Encomio del error
En nuestra cultura española tenemos un cierto pánico al error y a equivocarnos. Nuestros profesores nos ridiculizaban e infundían un respeto al error que nos ha generado un cierto pánico a lo erróneo. Nos adocenaron en el miedo al error sin pretenderlo. El No mayúsculo y prolongado del docente nos atemorizaba y generaba un horror al error y eso tiene sus consecuencias. ¿Por qué tenemos tanto miedo a invertir? ¿Por qué tenemos este pánico a emprender? ¿Qué miedo nos provoca investigar e innovar? Por qué si no les decimos a los demás aquello de "No te equivoques" en otras palabras "Sé perfecto". Sin palabras.
AUTOR | Guillermo A. Sánchez Prieto. Consultor de empresas. Profesor de Habilidades Directivas en ICADE. Universidad Pontificia Comillas de Madrid |
Se podría pensar y de hecho se piensa "mi relación con los errores es solo mía y no hago ningún daño a nadie con mi miedo al error". En efecto, es usted muy dueño de sentir pánico o lo que más le pete, al equívoco. No obstante, la mochila de nuestros miedos la pasamos a modo de incómodo y silencioso testigo a nuestros herederos. Educamos a las generaciones futuras con ese pánico al miedo. No estamos afirmando que sea fácil sino que lo mejor es que no eduquemos en ese miedo al error que nos paraliza a la hora de tomar decisiones de trascendencia. Los maestros y educadores se enfadan o muestran desasosiego cuando los estudiantes cometen errores. ¿La consecuencia en el alumno? Mejor no digo nada no sea que el maestro se enfade. Coartamos la expresión y lo peor de todo castramos la creatividad y como afirmaban algunos en lugar de educados estamos "educastrados". En el ámbito empresarial y del trabajo otro tanto sucede. Un empleado toma la iniciativa, autorizado por la superioridad, se equivoca y la bronca está asegurada. ¿Resultado? Mejor no hago nada no sea que mi jefe me machaque. Otra vez la escasez de comunicación suele ser la nociva causa que capa la iniciativa, la creatividad, las ideas, la posibilidad de cambios y por tanto la innovación y la mejora. No abogamos por que se cometan errores de manera indiscriminada, simplemente que perdamos el miedo al error. Pregúntenle a un investigador científico qué sucede cuando los resultados no salen como se preveía. Un investigador no se echa a llorar cuando no sale lo previsto. Un científico sabe que al menos por ahí no se debe seguir caminando. Silvio Gutkind, investigador en biomedicina de los National Institutes of Health, acostumbra a decir "Nunca hay resultado malo" Rogamos simplemente asumir los errores como algo natural e incluso beneficioso potencialmente. Se trata de perder el miedo a equivocarse. Permita que otros se equivoquen y aprendan... tal como a usted le sucedió ¿o no? No tolerar que otros se equivoquen es una forma de evitar ciertos aprendizajes. Es un tanto injusto, con todas las letras, no permitir que otros cometan errores pues en definitiva es no permitir el escarmiento. Es controlador no dejar que los demás se equivoquen al decirles cómo deben hacer y lo peor cómo deben ser. Un experto en recursos humanos amaba los cactus y su colección era amplia. Sus hijos entonces infantes, se sentían atraídos por aquellas plantas espinosas. La madre, más controladora que el padre no toleraba y sufría al ver que los niños pretendían agarrar los cactus con toda alegría. En una ocasión en la que la madre se ausentó, el padre alentó a las criaturas a jugar con los cactus "venga, jugad, jugad con las plantas", "me pasé dos horas quitando espinas de aquellos deditos y tuve que soportar dos horas de llantos y lamentos infantiles pero jamás tuve que advertirles de que jugar con los cactus tenía consecuencias". Permita que otros cometan ciertos errores. Si los han de cometer, los van a cometer tanto si usted lo intenta prevenir como si no. Pero ¿qué es preferible? El aprendizaje que se extrae del error o la pérdida que provoca el error en sí mismo. Piense en la cantidad de avances que se han logrado no por azar, sino por error. En una sociedad del conocimiento, como la nuestra, es preferible, desde nuestro punto de vista, cometer algún error que otro, puesto que en definitiva y con algún coste hemos generado conocimiento. De los errores generaremos conocimiento si tenemos una actitud extractora de conocimiento, de otro modo tendremos la sensación de irnos con las manos vacías. Si vamos con actitud pesimista ante el error seguiremos teniendo lo mismo de antes, más errores. Los errores sin conocimiento atraen más errores. La presunción de que alguien se va a equivocar es un tanto prejuiciosa. Lo malo no es pensar que el novato comete errores. Lo peor es que si se lo decimos al novato en cuestión le estaremos condicionando. ¿Por qué no hacer un poco de coaching y alentarle a que pise sobre terreno un poco más seguro en vez de decirle que se va a equivocar? Cuantas veces hemos "amenazado" a alguien con ese altanero "No me dejes mal, eh" al momento de "confiar" (nada más lejos de la realidad) a alguien alguna tarea. En afirmaciones de ese tipo dejamos ver nuestra desconfianza y nuestros miedos. Si confiamos de verdad no tiene cabida tal actitud en los demás. Lo peor que nos puede ocurrir después de cometer un error es aprender ¿Y eso es tan malo? Feliz error. |
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