http://www.doctorcasado.es/2013/09/relatos-de-verano-la-residencia.html
La consulta del doctor Casado: Relatos de verano: La residencia: Foto: ' Lonely leaf left alone ' http://www.flickr.com/photos/37576773@N08/3804259707 - Doctor aquí le dejo la lista de pet...
Relatos de verano: La residencia
Foto: 'Lonely leaf left alone'
http://www.flickr.com/photos/37576773@N08/3804259707
- Doctor aquí le dejo la lista de peticiones de la residencia. La administrativa dejó la hoja en la mesa y dando media vuelta se dispuso a salir.
- ¡Cómo! otra vez 50 citados, pero si ya respondí 30 peticiones la semana pasada... gritó el doctor.
- No se azore doctor, se los he citado todos en huecos rojos, para no quitar ninguno a los que se citen hoy, ordenes de MariPili, la jefa de grupo.
- Genial, genial. Me parece genial...
Empezó a marcar los antibióticos que le pedían esa semana, veintitrés cajas. Para una residencia de 55 internos era una barbaridad, todas las semanas lo mismo. No sabía qué hacer. Había mandado cartas, hablado con la doctora a cargo, con sus compañeros, con la señora de la limpieza... Estaba hecho un lío. Decidió pedir una cita a la residencia para hacer una visita presencial, "por lo menos lo vamos a intentar".
A la semana siguiente se presentó allí al finalizar la consulta. Le recibió la directora en funciones, llevaba a penas diez días en el cargo. La residencia había atravesado un año difícil en parte debido a la complicada personalidad de la nueva dueña que tras hacerse con la empresa hacía dos años no dejaba de discutir con todo el mundo, desde la totalidad de la plantilla hasta los proveedores y demás agentes. El doctor fue invitado a pasar al despacho donde empezaron una conversación que fue interrumpida enseguida por la intromisión de una auxiliar, "señora directora una llamada urgente de doña Francisca". La directora atendió el teléfono pasándoselo al punto al galeno, "la propietaria quiere hablar con usted". En menos de un minuto el doctor tuvo que colgarla por no aguantar las formas de una señora acostumbrada a ejercer el mando de forma disciplente. Volvió a sonar el teléfono. La cara de la directora quedó hecha un poema, "si, entiendo, entiendo", colgó. "Señor doctor me temo que debo acompañarle a la puerta, lo siento mucho pero no tengo más remedio". Y así fue como terminó la visita de forma cuanto menos sorprendente. El doctor respiró hondo, le dieron ganas de montar un número con llamada al juzgado de guardia y a las fuerzas vivas pero no lo hizo. "En la vida", se dijo, "avanza más la pérdida de un peón si luego la jugada nos permite ganar una torre", y salió sonriendo por tener al menos una buena historia que contar.
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