El trabajo, publicado en la revista Nature, fue financiado en parte por los proyectos BRAIN AND ANXIETY y GENADDICT del Sexto Programa Marco (6PM) de la UE. BRAIN AND ANXIETY ("Mecanismos neuronales del miedo y la ansiedad: interacciones entre proteasas y medios extracelulares") contó con una beca de excelencia Marie Curie por valor de 1,72 millones de euros, mientras que a GENADDICT("Genómica, mecanismos y tratamiento de la adicción") se concedieron 8,1 millones de euros a través del área temática "Ciencias de la vida, genómica y biotecnología aplicadas a la salud". Sus hallazgos podrían ser beneficiosos para el tratamiento y la prevención de trastornos psiquiátricos relacionados con el estrés.
El equipo investigador, dirigido por la Universidad de Leicester (Reino Unido), ha logrado obtener información nueva sobre un enigma ya antiguo: el por qué de que una minoría de personas que ha experimentado situaciones traumáticas desarrolle trastornos de ansiedad. El trastorno de ansiedad afecta a cerca de dos de cada diez personas al menos una vez en su vida. Los expertos opinan que la prevalencia acumulada a lo largo de la vida del conjunto de trastornos relacionados con el estrés podría llegar a alcanzar el 30%, aunque advierten de la dificultad de concretar dicha cifra.
"Los trastornos relacionados con el estrés afectan a un porcentaje elevado de la población y generan repercusiones personales, sociales y económicas de gran envergadura", aseguró el Dr. Robert Pawlak de la Universidad de Leicester, coautor del estudio y beneficiario de la beca de excelencia Marie Curie. "Ya se sabía que ciertas personas son más vulnerables que otras a los efectos dañinos del estrés. Casi todo el mundo se ve envuelto en acontecimientos traumáticos, pero sólo algunas personas llegan a sufrir trastornos psiquiátricos relacionados con el estrés como la depresión, la ansiedad o el trastorno por estrés postraumático. Las causas no se conocen con certeza."
Según el Dr. Pawlak, el equipo sentía curiosidad por los motivos que provocan que unas personas sean más vulnerables al estrés que otras, puesto que apenas se sabía nada sobre la correlación entre los traumas psicológicos y el desarrollo de ansiedad patológica.
"Nos preguntábamos por la base molecular de la ansiedad como consecuencia de estímulos dañinos", recordó el Dr. Pawlak. "¿De qué manera las señales estresantes del entorno llegan a tener consecuencias en el comportamiento? Investigamos estas cuestiones desde varias perspectivas combinadas: la genética, la molecular, la electrofisiológica y la del comportamiento. De este modo salió a relucir una ruta decisiva y desconocida hasta entonces que media en la manifestación de la ansiedad en respuesta al estrés."
La amígdala cerebral, que los autores describen como el centro emocional del encéfalo, reacciona al estrés intensificando la producción de una proteína llamada neuropsina. Así se desencadena una cascada de reacciones químicas que a su vez aviva la actividad de la amígdala. De este modo se activa un gen que determina la respuesta al estrés a nivel celular.
"Después examinamos las consecuencias en el comportamiento de esta serie de acontecimientos celulares motivados por el estrés y localizados en la amígdala cerebral", explicó el Dr. Pawlak. Las sensaciones provocadas por el estrés conducen a que se eviten las situaciones estresantes, pero cuando las proteínas producidas por la amígdala están bloqueadas, el estrés no provoca consecuencias en el comportamiento. "Concluimos pues que la actividad de la neuropsina y otras sustancias relacionadas puede ser lo que determina la vulnerabilidad al estrés", argumentó.
En alusión a los resultados de este estudio, el primer firmante Benjamin Attwood, de la Universidad de Leicester, apuntó: "Este ha sido un proyecto al que hemos dedicado toda nuestra atención con el objetivo de descubrir de qué forma las vivencias pueden alterar la manera de comportarse. Ojalá este trabajo resulte de ayuda para quienes tienen que vivir con las dañinas consecuencias de haber pasado por experiencias traumáticas."
El Dr. Pawlak concluyó: "Estamos muy entusiasmados por estos hallazgos. Ahora es necesario realizar otra investigación que extrapole nuestros hallazgos al entorno clínico, pero en principio este descubrimiento abre nuevas posibilidades para la prevención y el tratamiento de los trastornos psiquiátricos relacionados con el estrés, como la depresión y el trastorno por estrés postraumático".
En el estudio participaron científicos de la Academia de Ciencias de Polonia y del Instituto de Ciencia y Tecnología de Nara de Japón. |
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