viernes, 15 de abril de 2011

Entrevista a Juanma Santiago


Entrevista a Juanma Santiago

Juanma SantiagoJuan Manuel Santiago es licenciado en Filosofía y Letras (Historia Moderna y Contemporánea) por la Universidad Autónoma de Madrid. Actualmente trabaja como autónomo en la corrección de estilo, corrección ortotipográfica y de contenidos para editoriales y empresas de servicios editoriales (Víctor Igual, Àtona, Aibana, LocTeam, Plataforma Editorial, Masson, Elsevier, Glosa, Baula, La Galera, Enciclopèdia Catalana, Leqtor Universal, y Editorial NGC!). También realiza informes de lectura para la agencia literaria Sandra Bruna, el Círculo de Lectores y la editorial Libros del Silencio y redacción de textos, reseñas, críticas y paratextos. Dirige la revista literaria Artifex Cuarta Época y modera foros de Internet como el de Fantasy Círculo y el foro Premio Círculo de Lectores de Novela.
Como editor, debes estar continuamente en contacto con las nuevas tecnologías ¿te ha resultado difícil adaptarte a ellas?
En general, no, ya que estos cambios se han ido introduciendo de manera gradual. Es cierto que hace diez años bastaba con tener unos conocimientos informáticos básicos, mientras que ahora se requieren unos conocimientos más elevados… y variados, ya que es conveniente que un editor júnior sepa utilizar InDesign, Acrobat, HTML, XML o algún programa de gestión de nóminas… además de manejarse en redes sociales. En todo caso, los cambios que han impuesto las nuevas tecnologías son, en general, sensatos. Otra cosa es que existan mayores o menores facilidades para recibir cursos de formación en la materia, ya sea por parte de las editoriales, o bien por los gremios de editores.

¿Puede decirse que el mundo editorial ha sido uno de los ámbitos donde se han producido los cambios tecnológicos más bruscos?
Sí, aunque los cambios han sido razonables y han ido introduciéndose de manera progresiva. Se han notado más en el ámbito de la fotocomposición e impresión, aunque es cierto que la rutina de trabajo de un editor en 2011 no tiene mucho que ver con la que tenía a finales del siglo pasado. Pongo unos ejemplos. Hace unos años se pasó de realizar las correcciones de estilo directamente sobre papel a hacerlo con el control de cambios de Word activado. Con el auge del libro electrónico empieza a ser cada vez más frecuente la realización de correcciones ortotipográficas directamente sobre las maquetas de los libros, lo que requiere, como mínimo, conocimientos de InDesign por parte del corrector. La utilización del formato PDF ha simplificado de manera considerable el proceso de cierre del original: los fotolitos eran caros y propiciaban numerosos errores. El empleo de servidores de FTP acelera el proceso de envío de la información de la editorial a la imprenta, pero también a los colaboradores externos. En general, todos estos cambios han repercutido de manera muy positiva y racional, aunque corren el riesgo de arrinconar a los editores más veteranos: hoy en día resulta casi imposible trabajar en el sector si se carece de un nivel de conocimientos informáticos medio-alto.
¿Qué crees que es básico para trabajar en el ámbito de la edición?
Es muy importante tener una buena predisposición y creer en lo que estás haciendo; en resumen, «sentir los colores». También es necesario que exista un equilibrio entre formación académica y técnica; es decir, saber cómo se edita (tener conocimientos básicos de filología y maquetación), pero también qué se está editando (dominar la materia). Y, sobre todo, ser un buen lector, en el sentido de que el ideal del editor es publicar el libro que le gustaría leer, tal como le gustaría verlo editado.

¿Qué opinas sobre el libro electrónico y qué efectos crees que tendrá sobre la edición de libros?
El libro electrónico debería ser un soporte más, adaptado a las necesidades de un tipo de lector concreto. Un valor añadido y no excluyente, en resumen. Así como se editan libros en bolsillo, tapa dura, ediciones de lujo o formato trade, también se pueden editar en formato de libro electrónico.
No creo que, a medio plazo, el libro electrónico vaya a acabar con el libro en papel, por dos razones muy simples: la primera, que el bibliófilo tipo es un fetichista del libro de papel, y la segunda, que todavía tendrá que pasar algún tiempo hasta que el mercado decida cuál es el lector de libro electrónico que triunfa. Vivimos momentos de incertidumbre, el mercado está muy disperso, y aún hay reticencias a comprar lectores de libro electrónico porque «no se sabe si van a utilizarse dentro de un año». Además, las cifras de ventas del libro electrónico siguen siendo testimoniales.
El libro electrónico acabará afianzándose, de eso no cabe duda, pero no creo que acabe con el libro en papel. No obstante, puede ser muy útil, y espero que predominante, en algunos aspectos que resultan inviables en papel; por ejemplo, el libro científico-técnico, o títulos del fondo editorial que necesiten tiradas muy reducidas que de otro modo no serían rentables. En este segundo aspecto se puede recurrir a la impresión sobre demanda, pero también al libro electrónico.

