Y, ¿cómo apagaremos el cigarro?
29 ENERO 2005
Soy ex fumadora crónica. Como muchos de mi especie, dejo y retomo el cigarro cada vez que la bronquitis cede y se me olvidan los accesos de tos, la flema persistente y la falta de aire al respirar.
Soy lo que se dice un ser irracional: inmune a las campañas contra el tabaquismo, aunque no haya podido serlo al daño que provoca fumar, insisto en el suicidio lento de devolver una y otra vez el cigarro a las ventanas de mi cuerpo, como si las quisiera cerrar.
La pregunta es por qué. Por qué tanta gente informada y capaz de resolver asuntos más difíciles, actúa como si careciera de sentido común, cuando se trata de su propia salud y muchas veces hasta de su vida.
Algo de estúpidos tenemos los que actuamos así. No lo niego. Pero también tenemos algo de lo contrario. Porque, qué sentido tiene renunciar al placer de encender y halar el humo con labios propios, si todo el día, a toda hora y en cualquier lugar, como creo que dice una mala canción, hay gente que “te hace fumar” sin que toques siquiera un pedazo de cigarrillo.
No pretendo culpar a otros de mis debilidades. Ni de la física que me incapacita para respirar en los espacios llenos de humo durante mis períodos de no fumadora. Ni de la moral, que me impide tomar una drástica decisión en cuanto al abandono definitivo del vicio.
Pero hablemos claramente y con toda la experiencia de los reincidentes: el fumador cubano es como regla maleducado y desconsiderado. Muy pocos, por no decir ninguno, pide permiso para encender su cigarro y todos son especialmente crueles con los que tratan de salirse del círculo fumador.
El solo hecho de que todavía se fume en hospitales, escuelas y locales cerrados -hasta en un ascensor muchos se montan fumando- nos dice de qué grado de impunidad han estado gozando los habitantes de este archipiélago que gastan dinero y salud en el placer perverso de fumar y hacer fumar a otros que no quisieran.
Por eso me alegró tanto la decisión de poner ley donde el consejo ha sido inútil. Pero al propio tiempo, me preocupa mucho cuál será el destino de los nuevos preceptos. En últimas, hace tantos años ya que ni me acuerdo, también legislamos contra la contaminación ambiental por otros humos nocivos y por el ruido y estoy por conocer quién, cuándo y dónde sanciona a los infractores cotidianos y visibles que van y vienen con absoluta impunidad viciando el aire.
Solo eso quiero: agradecer a los que han puesto la ley que puede salvarme por fin y preguntar a los que deben aplicarla, qué garantías hay de que lo harán.
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