sábado, 13 de noviembre de 2010

Productos bajos en CO2


Productos bajos en CO2
Desearía usted saber ¿cuál es el impacto ambiental que causa la lata de atún que compra?, ¿cuántas emisiones de gases genera el transporte de un kilo de kiwis desde Nueva Zelanda hasta Cataluña?, ¿qué contribuye más al cambio climático, un zapato fabricado en España u otro importado? Las consecuencias que tienen sobre el calentamiento el consumo ha hecho que algunos países europeos hayan empezado a etiquetar productos de alimentación con el cálculo de la huella ecológica que ocasionan las mercancías.
FUENTE | La Vanguardia Digital14/11/2010
Tesco, una de las cadenas de supermercados más importantes de Gran Bretaña, ha comenzado a poner la etiqueta de carbono en sus productos; patatas fritas o zumos de naranja indican las emisiones de CO2 asociadas. Los hipermercados Casino, de Francia, ofrecen decenas de alimentos que marcan la huella que dejan sobre el planeta, medida en gramos de CO2 por cada cien gramos de producto. Y otras empresas hacen lo mismo (Migros en Suiza, firmas embotelladoras en Francia o Gran Bretaña, de harina de avena en Finlandia). El operador Orange ha empezado a explicar la huella de la telefonía móvil. En todos estos casos, se hace una estimación de la cantidad de gases invernadero emitidos en todas las etapas de producción y transporte de una mercancía.

FRANCIA, EN LA PUNTA DE LANZA
En Francia, las reacciones de los consumidores al ver la etiqueta de carbono "han sido positivas; se valora que la empresa hace un esfuerzo para medir y bajar las emisiones de gases; pero, los clientes no entienden aún la información con precisión, y no saben si lo indicado, en gramos de CO2 es mucho o poco," dice Olivier Jan, director general adjunto de Bio Intelligence Service (BIS), empresa especializada en evaluar el ciclo de vida del producto. "Estamos en una fase de educación y sensibilización".

La UE no tiene previsto regular este etiquetado ni hacerlo obligatorio, aunque sí ha incluido este tipo de estudios entre las futuros planes de acción contra el calentamiento. No obstante, este etiquetado puede sufrir empujón con la decisión del gobierno francés (Ley Grenelle) de poner en marcha a partir de julio una vasta experiencia para generalizar la introducción del etiquetado. La iniciativa durará un año, en ella podrán participar voluntariamente las empresas y servirá para armonizar los sistemas de cálculo de emisiones. Si funciona, el gobierno francés podría plantearse que la etiqueta sea obligatoria a partir del 2013.

Todo indica que una información detallada sobre la huella del carbono favorecerá el consumo de artículos de proximidad, en detrimento de los importados (que consumen más combustible). Las recomendaciones dietéticas de Suecia en base a criterios ambientales relegan la carne, el salmón noruego y el aceite de palma de Malasia, lo que ha generado reacciones de los sectores afectados. "Es necesario que el ciudadano reciba la información sobre las emisiones de CO2 para que pueda tomar la decisión más sana y más correcta", dice Jordi Ortega, investigador de la Universidad Carlos III.

Opinión del Ministerio de Medio Ambiente Teresa Ribera, secretaria de Estado de Cambio Climático, ve necesario que las empresas españolas vayan ofreciendo de manera voluntaria esta información. "Es la manera de acercar a los ciudadanos el conocimiento y la convicción de que lo que hagan en el momento de la compra no es indiferente. El ciudadano va actuar atendiendo a criterios diversos; pero cada vez lo hará de manera más responsable", opina.

En España aún colea la polémica por Quesos El Ventero, que anunció que su queso era "neutro en carbono" (al descontar emisiones de CO2 por una inversión en un parque eólico). Su osadía fue muy criticada por cuantos afirmaban que no había un respaldo metodológico fiable. Por eso, los expertos consideran que "es necesario homogeneizar las diferentes herramientas de medición, pues pequeñas diferencias en el modo de análisis pueden crear diferencias significativas en los productos", cuenta Olivier Jan.

La multitud de iniciativas puestas en marcha por las empresas españolas (para medir productos y procesos industriales) hace necesario que el Ministerio de Medio Ambiente deba poner orden y homogeneizar los criterios de medición, "para evitar la confusión entre los consumidores, pues empresas y consumidores quieren que el etiquetado se haga bien", según Elvira Carles, directora de laFundación Empresa y Clima, vinculada a la Cambra de Comerç de Barcelona.

