Después de un largo proceso de transformación, los sistemas docentes de los países avanzados se adentran en la Nueva Economía
El desarrollo de megauniversidades virtuales que difunden contenidos tanto a través del sistema tradicional como de Internet, la profesionalización del material didáctico que utiliza los multimedia, así como la aparición de sistemas de evaluación externos, son las tendencias que están llevando a la educación a integrarse en la Nueva Economía. Educación permanente, educación generalista, educación de geometría variable, educación flexible apoyada en el soporte de las tecnologías de la información, son los perfiles del sistema educativo que se aproxima. Por Emilio Fontela.
Red de universidades interconectadas
La Educación, como conjunto de los servicios de gestión y transmisión del conocimiento, es una actividad productora prioritaria en las economías de los países industriales avanzados.
Por un lado, en lo que podríamos llamar educación para el largo plazo, los servicios educativos transmiten los valores de la sociedad, aseguran la relación temporal entre el pasado, el presente y el futuro.
Estos servicios son “superiores” no sólo en el sentido de las funciones de consumo (o sea, con elevadas elasticidades de precios y rentas), sino que son servicios “superiores” para la sociedad en su conjunto, por lo que todos los miembros de la sociedad deben tener acceso a ellos.
En principio, esta función de la educación debe facilitar la eclosión de las características más creativas de cada individuo, y al mismo tiempo debe prepararle para la flexibilidad frente al cambio permanente de las bases del conocimiento.
Educación como valor económico
Por otro lado, en lo que podríamos llamar educación para el corto plazo, los servicios tienen carácter formativo y un elevado valor económico.
La educación para el corto plazo tiene como finalidad proporcionar el conocimiento indispensable para la actividad productiva, el capital humano operacional que interviene en los procesos de acumulación de intangibles y que origina gran parte de las ganancias de productividad total de los factores.
La educación primaria y secundaria tiene mayoritariamente objetivos de largo plazo, mientras que en la educación terciaria se comparten ambos objetivos.
Tradicionalmente encerrada en sus finalidades educativas de largo plazo, durante el largo proceso de desarrollo de la Sociedad Industrial la Universidad ha ido incorporando objetivos a más corto plazo.
Financiada por el sector público, con impuestos pagados por la sociedad en su conjunto, era imposible que la Universidad se dedicara únicamente a buscar la verdad, sin mayores preocupaciones por la situación material de su entorno.
Servicios socioeconómicos
Es así como, década tras década, durante los últimos dos siglos, la educación terciaria ha incorporado un número creciente de servicios (en forma de facultades, licenciaturas o cursos) de mayor interés socio-económico (véanse las escuelas de ingenieros en el siglo XIX o el estudio de la economía y de las ciencias sociales y políticas en el siglo XX).
La característica principal de estos nuevos servicios es que tienen un valor de mercado y con frecuencia se encuentran con demandas solventes: los individuos están especialmente dispuestos a adquirir bienes educativos superiores que, al facilitar su actividad productiva, les permiten mejorar sus niveles de renta y bienestar.
En este contexto, una parte creciente de la educación superior se estructura en grupos de productos (carreras, especializaciones) que constituyen en toda regla una oferta de servicios, con diferentes niveles de calidad y de precios. Es obvio que la producción de estos servicios puede ser de gran interés económico para numerosos agentes del sector privado.
La Universidad pública no estaba bien preparada para una evolución de esta situación de mercado, y la existencia de oportunidades concretas de negocio tenía que acabar con su monopolio de la educación terciaria.
Tecnologías de la educación
Así, progresivamente se han desarrollado universidades privadas, y más recientemente universidades corporativas estrechamente vinculadas a las demandas empresariales.
Para darle mayor fluidez a este sistema de mercado también se han iniciado actividades de servicios de intermediación que agilizan el necesario encuentro entre ofertas y demandas. Todos estos nuevos agentes necesariamente se interesan al desarrollo de la tecnología educativa.
En general, la educación no ha sido ejemplar en lo que se refiere a la introducción de las nuevas tecnologías de la información en sus sistemas productivos: las fórmulas tradicionales de transmisión del conocimiento, y en particular la relación maestro-alumno, están tardando en adaptarse a las posibilidades que ofrecen las telecomunicaciones, los ordenadores o los multimedia.
Algunas tendencias recientes hacen entrever, sin embargo, cambios importantes del sistema productivo de la educación, especialmente en los que hemos denominado actividades de corto plazo de elevado interés socio-económico.
Tendencias de cambio
Conviene destacar al respecto:
· El desarrollo de Megauniversidades virtuales que proporcionan educación a distancia utilizando soportes tecnológicos avanzados con una elevada calidad en sus contenidos. Esta nueva configuración educativa reduce en más de un 50% el coste de formación por alumno.
