Sus descubridores creen que esta galaxia fue una de las primeras en disipar una espesa niebla de hidrógeno que oscurecía el universo para convertirlo en la inmensidad brillante que se conoce hoy.
La galaxia, llamada UDFy-38135539, fue intuida por el telescopio espacial Hubble de la NASA, que, en verano de 2009, tomó una fotografía de la región más lejana del universo que se había observado. La imagen ayudó a expertos de Francia y Reino Unido a apuntar el Telescopio Muy Grande (VLT) de Chile, uno de los mayores observatorios del mundo, al punto del cielo adecuado.
El resultado fue un mensaje del pasado en forma de rayos infrarrojos que, según sus cálculos, se generó tan sólo 600 millones de años después del Big Bang, que ocurrió hace 13.700 millones de años.
"Se trata de la galaxia más brillante de aquel tiempo", explica Matthew Lehnert, investigador delObservatorio de París y autor principal del trabajo, publicado en Nature.
Si hubieran existido seres humanos o telescopios en la época en la que se formó UDFy-38135539, apenas podrían haber visto nada con ellos, pues el espacio era opaco y estaba cubierto por una niebla de hidrógeno que sumía al universo en la llamada "época oscura".
La luz que comenzaron a emanar las estrellas de UDFy-38135539 separó esos átomos de hidrógeno, haciendo el espacio más transparente y observable. A medida que otras estrellas y galaxias se sumaron, la niebla fue desapareciendo hasta que el universo llegó a una transparencia similar a la actual, cuando tenía unos 1.000 millones de años, explica José Alberto Rubino-Martín, un investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias que no ha participado en el estudio.
"Es un trabajo muy importante y además supone un hito tecnológico", explica el investigador, que compara el VLT a una descomunal cámara de fotos. "Para captar la luz de esta galaxia, los expertos han utilizado una cámara con una lente de ocho metros de diámetro y han mantenido el obturador abierto durante 16 horas", detalla.
UDFy-38135539 es diez veces más pequeña que la Vía Láctea que alberga la Tierra, explica Lehnert. Su composición también parece diferente, pues apenas parece haber metales necesarios para que se formen planetas similares a los que hay en el Sistema Solar. Los expertos creen que esta galaxia no disipó las tinieblas por sí sola, sino que hubo otras más tenues que también contribuyeron.
El equipo está estudiando otras dos galaxias candidatas a haber contribuido al proceso, conocido como reionización, aunque su distancia a la Tierra parece ser menor que la de UDFy-38135539, concluye Lehnert.
Autor: Nuño Domínguez |
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