"Se trata de una intervención de alta complejidad sobre la que no existen antecedentes ni experiencias previas", indicó la Consejería de Sanidad de la Generalitat valenciana, que no quiso ofrecer más información "hasta que la evolución del paciente lo permita". Cavadas contó con la colaboración de cirujanos de su clínica privada, así como el apoyo de personal sanitario del hospital público valenciano y de técnicos de laOrganización Nacional de Trasplantes (ONT).
El receptor es un hombre joven con "requisitos médicos óptimos" que sufrió un accidente de tráfico en el que perdió las dos piernas por encima de las rodillas, como informó el mes de mayo de 2010 el Ministerio de Sanidad al dar vía libre a la intervención. La operación se ha ido postergando hasta la aparición de un donante adecuado, sobre el que la Generalitat pidió que se respetara su anonimato.
Tras el siniestro y la amputación de los miembros inferiores del paciente, apenas le quedaron 15 centímetros de extremidades. Esta circunstancia ha sido determinante a la hora de autorizar el trasplante, ya que no se le podía adaptar ninguna prótesis que le permitiera moverse.
El hecho de que nunca antes se hubiera afrontado esta intervención no se debe a que exija una complejidad técnica muy superior a la de un injerto de miembros superiores, de los que ya existen unas 60 experiencias en el mundo. "La dificultad es algo mayor que con los brazos, pero no porque requiera de cirugía más fina, sino porque la cantidad de músculo es mayor", apuntó el director de la ONT, Rafael Matesanz. El principal problema está en que "las indicaciones son muy limitadas", debido a que hay que analizar con detalle la relación entre el riesgo al que se expone el paciente y el beneficio esperado de la operación.
Si solo falta una extremidad, el trasplante ni se plantea ya que la ortopedia es la mejor opción. Por ello, no se ha practicado ningún trasplante de una sola pierna, como recuerda Matesanz. Incluso si se han perdido las dos y la amputación se produjo por debajo de la rodilla, las prótesis -cada vez mejores- siguen siendo el recurso ideal, ya que permiten no solo sustentar el cuerpo sino proporcionar movilidad al paciente. Cuestión distinta es cuando, como en este caso, los muñones están cercanos a la cadera y no existen extremidades ortopédicas capaces de ajustarse al paciente. Solo entonces puede compensar afrontar una compleja, larga y laboriosa cirugía -en buena parte microcirugía- que, en esencia, consiste en conectar el hueso, venas y arterias, nervios, así como suturar el músculo y piel de donante y receptor.
Tras la primera fase de recuperación, el paciente afronta dos grandes retos. Por un lado, adaptarse a la agresiva medicación inmunosupresora que recibe para combatir un posible rechazo a su nuevo miembro y que le acompañará toda su vida. Por otro, una prolongada y dura rehabilitación. Los nervios del paciente no se conectan a los del donante, sino que se extienden a lo largo de las nuevas piernas hasta inervar en el músculo. El crecimiento es lento, aproximadamente de un milímetro diario, por lo que pasa más de un año hasta que coloniza el nuevo órgano y enlaza con todos sus músculos. Por ello habrá que esperar varios meses para saber si el paciente puede volver a nadar.
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