· La transformación de la educación in situ en una educación mixta, (que difunde contenidos tanto del sistema profesoral tradicional como de Internet), y que incluye elementos de la educación a distancia (introducción en la red de cursos de alto nivel pedagógico por algunas grandes universidades americanas).
· La profesionalización de la preparación del material didáctico que utiliza los multimedia, lo que hace intervenir en el proceso educativo a nuevos profesionales que no se integran necesariamente en las organizaciones universitarias.
· La aparición de sistemas de evaluación externos, diferentes de los sistemas de educación, que reducen el valor de la certificación tradicional.
Más tecnología y menos costos
En general, las tendencias más profundas que se detectan al introducir las tecnologías de la información en la enseñanza universitaria serían:
· La automatización de la parte más repetitiva y menos creativa de la enseñanza, siguiendo las pautas de la automatización en el resto de los sectores económicos y desarrollando contenidos de multimedia.
· La disminución de los costes unitarios de difusión del conocimiento.
Estas tendencias hacen que la educación de corto plazo, orientada al mercado, se esté integrando paulatinamente en la Nueva Economía: nuevas tecnologías, mayor productividad, menores costes, mayor competencia y menores precios; nuevas demandas estimuladas por el carácter “superior” de los consumos educativos y, sus elevadas elasticidades, precios y rentas.
Explosión de nuevos mercados educativos
Así se explica la extraordinaria explosión de los nuevos mercados educativos en Estados Unidos, que contrasta con el estancamiento de los procesos educativos a largo plazo, que por su naturaleza son esencialmente de no-mercado y el estancamiento del gasto público en este sector en la mayoría de los países europeos.
Es más, existe cierto riesgo de reducción de las actividades de educación de carácter generalista como la filosofía, la literatura, las ciencias sociales o las ciencias naturales.
Aún en el caso de enseñanzas con aparente finalidad económica como las relacionadas con la ciencia económica, se observa una evolución del alumnado y del profesorado hacia la formación empresarial y financiera, que parece más adaptada a la demanda.
Estas evoluciones demuestran la creciente miopía del sistema universitario. Aún cuando se considere que la preparación de los trabajadores que demanda la economía es un elemento esencial de la actividad de educación superior, es evidente que lo más importante, lo fundamental, es dotar a los estudiantes de la capacidad de adaptación a un entorno dinámico en fase de transformación hacia la utopía de una Sociedad de la Información.
Brain workers
Los trabajadores del futuro serán investigadores que desarrollan nuevos procesos y productos. Serán “brain-workers”, innovadores de sistemas capaces de afrontar la solución de problemas complejos.
También serán empresarios de ellos mismos, autoempleados, o serán agentes públicos, comprometidos con la satisfacción de las necesidades colectivas, verdaderos altruistas.
Es muy probable que estos cuatro prototipos del trabajo-producto, constituyan los pilares de apoyo de la sociedad postindustrial, su mejor capital humano.
¿Qué tienen en común estos investigadores, estos brain-workers, estos empresarios o estos servidores de la colectividad?. Sin duda comparten el aspecto fuertemente vocacional de su actividad, pero también se asemejan en sus características de curiosidad intelectual, de creatividad, de polivalencia, de flexibilidad. Todos los valores positivos del ser humano encuentran en este nuevo tipo de trabajo un medio de expresión preferente.
Ideal de futuro
Los retos para los sistemas educativos son obvios: en la sociedad post-industrial, la educación debe facilitar que florezcan las virtudes creativas en todas las fases de la vida; la educación debe incluir fundamentos metodológicos generales que permitan en cualquier momento cambiar de orientación temática; la educación debe proporcionar los medios de búsqueda de la información que permitan profundizar en el momento oportuno.
Educación permanente, educación generalista, educación de geometría variable, en el fondo, educación flexible apoyada en el soporte enriquecedor de las tecnologías de la Sociedad de la Información, son los perfiles del sistema educativo que se aproxima.
¡Que lejos están todavía de este ideal futuro tantos y tantos sistemas de enseñanza compartimentados y finalistas!.
Un análisis de la insatisfacción creciente en torno a numerosas carreras formativas actuales, promueve en general recomendaciones en favor de una definición más precisa de su contenido, para que este se adapte mejor a las demandas de las empresas o de las administraciones.
Integración de informaciones
Son sin embargo recomendaciones peligrosas. El trabajo está en mutación; las competencias que hoy reclama el mercado tienen una vida cada vez más corta. Competentes hoy, inútiles mañana.
El trabajador que posee los medios necesarios para adaptar continuamente sus conocimientos, estará siempre satisfecho, será siempre competente.
En el fondo, lo que reclama la sociedad futura de su capital humano es una capacidad ilimitada de integración de informaciones, lo que a su vez requiere una formación básica que haya desarrollado plenamente la capacidad de razonamiento.
