Autora: Wislawa Szymborska
Editorial: Ediciones Igitur
Recomendado para: Grandes lectores
Poesía
Cuando Szymborska ganó en premio Nobel de literatura no sabía de quien se trataba. Cuando murió, hace pocas semanas, sabía que era una poeta y que un amigo se había fatigado las calles de París para conseguir aún cuando fuera una versión bilingüe polaco- francés. El día de su muerte Hector Abad Faciolince publicó unas cuantas palabras acerca de su obra. En Colombia nadie pareció haberse enterado de que una de las voces más bellas de la poesía había muerto. Creo que sólo mi amigo y yo sabíamos que se trataba de alguien que valía la pena recordar. Él tenía más razones que yo.
Mis últimas semanas han sido ajetreadas, congestionadas y ruidosas. Los libros han seguido apilándose en columnas peligrosas que amenazan caerse con cada corriente de aire que pasa cerca. Mi esposa, cansada de repetirme algo acerca del orden, los arrincona una y otra vez sobre el escritorio mientras que yo, terco, los devuelvo una y otra vez al pie de la cama. Pero no ha habido tiempo. Entonces encontré a Szymborska. Entonces recordé porque la poesía está construida del mismo material que la narrativa pero impone unas leyes diferentes al lector. Más aún si hablamos de la poesía de Szymborska.
Las oraciones, los versos si se quiere, que esta mujer utiliza están muy lejos de cualquier afán pretencioso y extravagante. Sus palabras son sencillas y diáfanas. Sin embargo cuando crees que están entendiendo algo, a mitad de una frase, te das cuenta que estás perdido, que algo ha pasado en el trayecto desde que tu cerebro comenzó a pegar una letra tras otra. Así que al devolverse entiendes que hay una propuesta tenaz y hermosa en cada figura literaria que la autora emplea, entiendes que a cada paso que has dado, cada instante en el que te has detenido, tiene una magia secreta, un secreto significado que te está siendo revelado. No estás frente a un poema, sino ante un hechizo que te revela la magia que existe en el mundo.
En este mundo ajetreado y cruel, las palabras de Szymborska nos hacen detenernos y recordar que la vida no es este afán ni la inclemencia del tiempo ni del trabajo. Nos recuerda que la vida sucede, que la vida es otra cosa.
Perspectiva
Se cruzaron como dos desconocidos,
sin gestos ni palabras,
ella de camino a la tienda
él de camino al coche.
Quizá entre la consternación,
o el desconcierto,
o la inadvertencia,
de que por un breve instante
se amaron para siempre.
No hay sin embargo garantía
de que fueran ellos.
Quizá de lejos sí,
pero de cerca en absoluto.
Los vi desde la ventana,
y quien mira desde arriba
se equivoca con mayor facilidad.
Ella desapareció tras una puerta de cristal,
él subió al coche
y arrancó rápidamente.
Así que no pasó nada
ni siquiera si pasó.
Y yo sólo por un momento
segura de lo que vi,
intento ahora en un poema casual
convenceros a Vosotros Lectores
de que aquello fue triste.
Traducción de: Abel Murcia
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Publicado por Diego Fernando Marín para Lecturas para todos el 2/17/2012 08:26:00 PM
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