La NASA entra en el Vaticano
El Vaticano utiliza tecnología de fotografía espacial para digitalizar 80.000 documentos que custodia.
Tras las obras, la digitalización y el salto a internet. La Biblioteca Apostólica Vaticana, una institución emblemática en el mundo de la cultura por sus dos millones de documentos custodiados (muchos de ellos de valor incalculable), vuelve a renovarse. Un año después de concluir los trabajos de rehabilitación y modernización de una de las alas del edificio donde tiene su sede, este organismo da un paso más en su intención de seguir custodiando la memoria del hombre y de la Iglesia pese al transcurso del tiempo. Ahora el salto es hacia el mundo digital, pues tiene previsto escanear y ofrecer en la red todos sus fondos manuscritos, lo que representa más de 80.000 documentos, muchos de ellos joyas únicas del Renacimiento.
Fotos espaciales
En este ímprobo proceso, los empleados de la Biblioteca del Papa cuentan con una herramienta de trabajo excepcional: un sistema tecnológico para conservar las imágenes digitalizadas utilizada por la Agencia Espacial Estadounidense con las fotos que toma en sus misiones espaciales. «Es una tecnología que usa la NASA, en astrofísica y en la medicina nuclear. Se trata de un sistema extremamente dúctil, lo que permite su supervivencia durante décadas pese a los enormes cambios informáticos que se han producido. Es además un formato gratuito y garantizado en su eficiencia por la comunidad científica internacional», explica a LA RAZÓN el prefecto de la Biblioteca Apostólica Vaticana, Cesare Pasini. Dichas características hacen de la tecnología utilizada para escanear y almacenar las imágenes de esta institución de la Santa Sede la opción más adecuada. «Resulta un formato que tiene un valor perfecto y, al mismo tiempo, no presenta el riesgo de estar a merced de la compañía propietaria, como ocurre con los otros existentes», cuenta monseñor Pasini, de 61 años, experto en hagiografía bizantina y responsable de esta institución desde 2007 bajo la supervisión del cardenal Raffaele Farina, bibliotecario de Su Santidad para la Iglesia Católica.
Más que un nombre
Este software libre utilizado por la NASA y ahora por la Biblioteca Apostólica Vaticana se conoce por el acrónimo FITS: Flexible Image Transport System (sistema flexible de transporte de imágenes). Es «mucho más que otro formato de imágenes, como el JPEG o GIF», explica la propia NASA en su página web. Pero en realidad su utilidad va mucho más allá de lo que indica su nombre: además de utilizarse para conservar imágenes en dos o tres dimensiones, también sirve asimismo para guardar información en otros formatos diferentes. Como ocurre con el resto de los programas informáticos de código abierto, el FITS está en continua actualización de forma gratuita por parte de la comunidad científica. De hecho, no sólo cuenta con la aprobación de la NASA, también con la de la Unión Astronómica Internacional.
El manuscrito salta al futuro
El inicio de la digitalización de los 80.000 manuscritos que custodia la Biblioteca Apostólica Vaticana ya ha comenzado. «Hemos empezado con algunos grupos, anticipando la puesta en marcha del comienzo de la primera fase del proyecto, en la que se digitalizarán 8.000 manuscritos», asegura el prefecto. En estos trabajos de prueba se escogen diversos tipos de textos para comprobar que el sistema funciona de manera correcta, según revela el diario italiano «Corriere della Sera». «Hay algunos ejemplares que sólo pueden ser abiertos noventa grados para no estropearlos, otros cuentan con miniaturas de colores, otros de oro...», explica monseñor Pasini. Con la seguridad de que todo marcha según lo previsto, comenzará la primera fase del trabajo, que tiene una duración estimada de dos años. Para continuar la labor más allá de este plazo, la Biblioteca Apostólica Vaticana deberá encontrar financiación externa, pues sus fondos no dan para más.
Material accesible
La digitalización de los textos permitirá su publicación en internet, lo que hace que tesoros del conocimiento que hasta ahora eran sólo accesibles para un reducido puñado de estudiosos e investigadores estén a un golpe de ratón para cualquier usuario que a partir de ahora quiera conectarse a la red. Se podrá acceder a ellos de forma totalmente gratuita desde la propia página de la Biblioteca de la Santa Sede. Pero para descargar imágenes y reproducir, editar o utilizar con fines comerciales estos fondos, sin embargo, sí que habrá que pagar una cantidad.
Los 8.000 manuscritos que pronto se podrán consultar desde la web de la Biblioteca se unirán al extenso catálogo ya disponible de imágenes de incisiones, dibujos, monedas y medallas, junto a la descripción e información de los mismos. «Era necesario un proyecto global para los manuscritos, porque cada uno de ellos es único, importante por sí mismo. Después de una fase de estudio previa que ha durado cerca de dos años, en la que han colaborado varios estudiosos de ámbito internacional competentes en diferentes ámbitos, se ha podido arrancar el proyecto», cuenta monseñor Pasini. Destaca el prefecto el hecho de haber empezado por los manuscritos porque, de los textos publicados, aun siendo incunables, se conservan varias copias y algunos son, además, accesibles gracias a las campañas de digitalización que están llevando a cabo varias bibliotecas nacionales.
La Biblioteca Apostólica Vaticana custodia sus manuscritos en una habitación muy particular: un búnker que se encuentra bajo tierra, sin ventanas y capaz de resistir catástrofes de todo tipo. Tiene niveles estables de humedad (entre el 50 y el 55 por ciento) y de temperatura (entre 20 y 21 grados centígrados) que resultan óptimos para la conservación de todos estos valiosos fondos. «Contamos también con una sala especial para los papiros, que requieren parámetros más particulares», explica monseñor Pasini, para quien con la digitalización y publicación en internet de todos estos textos, la institución que dirige cumple todavía mejor su misión de servicio a la humanidad.