La lógica recupera así un lugar privilegiado en la filosofía educativa. Hay que enseñar a pensar. La Universidad de la educación de largo plazo tiene más futuro que presente.
Emilio Fontela es Profesor Asociado de la Universidad Autónoma de Madrid y Profesor Honorario de la Universidad de Ginebra.
Por un lado, en lo que podríamos llamar educación para el largo plazo, los servicios educativos transmiten los valores de la sociedad, aseguran la relación temporal entre el pasado, el presente y el futuro.
Estos servicios son “superiores” no sólo en el sentido de las funciones de consumo (o sea, con elevadas elasticidades de precios y rentas), sino que son servicios “superiores” para la sociedad en su conjunto, por lo que todos los miembros de la sociedad deben tener acceso a ellos.
En principio, esta función de la educación debe facilitar la eclosión de las características más creativas de cada individuo, y al mismo tiempo debe prepararle para la flexibilidad frente al cambio permanente de las bases del conocimiento.
Educación como valor económico
Por otro lado, en lo que podríamos llamar educación para el corto plazo, los servicios tienen carácter formativo y un elevado valor económico.
La educación para el corto plazo tiene como finalidad proporcionar el conocimiento indispensable para la actividad productiva, el capital humano operacional que interviene en los procesos de acumulación de intangibles y que origina gran parte de las ganancias de productividad total de los factores.
La educación primaria y secundaria tiene mayoritariamente objetivos de largo plazo, mientras que en la educación terciaria se comparten ambos objetivos.
Tradicionalmente encerrada en sus finalidades educativas de largo plazo, durante el largo proceso de desarrollo de la Sociedad Industrial la Universidad ha ido incorporando objetivos a más corto plazo.
Financiada por el sector público, con impuestos pagados por la sociedad en su conjunto, era imposible que la Universidad se dedicara únicamente a buscar la verdad, sin mayores preocupaciones por la situación material de su entorno.
Servicios socioeconómicos
Es así como, década tras década, durante los últimos dos siglos, la educación terciaria ha incorporado un número creciente de servicios (en forma de facultades, licenciaturas o cursos) de mayor interés socio-económico (véanse las escuelas de ingenieros en el siglo XIX o el estudio de la economía y de las ciencias sociales y políticas en el siglo XX).
La característica principal de estos nuevos servicios es que tienen un valor de mercado y con frecuencia se encuentran con demandas solventes: los individuos están especialmente dispuestos a adquirir bienes educativos superiores que, al facilitar su actividad productiva, les permiten mejorar sus niveles de renta y bienestar.
En este contexto, una parte creciente de la educación superior se estructura en grupos de productos (carreras, especializaciones) que constituyen en toda regla una oferta de servicios, con diferentes niveles de calidad y de precios. Es obvio que la producción de estos servicios puede ser de gran interés económico para numerosos agentes del sector privado.
La Universidad pública no estaba bien preparada para una evolución de esta situación de mercado, y la existencia de oportunidades concretas de negocio tenía que acabar con su monopolio de la educación terciaria.
Tecnologías de la educación
Así, progresivamente se han desarrollado universidades privadas, y más recientemente universidades corporativas estrechamente vinculadas a las demandas empresariales.
Para darle mayor fluidez a este sistema de mercado también se han iniciado actividades de servicios de intermediación que agilizan el necesario encuentro entre ofertas y demandas. Todos estos nuevos agentes necesariamente se interesan al desarrollo de la tecnología educativa.
En general, la educación no ha sido ejemplar en lo que se refiere a la introducción de las nuevas tecnologías de la información en sus sistemas productivos: las fórmulas tradicionales de transmisión del conocimiento, y en particular la relación maestro-alumno, están tardando en adaptarse a las posibilidades que ofrecen las telecomunicaciones, los ordenadores o los multimedia.
Algunas tendencias recientes hacen entrever, sin embargo, cambios importantes del sistema productivo de la educación, especialmente en los que hemos denominado actividades de corto plazo de elevado interés socio-económico.
Tendencias de cambio
Conviene destacar al respecto:
· El desarrollo de Megauniversidades virtuales que proporcionan educación a distancia utilizando soportes tecnológicos avanzados con una elevada calidad en sus contenidos. Esta nueva configuración educativa reduce en más de un 50% el coste de formación por alumno.
· La transformación de la educación in situ en una educación mixta, (que difunde contenidos tanto del sistema profesoral tradicional como de Internet), y que incluye elementos de la educación a distancia (introducción en la red de cursos de alto nivel pedagógico por algunas grandes universidades americanas).
· La profesionalización de la preparación del material didáctico que utiliza los multimedia, lo que hace intervenir en el proceso educativo a nuevos profesionales que no se integran necesariamente en las organizaciones universitarias.
