lunes, 9 de mayo de 2011

Sangre reparadora para rodillas lesionadas


Sangre reparadora para rodillas lesionadas
Lo noté perfectamente. Fue el 31 de octubre de 2010, a las 11 horas 35 minutos. Un dolor insoportable en la rodilla me hizo parar en el kilómetro 28. Estiré un rato y continué la carrera. Apenas resistí 20 minutos. No pude seguir corriendo ni un metro más.
FUENTE | El Mundo Digital09/05/2011
No me importó demasiado. De hecho, sabía que aquello iba a pasarme. También que seguiría, como fuera, hasta la meta. Y así lo hice. La ocasión, hoy sigo pensándolo, mereció la pena. Era la 28 edición de la Athens Clasic Marathon, hasta entonces una de tantas maratones. Aquella fue diferente.

La carrera festejaba el 2.500 aniversario de la Batalla de Maratón y la gesta de Philippides, el guerrero hoplita que corrió hasta Atenas para anunciar el triunfo griego, muriendo nada más dar la nueva. Mítico origen del deporte popular, la efeméride no se repetiría jamás.

Así que, con la pata tiesa, deteniéndome a cada paso por los interminables arrabales de Atenas, alcancé la meta del viejo estadio Phanatinaiko. Aparte de concluir la prueba, agravé mi vieja lesión de rodilla.

CONDROMALACIA ROTULIANA

A consecuencia de haberme extirpado un menisco hace tiempo y continuar una intensa actividad física, que incluye más de mil carreras populares, entre ellas 30 maratones, y cientos de ascensiones y escaladas, se me produjo una condromalacia rotuliana y la consecuente artrosis.

Atenas fue la puntilla. Había quedado prácticamente inválido. Varias consultas con especialistas me ofrecieron diferentes soluciones: moverme poco, no subir escaleras... incluso me recomendaron una prótesis de titanio. Ninguna me servía.

Habían pasado dos meses y estaba como al principio. Entonces me puse en contacto con el doctor Míkel Sánchez como última posibilidad. Jefe del Departamento de Traumatología de la clínica USP de Vitoria, este científico lleva a cabo un tratamiento con factores de crecimiento que ha aplicado con rotundo éxito a deportistas como el ciclista Joseba Beloki, el tenista Rafa Nadal y los futbolistas Víctor Valdés o Jesús Navas. Aceptó verme. El vídeo que acompaña este reportaje es el resumen de la terapia que aplicó en mi maltrecha rodilla.

TRATAMIENTO DE MODA

Aplicado por primera vez en 1997 por el estomatólogo Eduardo Anítua para una intervención de cirugía maxilofacial, el tratamiento con plasma rico en plaquetas (factores de crecimiento, PRP) se ha puesto de moda. Aplicado por primera vez hace 11 años en una lesión del aparato locomotor, algunos deportistas de elite estuvieron entre los primeros que descubrieron sus bondades. Hoy se usa para las cosas más dispares: desde tendinopatías a cirugía estética y de artrosis al crecimiento del cabello.

"Ni esto es Lourdes ni yo soy el doctor milagro", señala el traumatólogo Míkel Sánchez nada más entrar en su consulta. Considerado máximo gurú de este revolucionario método para el tratamiento de lesiones, asegura con humildad que no hace otra cosa que "copiar un proceso que hace la naturaleza y que nos permite recuperar antes las lesiones, este es todo el mérito que tenemos". A su consulta del Servicio de Traumatología de la Clínica USP La Esperanza de Vitoria peregrinan, no obstante, deportistas de todo el mundo en busca de solución a las lesiones que les han apartado de su camino de gloria.

Y con la misma facilidad que cura, explica la terapia: "Consiste en la extracción de sangre del propio paciente, de la que separamos el plasma. Aquí se encuentran las plaquetas, que son las células encargadas de la reparación de los tejidos. Este plasma rico en plaquetas, que es donde se concentran los factores de crecimiento, se inyecta a continuación en la zona afectada. Una vez allí, aceleran los procesos de regeneración de los tejidos lesionados".

TERAPIA, NO DOPAJE

Dado que el tratamiento se aplica de manera especial a deportistas, la propia Agencia Mundial Antidopaje, AMA, ha tenido que posicionarse. Lejos de asimilar este método a las tramposas autotransfusiones de sangre, determinó que no era dopaje, pues según señala Sánchez "el plasma autólogo cura con mayor rapidez al paciente, pero no mejora su rendimiento".

En mi caso, el tratamiento se me aplicó en tres sesiones, con un intervalo de una semana entre cada una de ellas. Una vez extraída la sangre, se centrifugó, separando sus componentes y reservándose sólo el plasma, aproximadamente el 55 por ciento del volumen extraído. De aquí se recogió la parte más rica en plaquetas, que se me inyectó antes de transcurrida una hora de la extracción. Y para casa.

La sensación de recuperación no es instantánea, pero casi. Tras un periodo de reposo de 24 horas, después de cada infiltración procedí a llevar vida normal, que en mi caso no es otra que salir a la sierra, esquiar si es invierno o montar en bici.

Acabada la terapia, he potenciado mi pierna con un trabajo específico de gimnasio y algunas sesiones de fisioterapia. Al final, el tratamiento ha terminado por quitarle la razón al doctor Sánchez. Su consulta no es Lourdes, desde luego, pero los resultados son parecidos: este fin de semana he hecho una travesía en bici de 80 kilómetros y una excursión por el Guadarrama de siete horas. Volví hecho polvo, para qué negarlo, pero la rodilla ya no me duele. Habrá que esperar para ver si resiste mi ritmo y los resultados de la técnica se mantienen a largo plazo.


Autor:   Alfredo Merino

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