es uno de los grandes avances en cirugía regenerativa y se logra con nuestras propias proteínas", explica a ELMUNDO.es Eduardo Anitua, director científico del Instituto de Biotecnología (BTI) de Vitoria y pionero en nuestro país del uso de este plasma rico en plaquetas (PRP), como también se conoce a esta terapia.
Pero sus aplicaciones van más allá. La idea cuajó en el laboratorio de este especialista en estomatología gracias a sus trabajos con implantes, que perseguían mejorar la calidad del hueso en personas que sufrían una degeneración del maxilar. Y del sillón de los dentistas, los primeros en usarlo, saltó a las consultas de estética, dermatología, traumatología... "Es una aventura en la que nos hemos ido embarcando", explica Víctor García, presidente de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética (SEMCC). Además de eficaz -aunque algunos expertos se muestren cautelosos y pidan más estudios-, la técnica es sencilla y "está funcionando muy bien", asegura García.
IMITACIÓN DEL ORGANISMO
Las bondades del plasma rico en plaquetas empezaron a estudiarse en la década de los 80. La idea es simple: cuando nuestro cuerpo sufre una lesión, se ponen en marcha varios mecanismos encaminados a repararla. La activación de estos procesos depende de los factores de crecimiento, que "actúan como señales que les indican a las distintas células lo que deben hacer: acudir al lugar de la herida, aumentar su número, etc.", explica Anitua. De ahí que esos factores, fabricados por las plaquetas, tengan propiedades antiinflamatorias, angiogénicas (formación de vasos sanguíneos) y regenerativas, entre otras. Lo que se propuso hace ya varias décadas es que un concentrado de estas células, obtenido y aplicado de la forma correcta, podría acelerar los procesos de reparación del cuerpo. Con este propósito en mente, empezaron los ensayos y muchos vieron que funcionaba.
El PRP se ha hecho muy popular a raíz de casos sonados como el de Nadal, cuya "lesión crónica se ha curado gracias a esta técnica", asegura el médico que lo trató, Mikel Sánchez, traumatólogo de la USP Clínica La Esperanza (Vitoria). Pero no es oro todo lo que reluce y "las pequeñas variaciones en la técnica pueden ser muy determinantes", advierte Lluis Orozco, del Centro Médico Teknon en Barcelona.
Al no ser considerada un medicamento, la práctica se admite sin controles estrictos "aunque no haya demostraciones científicas como los ensayos en fase III", explica este experto. Y se ha extendido mucho, provocando que algunos médicos no la usen de la forma adecuada.
"El error más frecuente es que utilizan sólo una inyección, como si fuera mágico -indica Mikel Sánchez-, pero así no funciona". Por ese motivo, se suma Orozco, "algunos estudios han dado resultados negativos". Ése es el caso de uno de los trabajos más difundidos, que apareció en la revista 'The Journal of the American Medical Association' (JAMA) a principios de año, que concluía que el tratamiento con PRP de la tendinitis crónica del tendón de Aquiles no era efectivo. Sin embargo, "sólo se administró una dosis, que es insuficiente", aclara Orozco. De hecho, el medio centro del Barcelona, Xavi Hernández, ha mejorado mucho de sus molestias en este tendón gracias al plasma. La diferencia: cómo se aplicó.
En general, los especialistas consultados por ELMUNDO.es, que utilizan el PRP de forma rutinaria en sus consultas, realizan más de una aplicación. Varias inyecciones en distintas sesiones que potencian el efecto de los factores de crecimiento. Para tener las máximas opciones de éxito, además de la dosis "hay que tener en cuenta las cualidades", señala el experto catalán. La diferencia fundamental está en la presencia o no de leucocitos en la solución que se infiltra. Para algunos, como Orozco, que tratan sobre todo patologías inflamatorias, su presencia es contraproducente. Para otros, como Víctor García, no es determinante. Por último, hay que tener en cuenta cómo se elabora.
En esencia, se realiza una pequeña extracción de sangre al paciente y de ella se extraen las plaquetas. Pero la forma mediante la cual se separan las distintas fracciones puede dar lugar a productos diferentes. Muchos médicos utilizan el protocolo diseñado por Anitua. Pero dentro de los estándares de calidad que se han ido extrayendo de la experiencia, pueden darse variaciones en función del tratamiento y del paciente.
Hay ciencia detrás, sí. Pero no es tan sencillo como dar una aspirina. La gran ventaja que tiene el PRP es que es un producto que proviene del propio paciente (es autólogo) y, por tanto, no hay riesgo de reacciones de rechazo.
"El único problema que puede aparecer es una infección", indica Sánchez, que se minimiza llevando un control muy estricto de la esterilidad. Y "la eficacia es superior al 80%", según la experiencia de Orozco, que trata a alrededor de 15 pacientes al día de lesiones musculares, tendinosas, ligamentosas o articulares.
Si los resultados, cuando lleguen -en Teknon esperan tenerlos a finales de 2011-, son tan positivos como esperan los médicos que están acostumbrados a utilizar esta técnica, es muy probable que prolifere aún más. Para Mikel Sánchez no hay ninguna duda: "Este tratamiento, tal y como se hace ahora, va a ser muy habitual en todas las especialidades porque sólo imitamos lo que hace la naturaleza".
Autor: Cristina de Martos |
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