Y parte de ellos (entre el 30% y el 50%) no fallecen por la primera vez que aparece el tumo, sino por recidivas posteriores. Por eso tener un control de cuándo un cáncer se reactiva es una herramienta clave para combatirlo.
A esa lucha se ha incorporado recientemente un nuevo radiofármaco, la fluorocolina. Este producto se une a las células tumorales cuando empiezan a activarse, y detecta un aumento de la actividad tumoral antes que las pruebas de imagen. En España se ha probado ya en unos 60 pacientes, entre ellos varios del CentroMD Anderson. Todavía no está aprobado por la Agencia del Medicamento, por lo que se emplea como uso compasivo (cuando un fármaco se ha visto que es seguro pero no tiene los permisos correspondientes y el paciente no tiene otra alternativa), indica Rodolfo Núñez, del complejo hospitalario. Cuesta unos 2.200 euros, indica una portavoz del Instituto Tecnológico PET, uno de los pocos laboratorios que lo fabrica (hay más en hospitales de Navarra y Cataluña, pero suelen ser para uso de los propios centros).
Aparte de su sensibilidad, el compuesto tiene otra ventaja, indica una portavoz del Instituto PET: que su vida media es de 7 horas, y mantiene su actividad unas 12. Ello permite que se distribuya por toda la Península, Portugal incluido.
Como en todos los productos relativamente nuevos (en EE.UU. se usa desde 2001), sus usos van en aumento. Núñez cree que será factible que dentro de poco no se use solo en pacientes que ya han tenido un primer cáncer, sino en los demás. También puede servir para ayudar a concretar el campo en el que hay que dar radioterapia.
Los investigadores del Instituto también trabajan con el Instituto Pluridisciplinar de Cartografía Cerebral. Su director, Miguel Ángel Pozo, explica que esta propiedad de detectar aumento o disminución de actividad cerebral de los radiofármacos se está ensayando para otras dolencias muy variadas, desde el alzhéimer hasta los ictus. |
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