¿Piede este nuevo libro llegar a superar la revolución que supuso internet dentro del ámbito de la información y la edición?
No sé si se puede afirmar de manera tan rotunda, pero está claro que cambiará hábitos de lectura y de edición.
Tanto Internet como el libro electrónico forman parte del mismo proceso de revolución tecnológica. La comercialización del libro electrónico solo ha sido posible cuando se han perfeccionado los problemas de contraste de la pantalla; ahora que, por fin, se puede leer un libro electrónico sin dejarse las retinas en el intento, se ha pasado a la fase de comercialización del producto.
En cuanto a la edición, el libro electrónico puede revolucionar los conceptos de impresión (se va a ahorrar mucho papel, claro está), distribución y comercialización. No está muy claro el futuro que puedan tener las imprentas, papeleras, distribuidoras y librerías, que en todo caso tendrán que evolucionar para adaptarse a la situación. Con respecto al modus operandi de las editoriales, ya he comentado que comienzan a exigirse correcciones realizadas directamente sobre la maqueta, lo que podría tener efectos perjudiciales en la calidad final (sería más difícil controlar el proceso de corrección) o en el futuro de algunas profesiones como la de corrector de textos (ya que su trabajo podría solaparse con los del editor de mesa o el maquetador). Sea como fuere, todo hace indicar que se destruirá empleo en el sector.

¿Consideras que se llegará a ofrecer un servicio libre y gratuito a todas, o casi todas, las fuentes de información?
Debería ofrecerse un servicio más barato, al ahorrar costes en determinados materiales. Por eso el futuro de la edición pasa por gestionar la propiedad intelectual. Los departamentos de derechos van a más, ya que ahora mismo son la tabla de salvación de algunas editoriales.
El impacto del libro electrónico, así como el volcado de cantidades ingentes de material por canales como Google Books, debería servir para abaratar el precio de venta del objeto libro, pues la alternativa a unos precios casi iguales que los del libro de papel es la piratería. El sector editorial debería tomar nota de lo que ha sucedido en el resto del sector audiovisual. Ser más competitivo no pasa por imponer precios difíciles de justificar en un libro electrónico, sino en tratar de fijar un precio justo que permita a la editorial ser viable (con el sistema actual, el margen de beneficio que llega al editor es de un 5 por 100, en el mejor de los casos), pero también posibilite algo tan deseable como que los autores cobren por su trabajo. Una mala gestión del libro electrónico podría determinar, a medio plazo, que se desplomen los sueldos en el sector, se supriman puestos de trabajo y, en definitiva, que algunas editoriales terminen desapareciendo. Y, por supuesto, que los autores dejen de cobrar, o incluso tengan que pagar por publicar.

