Cuando los estudiantes en edad escolar hablan de internet emplean un vocabulario particular. Hablan, normalmente, de blog, V-blog, podcast, wiki, tweet, post,
red social, tag, lector RSS o gadgets. Es decir, apelan a
un rosario de términos cuyos significados están asociados a nuevas herramientas de Internet y, con ello, a nuevas funciones sociales de acceso y gestión del
conocimiento. La razón: estas herramientas no les son
ajenas, los estudiantes de hoy son nativos digitales y se
implican con –y en ellas– de forma “natural”. Pero apesar de que estas herramientas están involucradas en sus
vidas, en su aprendizaje, aún no están involucradas del
todo en la escuela. No obstante la pedagogía puede
añadir a este uso “natural” de los alumnos de la Web 2.0,
cuatro funciones de uso donde creemos está la oportunidad 2.0 de la escuela.
¿Dónde está la diferencia entre Web 1.0 y Web 2.0? Se
trata en el fondo de dos formas de uso en razón de dos
formas de entender la participación del usuario en Internet. La Web 1.0 no es otra cosa que una web estática, de
contenidos fijos y cerrados creados por personas autorizadas para ello, los webmasters o los dueños de una pá-
gina web, que ofrecen información –con un mínimo de
interacción- para que el usuario pueda consultarla, visitarla e informarse; un ejemplo que responde a este modelo es la Enciclopedia Británica.
Por su parte, la Web 2.0 se alza como un modelo diná-
mico de web donde los usuarios participan en la creación colectiva y abierta de la información a través de
redes de interacción en torno a múltiples intereses. Esto
es, en la Web 2.0 la figura central son los usuarios que
pasan, gracias a este modelo de web, de consumidores
a productores de la información (prosumer); un ejemplo
que responde a este modelo es Wikipedia, un entorno
que se funda en una dinámica y ética de participación
global para la creación de contenidos.
Es decir, la Web 1.0 era la web para recibir información,
mientras que la Web 2.0 es la web donde los usuarios la
crean; la Web 2.0 somos nosotros. En general, si la Web
1.0 es una web para leer, donde está todo, la Web 2.0
puede ser entendida como una web para crear, donde
están todos. ¿Qué implica esto en educación.
La Web 2.0, el paradigma actual, se acerca más al ideal
de internet entendida como escenario social que posee
la capacidad de ofrecer un soporte tecnológico –sus diversas aplicaciones– para la construcción colectiva de la
Sociedad de la Información que, bien visto, representa
una oportunidad para la escuela. Sin embargo, ya que la
Web 2.0 trata de la creación y la participación social en
y a través de la web, es necesario reconocer una serie de
funciones que, tanto estudiantes como profesores, deben
desarrollar con esta tecnología. Implica, nada más y
nada menos, un giro en la forma de entender la acción
de los estudiantes y profesores –y la escuela– que exige
pasar de la noción de receptores pasivos a generadores
activos de conocimiento.
Como tal, usar la Web 2.0 en el desarrollo curricular no
consiste únicamente en sumar herramientas sino, a través
de éstas, agregar y extender una serie de nuevas funciones al proceso de aprendizaje. La auténtica innovación
pedagógica con estas herramientas, creemos, no llegará
únicamente al aplicar esta tecnología –usada ya para diversos fines y en diversos contextos sociales–, sino en la
forma de entender sus respectivas virtudes para mejorar
las condiciones de aprendizaje escolar. Su uso educativo
es un reto, una oportunidad que está en la orilla de la reflexión y la práctica pedagógica.
Decir funciones y, no sólo, aplicaciones Web 2.0 es importante en educación. Como señalaba Vigostky, hace
tiempo ya, “cada herramienta añade una función diferente a la actividad”. De esto trata la Web 2.0. Son formas
de hacer y pensar asociadas a una serie de funciones que
comprometen una actividad: sostener la participación y la
creación colectiva entre personas distribuidas en diversas
partes del mundo a través de la web.
Por ello, cuando hablamos de una wiki, hablamos sobre
todo de cooperación y, con ello, de creación de información; cuando hablamos de un blog o V-blog hablamos de creación y, con ello, de la oportunidad de hacer
un comentario; cuando hablamos de una red social, hablamos de de participación, y cómo no, del reconocimiento que el “otro” es parte de una misma comunidad
de intereses; cuando hablamos de una RSS, hablamos
de distribución de información actual, pero también de
selección de información. Es decir, hablar únicamente
de las aplicaciones Web 2.0 es quedarnos cortos. Su uso
educativo implica ver una serie de funciones que pueden desarrollarse al momento de usarlas con nuestros estudiantes.
