Todo para el médico pero sin el médico
Gran parte de la actividad que se demanda en el centro de salud la atiende el médico de familia. Pero como todos sabemos, no toda ésta es actividad clínica. La petición de informes, recetas, justificantes de todo tipo y de información no clínica (sobre todo sobre los trámites de citas para especialistas hospitalarios) inunda la consulta del médico de familia. Y de la actividad clínica, hay mucha que se genera a partir de problemas menores, como síntomas aislados o enfermedades leves autolimitadas.
Muchas de estas consultas no debieran haber entrado en la consulta del médico. Ya sea porque no se trata de problemas médicos como tal, por ser cuestiones administrativas o demandas de información sobre los circuitos de atención sanitaria que podrían perfectamente ser resueltos por personal administrativo, o por ser problemas del ámbito de lo social que podrían tratarse directamente por los trabajadores sociales, o por ser problemas clínicos de baja complejidad que en algunos lugares son atendidos por enfermería o directamente en la farmacia.
Según un reciente estudio, el 20% de la actividad del médico de familia no debiera haber sido atendida por éste. Traducido en tiempo, suponeuna hora al día haciendo cosas que no nos corresponde. Una hora menos para atender más y mejor a pacientes que verdaderamente nos necesitan por problemas que, ahora sí, sólo nosotros podemos atender. Pero el problema no se queda ahí: dedicarnos a ver catarros y hacer papeles es cómodo, y muchos compañeros se han acomodado a un trabajo que despersonaliza, sí, pero que exige profesionalmente poco.
Señores: nosotros no estamos para ver mocos y hacer recetas. Cuanto más tiempo pasamos haciendo estas tareas más pericia perdemos para problemas clínicos moderadamente complejos, que son los que genuinamente nos corresponde por el nivel de formación al que hemos accedido.
Si no se pone remedio, todo lo que entre en el centro de salud será para que sea visto por el médico. Pero a éste no lo tendremos para las cosas importantes. Para aquel entonces la Atención Primaria dejará de tener sentido.
Entonces, ¿cuál es el remedio? Como propusimos en este proyecto que nunca vio la luz, la solución pasará por el verdadero trabajo en equipo y por filtrar las demandas de asistencia para que las cargas de trabajo se distribuyan entre los profesionales de los centros de salud que más adecuadamente pueden darles respuesta. Ni más ni menos.
El médico es como un coche: si sólo lo quieres para ciudad consume mucho y es poco operativo: para verlo funcionar bien debes meterlo en carretera. Pero se ve que sólo nos quieren para trayectos cortos o que a veces nos resulta más fácil o más cómodo coger el coche hasta para comprar el pan en la tienda de la esquina.
Todo para el médico pero sin el médico. A lo mejor es eso lo que interesa que suceda…
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