Pérdida de la audición aumenta entre las adolescentes
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Una historia reciente sugiere que durante las últimas dos décadas, la pérdida de la audición por exposición al ruido de manera “recreativa”, como la estruendosa música de los clubes, ha aumentado entre las adolescentes y ahora alcanza niveles que antes solo se habían visto entre los adolescentes de sexo masculino; además, los investigadores agregaron que, en general, los adolescentes están cada vez más expuestos a los ruidos fuertes que podrían poner en peligro su salud auditiva a largo plazo.
“En los ochenta y al principio de los noventa, muchísimos hombres jóvenes experimentaban este tipo de daño auditivo, quizá como reflejo… de lo que los jóvenes de ambos sexos tradicionalmente han hecho para trabajar y para divertirse”, anotó Elisabeth Henderson, autora líder del estudio y candidata a M. D. de la Facultad de salud pública de la Harvard en Boston.
“[Esto] significa que los muchachos generalmente se han enfrentado a más riesgo como exposición al ruido ocupacional, alarmas contra incendios, cortadoras de pasto, cosas así”, dijo. “Pero ahora estamos viendo que las mujeres están experimentando el mismo nivel de daño”. Henderson y sus colegas informan sobre sus hallazgos en la edición en línea del 27 de diciembre de Pediatrics. Para explorar el riesgo de daño a la audición entre los adolescentes, los autores analizaron los resultados de pruebas audiométricas realizadas a 4,310 adolescentes entre los 12 y los 19 que participaban en las Encuestas Nacionales de Examen de la Salud y la Nutrición (National Health and Nutrition Examination Surveys).
Al comparar la exposición a los ruidos fuertes en dos períodos de tiempo (entre 1988 y 1994 y entre 2005 y 2006), el equipo determinó que el grado de pérdida de la audición de los adolescentes había permanecido estable en general. Pero había una excepción, las chicas adolescentes.
Entre los dos períodos del estudio, la pérdida de la audición debida a la exposición a los ruidos fuertes había aumentado entre las chicas adolescentes de 11.6 a 16.7 por ciento, un nivel que anteriormente se había observado únicamente entre los chicos adolescentes. Cuando se les preguntó acerca de las actividades del día anterior, los participantes del estudio revelaron que su exposición general a los ruidos fuertes y/o el uso de auriculares para escuchar música había aumentado sustancialmente, de poco menos de 20 por ciento al final de los ochenta y el comienzo de los noventa a cerca de 35 por ciento de los adolescentes entre 2005 y 2006.
Pero el aumento en el uso de auriculares, según anotaron los autores, no pareció ser la causa subyacente al aumento de la pérdida de la audición entre las adolescentes; en cambio, los autores anotaron que para 2005 a 2006, las muchachas parecieron estar experimentando cantidades similares de exposición al ruido recreativo frente a los muchachos, a la vez que resultaba menos probable que se protegieran los oídos.
Los autores también especularon que el aumento en la pérdida de la audición entre las muchachas podría, en gran medida, reflejar una mayor exposición a factores que no se incluyeron en la encuesta, como la música extremadamente fuerte que se halla con frecuencia en los clubes o en los conciertos. Entonces, ¿qué puede hacer el adolescente estadounidense típico que va a los clubes?
“Protéjanse”, recomendó Henderson. “Si Lady Gaga se protege los oídos cuando está en el escenario, ¿por qué no habrían de hacerlo sus fanáticos? Los bloqueadores de ruido transparentes que se introducen en el oído reducen la cantidad de decibelios a los que uno resulta expuesto en ese ambiente. Y en cuanto a los auriculares, yo diría que los jóvenes deberían adquirir los que tengan capacidad para bloquear el sonido. El tipo que obstruye el ruido exterior para que no sea necesario subir al máximo el volumen al escuchar música”.
Por su parte, el Dr. Ronald G. Keamy, cirujano con sede en Boston de la Enfermería del Ojo y el Oído de Massachusetts, así como instructor de los departamentos de otología y laringología de la Facultad de medicina de la Harvard, expresó poca sorpresa ante los hallazgos. “Ciertamente el aumento en el uso de los iPods y otros dispositivos de su tipo tiene que ver, pues todos los usan”, sugirió. “Pero en cuanto a los conciertos, ha habido otros estudios que han medido la audición de la gente antes y después de un concierto, y hallaron que justo después hay pérdida temporal, lo que implica que hay daño acústico al oído medio del que el oído podría recuperarse inicialmente. Pero con el tiempo, la exposición reiterada puede hacerle perder la capacidad para recuperarse”, explicó Keamy.
“Y, por supuesto, el problema va más allá de los conciertos”, agregó. “Cuando los muchachos cortan el pasto, van de cacería con armas de fuego o cosas así, se exponen a ruidos terribles. Sin protección, existe el riesgo de pérdida de la audición con el tiempo. Entonces, yo diría lo que le digo a mis pacientes cuando llegan con pérdida de la audición preexistente, protéjanse”.
Fuente: HealthDay