Pero, aunque es el más popular, no es el único alimento que puede ayudarnos a evitar problemas visuales. El kiwi, las uvas rojas, el calabacín, la calabaza, las naranjas, el melón dulce, el mango, la papaya, la yema de huevo, el maíz y las verduras de hoja verde como el brécol, las espinacas o los guisantes son fuente de luteína y zeaxantinas, dos carotenoides que protegen frente a la degeneración macular y ayudan a filtrar los rayos ultravioleta lesivos.
En este sentido, la doctora y nutricionista, Matilde Sánchez-Bayton, que ha participado en el informe «Vemos lo que comemos» de la cadena de ópticas Alaine Afflelou, recomienda seguir una dieta variada en la que se incluya huevos y se consuma al menos cinco raciones de frutas y verduras al día.
Problemas de visión como las cataratas, que afecta a cuatro de cada diez personas mayores de 60 años, pueden prevenirse con una dieta rica en vitamina C, un nutriente que encontramos en cítricos, perejil, brócoli y col de Bruselas.
La vitamina E, presente en aceites vegetales, yema de huevo, nueces y semillas, aguacates, salmón, atún y langosta, juega, según la nutricionista, un papel importante en la prevención de las cataratas y la degeneración macular.
OMEGA 3 CONTRA EL GLAUCOMA
Si has notado que tus ojos se han vuelto más sensibles a la luz puede que se deba a una carencia de vitamina B12. El hígado, vaca, cerdo y cordero magros, pan integral, lácteos y setas crudas, leche, queso y yogur, con alto contenido en esta vitamina, pueden ayudarnos. En la misma línea, el salmón, la caballa, el atún, el bacalao y las sardinas, alimentos ricos en Omega 3, pueden disminuir el riesgo de padecer enfermedades de los ojos relacionadas con la edad como la degeneración macular. De hecho, las poblaciones con dietas altas en aceites Omega 3, como los esquimales, tienen una incidencia muy baja de glaucoma de ángulo abierto. Pero para proteger la visión no sólo vale con incluir en nuestra dieta determinados alimentos, sino que, según la experta, hay que limitar el consumo de otros que puede influir negativamente: el azúcar, las grasas trans, la harina refinada o el glutamato monosódico, que se añade a numerosos alimentos como potenciador de sabor.
Autor: G. Garrido |
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