Teresa Ribera ve prioritario, en una primera etapa, que las empresas (incluidas las verificadoras) puedan desarrollar sus instrumentos de información y medición "sin una excesiva intervención" de la Administración. Sólo para una segunda fase, cuando los procedimientos se vayan generalizando, ve necesario abrir una segunda etapa "en la que se introduzca algún tipo de homologación para que la información no sea falsa". El Ministerio de Medio Ambiente impulsó un código de buenas prácticas y autorregulación que ha permitido que las marcas hayan reducido el uso abusivo de la una publicidad engañosa que ha presentado compulsivamente múltiples productos como "ecológicos" y "sostenible" sin ninguna base. "Se ha avanzado, gracias al código de autorregulación, pero aún debemos evitar que determinadas marcas se autoproclamen como ecológicas y den información falsa o sesgada", dice Pere Fullana, director del Grupo de Investigación en Gestión Ambiental de la Escuela Superior de Comercio Internacional (UPF). Fullana colecciona despropósitos en la materia.

El impacto del vino y otras estrategias empresariales La información sobre la huella del carbono puede favorecer los artículos de proximidad y ser, en cambio, como una losa para las mercancías importadas desde lugares lejanos (por el mayor gasto de combustible). Es significativo que las iniciativas de etiquetado han surgido sobre todo en países con un mayor aprecio del consumidor hacia los productos nacionales. Pero algunas de estas afirmaciones son matizables. "Nuestro análisis demuestra que el vino del Penedès vendido en Estados Unidos tiene menos impacto que el procedente de California, puesto que el de California es transportado en avión", tercia Pere Fullana, que ha estudiado los impactos de los vinos de la Rioja y el Duero. El resultado es que antes de que el consumidor haya podido atisbar la opción de poder elegir en el mercado un producto en función del CO2 emitido, las empresas ya utilizan los análisis del ciclo de vida dentro de sus estrategias de competitividad y para ganar mercados.

"A los ciudadanos les parece bien que el artículo lleve asociadas menos emisiones de CO2; la gran cuestión es si están dispuestos a pagar más por ello", dice Elvira Carles, directora de la Fundación Empresa y Clima.

"Por una cuestión de moda, algunas marcas quieren conocer el impacto de su producto midiendo las emisiones de CO2, pero en algunos sectores este dato es irrelevante. Para el sector de las pinturas es prioritario conocer la toxicidad del producto, o para el queso, la clave es conocer la eutrofización que ocasiona en las aguas", precisa Pere Fullana.

"La tendencia a analizar el ciclo de los productos es muy nueva, y por lo tanto, ahora nos encontramos sobre todo con un problema de falta de regulación y de criterios. Ahora, te puedes encontrar con anuncios y publicidad de distinta compañías sin un estándar único con el que compararse. El dato positivo es que cada vez hay más interés en las empresas que están cerca del consumidor final, como en el sector de la alimentación", explica Kepa Solaun, director de Factor CO2. "En España hay ciertos productores que han empezado a hacer el etiquetado del CO2, pero todavía hay poca normalización", agrega.

ACUERDOS Y VOLUNTARIOS
Mango y empresas aceiteras andaluzas ya miden sus emisiones, mientras que el Departament de Medi Ambient ayuda a las empresas a aplicar planes voluntarios para reducir gases, según recuerda Frederic Ximeno, director general de Polítiques Ambientals de la Generalitat.

Las empresas comprometidas en este objetivo de reducción de gases deben quedar adheridas a un registro voluntario y tendrán que cumplir una serie de requisitos. En primer lugar, deben calcular sus emisiones de CO2 con criterios y pautas establecidos, y luego detallar el tipo de medidas que piensan aplicar para lograr su objetivo. Las empresas pueden reducir gases en el proceso productivo o disponer de la posibilidad adicional de compensar las emisiones, para lo cual pueden acudir al mercado de derechos de emisión. En última instancia la Administración acepta que puedan restar emisiones con proyectos de inversión limpia en países en desarrollo, aunque todo ello se debe hacer bajos estándares rigurosos homologados, para evitar que las iniciativas se conviertan en falsas promesas, según explica Frederic Ximeno. 

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