¿De qué manera está afectado la crisis económica al mundo editorial?
Como sucede en tantos ámbitos laborales, el empleo se ha precarizado, y se está externalizando gran parte del proceso de edición, de modo que la editorial queda cada vez más como el centro de toma de decisiones y coordinación del producto. En las editoriales donde antes había cien trabajadores en nómina, ahora hay veinte, además de unos cuantos becarios, y el resto del trabajo lo hacen colaboradores free-lance, o bien se subcontrata con empresas de servicios editoriales. Algunas empresas y editoriales han bajado tarifas, o bien se comienzan a saltar fases del proceso de edición. En el ámbito en el que trabajo, la corrección de textos, es cada vez más frecuente prescindir del esquema tradicional (concepto – estilo – galeradas – compaginadas – plotters u ozálidas) y limitarlo a estilo y ozálidas, con lo que la calidad del producto se resiente.
Por otro lado, el aumento de los precios de los combustibles ha creado un círculo vicioso de difícil solución. Se han disparado el precio del papel y los costes de imprenta. Las distribuidoras no tienen suficiente liquidez, porque se han reducido sus márgenes de beneficio y tienen problemas para pagar a los clientes. El editor acusa el aumento de precios y la bajada de calidad de servicio de la distribuidora, y rebaja tarifas a los colaboradores o despide personal. Es un esquema en el que todo el mundo pierde.
Hay maneras de reducir el impacto de la crisis, como ahorrar costes de producción deslocalizando los procesos de impresión a Europa del Este o el Sudeste Asiático, donde la mano de obra y las tarifas de las imprentas son mucho más baratas. Pero de este modo también se destruye empleo. De nuevo, todos pierden.
Por todos estos motivos, el mundo de la edición se aferra cada vez más a la gestión de los contenidos (el negocio, hoy en día, son los departamentos de derechos) y al lanzamiento de otros formatos (como el libro electrónico) con costes de producción más reducidos y que permitan recuperar parte de la inversión si se lanzan a precios similares a los del libro tradicional.
¿Podrías explicar la relación que se mantiene entre el ámbito de la edición y las bibliotecas? ¿Existe la colaboración o surge la competencia?
Depende de cómo se plantee. 
Puede haber fricciones y resquemores mutuos. Por ejemplo, las editoriales pueden interpretar que las bibliotecas son competencia, pues creen que un libro que se saque en préstamo de una biblioteca es una venta que deja de realizarse, lo cual es, generalmente, falso: por el contrario, el hecho de que un libro de tu editorial llegue a una biblioteca puede ser el primer paso para que algunos usuarios decidan comprárselo. Otro motivo de resquemor puede ser la política de adquisiciones de las bibliotecas, pues no todos los editores entienden que las vacas gordas se han acabado, y que las bibliotecas no tienen presupuesto ilimitado para adquirir todos los títulos que les gustaría adquirir.
La sensación que tengo es que las bibliotecas y las editoriales hacen la guerra cada una por su cuenta. Cualquier tipo de colaboración se debería plantear en los siguientes términos: «¿Qué podemos aportarnos mutuamente?». En las bibliotecas se pueden realizar exposiciones, ciclos de conferencias, o cuentacuentos. Las editoriales pueden realizar donaciones, ceder fondos para exposiciones u orientar de una manera más o menos activa con los responsables de adquisiciones de las bibliotecas. Aunque parezca una tontería, las redes sociales están contribuyendo a tender puentes.
En teoría, bibliotecas y editoriales deberían ser aliadas, porque comparten un interés común: la difusión de contenidos relacionados con la cultura. Eso es lo que importa, y esa es una buena base para colaborar.

Estás invitado a FESABID 2011. ¿Qué esperas de esta nueva edición?
Sobre todo, compartir experiencias con otros profesionales del sector. He trabajado en ambos sectores, el bibliotecario y el editorial, y colaboro en blogs de ambos ámbitos (Frikitecaris o Literatura Prospectiva, por poner un ejemplo de cada), así que me interesa cualquier tipo de iniciativa que aborde los problemas e inquietudes de ambas profesiones.

Para finalizar, ¿quieres añadir algo acerca de la edición de Fesabid 2011?
El lema, «Una profesión, un futuro», me parece un auténtico hallazgo, ya que, como habéis podido comprobar en mis respuestas, el mundo editorial también se halla en una encrucijada y se está planteando modelos de futuro viables. Creo que de esta edición de Fesabid pueden salir muchas propuestas válidas que nos ayuden a definir el futuro del mundo de las letras.
Realizada por Laura Martínez Prieto y María del Carmen López Gallardo (estudiantes de la Universidad de Málaga)

Comentarios


Muy buena entrevista. De acuerdo con Juanma en lode que el libro en papel no desaparece a medio plazo por los coleccionistas "fetichistas".
Sobre las editoriales y las bibliotecas en España hay que decir que no siempre ha habido colaboración. Por ejemplo, aunque ya se está subsanando, las bibliotecas han tenido tendencia a no adquirir novela "popular", cómics, etc. para en su lugar adquirir solo productos de "haute culture", lo que puede ser un error.
En Francia esas grandes tiradas de cómics en el formato álbum de las que pueden presumir las editoriales se debe a una política de adquisiciones de cómics por las bibliotecas desde hace muchísimo tiempo. De esa forma las editoriales sabían que tenían garantizada la venta de parte de la tirada.
Ahora en España se están haciendo colecciones de cómics en muchas bibliotecas pero sin que exista aún una política de adquisiciones sobre ellos. Lo mismo se puede decir sobre la novela popular. Si las bibliotecas adquiriesen los títulos que salen quizás no habría tantos saldos de géneros como el de la "ciencia ficción". Claro que hay crisis económica pero si las bibliotecas usasen sus presupuestos un poco mejor, quizás, no habría esas crisis de las pequeñas editoriales que Juanma conoce tan bien.

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