Según sus funciones, podemos proponer 4 formas en que
se pueden agrupar las aplicaciones Web 2.0 en el momento de usarlas en el desarrollo curricular en el aula.
Son, en el fondo, 4 formas de percibir la innovación educativa. No se trata de una clasificación estricta, ya que
muchas aplicaciones pueden cumplir varias de estas
funciones a la vez. Son más bien una guía de uso.
Compartir recursos. Se trata de una familia de aplicaciones Web 2.0 (YouTube, Flickr o SlideShare) que se usan
para almacenar y distribuir recursos multimedia, como
material fotográfico, vídeos, presentaciones, audio, etc.
Brindan auténticas fuentes de información que nos pueden ofrecer contenidos de todas las calidades sobre
amplios tópicos, pero que han sido construidos con el
aporte de miles de personas de todas partes del mundo.
Crear información. Se trata de un conjunto de servicios
Web 2.0 que permiten a los usuarios generar contenidos
cooperativamente en una web accesible por todos, para
su consulta o desarrollo. Este proceso de creación se
puede realizar a través de diversas herramientas, entre
ellas las wikis (Wikipedia o WikiSpace) y los blogs (Blogger
o Word Press), entre otras que sirven para crear contenido
de forma descentralizada en la Red.
Recuperar información. Se trata de herramientas Web 2.0
útiles para seleccionar recursos a partir de necesidades
informativas específicas del usuario, permitiendo el acceso selectivo a los contenidos web de su interés. Para
ello, se usan herramientas de suscripción (RSS) que se actualizan continuamente, recuperando noticias, entradas
de blogs, fotografías, vídeos, etc. En este grupo también
se incluyen a los marcadores sociales (Delicious o Mr.
Wong) que permiten organizar la información etiquetando (folksonomía) con un término la fuente seleccionada y facilitando la recuperación selectiva tanto a
quien la elabora como a toda la comunidad de usuarios.
Organizar redes sociales. Se trata de una familia de herramientas diseñadas para crear y gestionar comunidades virtuales. Gracias a estos espacios, los miembros de
una red social establecen vínculos o contactos e intercambian contenidos motivados por una serie de intereses comunes a todos. Estas redes sociales (Facebook,
Ning o Tuenti), son auténticas extensiones de la dinámica
social y pueden, para bien o mal, ser extensiones de las
propias virtudes y tensiones de la vida social. No obstante, hoy por hoy, son espacios con mucha actividad y
marcan el pulso de la Web 2.0.
Sin embargo, la Web 2.0 no es la panacea. La educación tiene diversas dimensiones que atender, pero creemos que estas nuevas herramientas pueden generar y
recuperar la dimensión social del aprendizaje. El gobierno ya ha puesto su interés educativo en la Web 2.0.
Pero, concebir una escuela de este tipo implica ir más
allá de ciertas acciones que se prevén en esta iniciativa,
como la digitalización de contenidos, la inclusión de Pizarras Digitales Interactivas, la conexión inalámbrica u
ofrecer un portátil por estudiante. Todas son acciones
necesarias, pero no suficientes.
Una Escuela 2.0 no es un tema de medallas 2.0, requiere
de una pedagogía y mentalidades 2.0 que vayan más
allá del artificio técnico al uso significativo en el aprendizaje. No es fácil. No obstante, nuestros estudiantes ya
están en ello porque con aval o no del Gobierno, muchos de ellos ya usan la Web 2.0, pero pocos son estudiantes 2.0. Esto es, pocos las usan eficazmente con el
valor añadido asociado al desarrollo del currículo. Como
tal, llenar de infraestructura el aula o colmar la clase de
aplicaciones Web 2.0 no es necesariamente crear una
Escuela 2.0. Donde hay que insistir es en conocer si estas
herramientas añaden una función de aprendizaje más
allá de su capacidad técnica. Estas nuevas funciones
son la materia prima para repensar la escuela.
En conclusión: no es lo mismo la Escuela 2.0 que la oportunidad Web 2.0 de la escuela. Nada realmente provechoso se puede hacer en materia de innovación
educativa si se usan las aplicaciones Web 2.0 desprovistas de nuevos criterios pedagógicos. Es decir, de un
saber pedagógico equivalente. Por tanto, la oportunidad que abre la evolución social de la web consiste en
repensar las actividades escolares desde las funciones
que estas herramientas nos ofrecen. Ahí está el detalle.
CENTRO DEL CONOCIMIENTO DE TECNOLOGÍAS APLICADAS A LA EDUCACIÓN
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