El equipo de PHIME hace un llamamiento a los responsables políticos para que controlen de forma sistemática los niveles de metales tóxicos a los que está expuesta la población y tomen medidas para reducir la emisión de este tipo de sustancias al medio ambiente.
PHIME recibió 13,4 millones de euros de financiación a través del área temática «Calidad y seguridad alimentaria» del Sexto Programa Marco (6PM) de la UE. El proyecto se propuso investigar la exposición a metales tóxicos, su impacto en la salud pública y las fuentes de emisión. PHIME se centró en grupos vulnerables como fetos, bebés y niños, mujeres en edad fértil y mujeres mayores.
Uno de los metales investigados fue el arsénico, calificado por el coordinador del proyecto Staffan Skerfving de la Universidad de Lund (Suecia) como «un elemento feo». «Es muy tóxico para el feto», indicó a CORDIS Noticias, y explicó que los fetos expuestos a niveles elevados de este metal tóxico corren un riesgo mayor de aborto, malformación y muerte perinatal. El arsénico también afecta al sistema nervioso central y los niños expuestos a él durante el embarazo y durante los primeros compases de la vida pueden ver reducido su coeficiente intelectual. Más adelante, la exposición a arsénico puede desactivar el sistema inmunitario y aumentar el riesgo de cáncer.
La investigación de PHIME ha revelado que la vulnerabilidad a los efectos del arsénico y otros metales tóxicos se debe en parte a factores genéticos. «Algunas personas pueden deshacerse del arsénico mucho mejor que otras y hemos estudiado poblaciones muy expuestas al arsénico para descubrir por qué», indica el profesor Skerfving.
Por ejemplo, ciertos habitantes de los Andes se han visto expuestos a entornos con arsénico durante miles de años y parece ser que han desarrollado la capacidad de vivir en esta situación. «Se ha producido una selección [natural]», indica el coordinador del proyecto. En cambio, los habitantes de Bangladesh, donde la presencia de arsénico en el agua de consumo es un fenómeno relativamente reciente provocado por la perforación de millones de pozos, son aún muy sensibles al arsénico.
Otro elemento estudiado por PHIME es el cadmio. En este caso el grupo en mayor riesgo es el de las mujeres mayores por dos razones. En primer lugar porque la exposición al cadmio aumenta el riesgo de osteoporosis en mujeres. Las mujeres son especialmente vulnerables a la contaminación por cadmio debido a que también son más propensas a sufrir deficiencia de hierro, lo que a su vez provoca una mayor absorción de cadmio en el tracto gastrointestinal. Con el paso de los años el cadmio se acumula en el organismo. En segundo lugar, el cadmio simula los efectos de la hormona estrógeno y podría aumentar el riesgo de padecer cánceres dependientes de estrógeno como el de pecho.
La exposición al cadmio procede de los alimentos, pues se trata de un elemento común en los fertilizantes y las plantas lo absorben a través de sus raíces. La investigación de PHIME ha desvelado que incluso un nivel bajo de exposición como el de Suecia puede ser perjudicial para la salud humana. El problema radica en que el cadmio permanece en el medio ambiente durante mucho tiempo.
«Las emisiones industriales y los fertilizantes con cadmio deben prohibirse para eliminar un riesgo ya presente», enfatiza el profesor Skerfving.
Uno de los grandes logros recientes en relación a un metal tóxico tuvo que ver con el plomo. Su eliminación de la gasolina redujo enormemente la exposición de los niños a la contaminación por este metal. No obstante, el profesor Skerfving advierte que no es momento para la autocomplacencia. «La reducción observada, pese a ser muy buena, no es suficiente», indica. «Sigue produciéndose un efecto y aún hay mucho que avanzar.»
El plomo aún se introduce en el medio ambiente debido a las emisiones industriales, y en el entorno todavía existe plomo procedente de la gasolina.
El proyecto PHIME está a punto de finalizar, pero el profesor Skerfving indica que aún es necesario investigar mucho más este ámbito. «Debemos controlar mejor la exposición a metales tóxicos», indica. Aunque existe cierta cantidad de información sobre la exposición a plomo y cadmio de ciertas poblaciones, no se están realizando trabajos para medir de forma sistemática la exposición a otros metales tóxicos.
El equipo de PHIME también desea que se amplíe la investigación realizada sobre el efecto de los metales tóxicos en las plantas. El proyecto ha realizado gran cantidad de trabajo en este ámbito, pero aún es necesario obtener más información. «¿Es posible criar tipos de trigo y arroz que acumulen menos cadmio y más zinc?», plantea el profesor Skerfving.
Por último, debe ampliarse la investigación sobre las condiciones genéticas que determinan los efectos tóxicos, tema estudiado por el proyecto PHIME en profundidad. «Existen diferencias enormes en la susceptibilidad [genética] a los metales tóxicos y desearíamos averiguar por qué», indica el profesor Skerfving.
Mientras tanto, el equipo se dedica a entrevistarse con responsables políticos de toda Europa para asegurarse de que sus descubrimientos se transforman en políticas que protejan a la población frente a los efectos de los metales tóxicos. |
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