· La aparición de sistemas de evaluación externos, diferentes de los sistemas de educación, que reducen el valor de la certificación tradicional.
Más tecnología y menos costos
En general, las tendencias más profundas que se detectan al introducir las tecnologías de la información en la enseñanza universitaria serían:
· La automatización de la parte más repetitiva y menos creativa de la enseñanza, siguiendo las pautas de la automatización en el resto de los sectores económicos y desarrollando contenidos de multimedia.
· La disminución de los costes unitarios de difusión del conocimiento.
Estas tendencias hacen que la educación de corto plazo, orientada al mercado, se esté integrando paulatinamente en la Nueva Economía: nuevas tecnologías, mayor productividad, menores costes, mayor competencia y menores precios; nuevas demandas estimuladas por el carácter “superior” de los consumos educativos y, sus elevadas elasticidades, precios y rentas.
Explosión de nuevos mercados educativos
Así se explica la extraordinaria explosión de los nuevos mercados educativos en Estados Unidos, que contrasta con el estancamiento de los procesos educativos a largo plazo, que por su naturaleza son esencialmente de no-mercado y el estancamiento del gasto público en este sector en la mayoría de los países europeos.
Es más, existe cierto riesgo de reducción de las actividades de educación de carácter generalista como la filosofía, la literatura, las ciencias sociales o las ciencias naturales.
Aún en el caso de enseñanzas con aparente finalidad económica como las relacionadas con la ciencia económica, se observa una evolución del alumnado y del profesorado hacia la formación empresarial y financiera, que parece más adaptada a la demanda.
Estas evoluciones demuestran la creciente miopía del sistema universitario. Aún cuando se considere que la preparación de los trabajadores que demanda la economía es un elemento esencial de la actividad de educación superior, es evidente que lo más importante, lo fundamental, es dotar a los estudiantes de la capacidad de adaptación a un entorno dinámico en fase de transformación hacia la utopía de una Sociedad de la Información.
Brain workers
Los trabajadores del futuro serán investigadores que desarrollan nuevos procesos y productos. Serán “brain-workers”, innovadores de sistemas capaces de afrontar la solución de problemas complejos.
También serán empresarios de ellos mismos, autoempleados, o serán agentes públicos, comprometidos con la satisfacción de las necesidades colectivas, verdaderos altruistas.
Es muy probable que estos cuatro prototipos del trabajo-producto, constituyan los pilares de apoyo de la sociedad postindustrial, su mejor capital humano.
¿Qué tienen en común estos investigadores, estos brain-workers, estos empresarios o estos servidores de la colectividad?. Sin duda comparten el aspecto fuertemente vocacional de su actividad, pero también se asemejan en sus características de curiosidad intelectual, de creatividad, de polivalencia, de flexibilidad. Todos los valores positivos del ser humano encuentran en este nuevo tipo de trabajo un medio de expresión preferente.
Ideal de futuro
Los retos para los sistemas educativos son obvios: en la sociedad post-industrial, la educación debe facilitar que florezcan las virtudes creativas en todas las fases de la vida; la educación debe incluir fundamentos metodológicos generales que permitan en cualquier momento cambiar de orientación temática; la educación debe proporcionar los medios de búsqueda de la información que permitan profundizar en el momento oportuno.
Educación permanente, educación generalista, educación de geometría variable, en el fondo, educación flexible apoyada en el soporte enriquecedor de las tecnologías de la Sociedad de la Información, son los perfiles del sistema educativo que se aproxima.
¡Que lejos están todavía de este ideal futuro tantos y tantos sistemas de enseñanza compartimentados y finalistas!.
Un análisis de la insatisfacción creciente en torno a numerosas carreras formativas actuales, promueve en general recomendaciones en favor de una definición más precisa de su contenido, para que este se adapte mejor a las demandas de las empresas o de las administraciones.
Integración de informaciones
Son sin embargo recomendaciones peligrosas. El trabajo está en mutación; las competencias que hoy reclama el mercado tienen una vida cada vez más corta. Competentes hoy, inútiles mañana.
El trabajador que posee los medios necesarios para adaptar continuamente sus conocimientos, estará siempre satisfecho, será siempre competente.
En el fondo, lo que reclama la sociedad futura de su capital humano es una capacidad ilimitada de integración de informaciones, lo que a su vez requiere una formación básica que haya desarrollado plenamente la capacidad de razonamiento.
La lógica recupera así un lugar privilegiado en la filosofía educativa. Hay que enseñar a pensar. La Universidad de la educación de largo plazo tiene más futuro que presente.
Emilio Fontela es Profesor Asociado de la Universidad Autónoma de Madrid y Profesor Honorario de la Universidad de Ginebra.
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