sábado, 25 de diciembre de 2010

Tormenta científica en la red

Tormenta científica en la red

Gallery_Image_6168El anuncio de la bacteria capaz de sustituir el fósforo por arsénico en su ciclo vital publicado recientemente por investigadores de la NASA en Science, ha provocado una tormenta científica sin precedentes a través de Internet. Por lo que cuentan las voces más críticas, ni alienígena ni arsénico, sino todo lo contrario.
XAVIER PUJOL GEBELLÍ
Felisa Wolf-Simon, geomicrobióloga del Instituto Nacional de Astrobiología, adscrito a la NASA, la agencia espacial norteamericana, publicó hace unas semanas un hallazgo cuanto menos sorprendente en la revista Science. De acuerdo con sus investigaciones, en el lago Mono, en el Parque Nacional de Yosemite, en Estados Unidos, habita una extraña bacteria que es capaz de sobrevivir en condiciones extremas. Tanto, que ha acabado sustituyendo el fósforo, componente esencial de la vida junto con el nitrógeno, carbono, hidrógeno, oxígeno y azufre, por arsénico, una molécula considerada hasta ahora dañina en los organismos vivos. De ser cierto el hallazgo, el estudio del origen de la vida podría dar un vuelco casi completo. Significaría, en palabras de la propia investigadora, que las seis moléculas consideradas hasta la fecha como esenciales para permitir cualquier forma de vida, pueden presentar variantes que ensanchan los límites. Y también que, muy probablemente, no hubo un origen único de la vida sino que, por lo menos, hubo dos y en condiciones “mucho más comunes” que las que se precisaron para la “sopa mágica” que originó el principio de los principios.
La falta de transparencia en esta investigación, junto con un anuncio imprudente de los servicios de comunicación de la NASA, han provocado, sin embargo, que lo que debería haberse convertido en una de las noticias del año acabe siendo un absurda polémica que se está ventilando a través de Internet. El caso va de extraterrestres.
En el texto publicado en Science, los autores describen su hallazgo y relatan como la bacteria del lago Mono, con aguas con altas concentraciones de arsénico, es capaz de sobrevivir ante la ausencia de fósforo y su sustitución por arsénico. La sustitución, señalan, llega hasta el punto de que el arsénico forma parte de la pared celular de la bacteria o incluso de su ADN sin que ello le provoque la muerte. De ser verídico este extremo, dice Wolf-Simon, la búsqueda de señales de vida en otros planetas debería abrirse a esta posibilidad.
La NASA y su gente de prensa echaron el resto. Probablemente por estar faltos de buenas noticias en la agencia espacial estadounidense, alentaron la información con insinuaciones al hallazgo de “algo extraterrestre” lo que, como muy bien señaló en su día la periodista Alicia Rivera en El País, generó un efecto bola de nieve que se extendió rápidamente por los medios de todo el mundo.
El hechizo se rompió en cuanto Science levantó el embargo y todo el mundo pudo leer el artículo o las crónicas elaboradas por distintos medios. De alienígena, la bacteria no tiene nada.
El revuelo causado por la noticia, no obstante, ha despertado la curiosidad de la comunidad científica internacional, y en particular de los microbiólogos, que entienden que el hallazgo es efectivamente relevante. Pero reclaman pruebas para darlo por bueno. Y es ahí donde Nature, la competencia editorial de Science, está alentando un debate que se vehicula por la red. La publicación británica ha criticado públicamente en una carta editorial abierta en Internet lo que considera un hermetismo innecesario y censura que ni el equipo de investigadores ni la propia NASA faciliten más información.
Mientras, la incredulidad crece, al tiempo que lo hace el debate on-line. La contundencia con la que se expresan algunos científicos llega al punto de no sólo dudar de la bacteria que vive gracias al arsénico, si no también de la calidad de las muestras y sobre todo de los análisis. Algunos van más lejos y dudan así mismo de la pericia del equipo de investigadores.
Llamativo es, en todo caso, que la red está siendo de nuevo el vehículo inesperado en un debate social. Esta vez, la comunidad que vierte sus opiniones es la científica, pero en otros casos recientes, como el ya célebre Wikileaks, han sido la comunidad de profesionales del periodismo, además del público general, las que se han expresado. Tal vez a estas alturas suene a Perogrullo, pero está claro que los debates en la red existen y pueden llegar a modificar actitudes y rebasar ampliamente los límites propios de una profesión o de una comunidad. Es una nueva lección para los comunicadores de presente y, por supuesto, de futuro.
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