Fotos espaciales
En este ímprobo proceso, los empleados de la Biblioteca del Papa cuentan con una herramienta de trabajo excepcional: un sistema tecnológico para conservar las imágenes digitalizadas utilizada por la Agencia Espacial Estadounidense con las fotos que toma en sus misiones espaciales. «Es una tecnología que usa la NASA, en astrofísica y en la medicina nuclear. Se trata de un sistema extremamente dúctil, lo que permite su supervivencia durante décadas pese a los enormes cambios informáticos que se han producido. Es además un formato gratuito y garantizado en su eficiencia por la comunidad científica internacional», explica a LA RAZÓN el prefecto de la Biblioteca Apostólica Vaticana, Cesare Pasini. Dichas características hacen de la tecnología utilizada para escanear y almacenar las imágenes de esta institución de la Santa Sede la opción más adecuada. «Resulta un formato que tiene un valor perfecto y, al mismo tiempo, no presenta el riesgo de estar a merced de la compañía propietaria, como ocurre con los otros existentes», cuenta monseñor Pasini, de 61 años, experto en hagiografía bizantina y responsable de esta institución desde 2007 bajo la supervisión del cardenal Raffaele Farina, bibliotecario de Su Santidad para la Iglesia Católica.
Más que un nombre
Este software libre utilizado por la NASA y ahora por la Biblioteca Apostólica Vaticana se conoce por el acrónimo FITS: Flexible Image Transport System (sistema flexible de transporte de imágenes). Es «mucho más que otro formato de imágenes, como el JPEG o GIF», explica la propia NASA en su página web. Pero en realidad su utilidad va mucho más allá de lo que indica su nombre: además de utilizarse para conservar imágenes en dos o tres dimensiones, también sirve asimismo para guardar información en otros formatos diferentes. Como ocurre con el resto de los programas informáticos de código abierto, el FITS está en continua actualización de forma gratuita por parte de la comunidad científica. De hecho, no sólo cuenta con la aprobación de la NASA, también con la de la Unión Astronómica Internacional.
El manuscrito salta al futuro
El inicio de la digitalización de los 80.000 manuscritos que custodia la Biblioteca Apostólica Vaticana ya ha comenzado. «Hemos empezado con algunos grupos, anticipando la puesta en marcha del comienzo de la primera fase del proyecto, en la que se digitalizarán 8.000 manuscritos», asegura el prefecto. En estos trabajos de prueba se escogen diversos tipos de textos para comprobar que el sistema funciona de manera correcta, según revela el diario italiano «Corriere della Sera». «Hay algunos ejemplares que sólo pueden ser abiertos noventa grados para no estropearlos, otros cuentan con miniaturas de colores, otros de oro...», explica monseñor Pasini. Con la seguridad de que todo marcha según lo previsto, comenzará la primera fase del trabajo, que tiene una duración estimada de dos años. Para continuar la labor más allá de este plazo, la Biblioteca Apostólica Vaticana deberá encontrar financiación externa, pues sus fondos no dan para más.
Material accesible
La digitalización de los textos permitirá su publicación en internet, lo que hace que tesoros del conocimiento que hasta ahora eran sólo accesibles para un reducido puñado de estudiosos e investigadores estén a un golpe de ratón para cualquier usuario que a partir de ahora quiera conectarse a la red. Se podrá acceder a ellos de forma totalmente gratuita desde la propia página de la Biblioteca de la Santa Sede. Pero para descargar imágenes y reproducir, editar o utilizar con fines comerciales estos fondos, sin embargo, sí que habrá que pagar una cantidad.
Los 8.000 manuscritos que pronto se podrán consultar desde la web de la Biblioteca se unirán al extenso catálogo ya disponible de imágenes de incisiones, dibujos, monedas y medallas, junto a la descripción e información de los mismos. «Era necesario un proyecto global para los manuscritos, porque cada uno de ellos es único, importante por sí mismo. Después de una fase de estudio previa que ha durado cerca de dos años, en la que han colaborado varios estudiosos de ámbito internacional competentes en diferentes ámbitos, se ha podido arrancar el proyecto», cuenta monseñor Pasini. Destaca el prefecto el hecho de haber empezado por los manuscritos porque, de los textos publicados, aun siendo incunables, se conservan varias copias y algunos son, además, accesibles gracias a las campañas de digitalización que están llevando a cabo varias bibliotecas nacionales.
La Biblioteca Apostólica Vaticana custodia sus manuscritos en una habitación muy particular: un búnker que se encuentra bajo tierra, sin ventanas y capaz de resistir catástrofes de todo tipo. Tiene niveles estables de humedad (entre el 50 y el 55 por ciento) y de temperatura (entre 20 y 21 grados centígrados) que resultan óptimos para la conservación de todos estos valiosos fondos. «Contamos también con una sala especial para los papiros, que requieren parámetros más particulares», explica monseñor Pasini, para quien con la digitalización y publicación en internet de todos estos textos, la institución que dirige cumple todavía mejor su misión de servicio a la humanidad.
El proceso, en tres pasos
El proceso de digitalización que se está llevando a cabo en El Vaticano, que es pionero en su realización, puede resumirse en tres pasos específicos:
1-El primero de ellos contempla el escaneo de 8.000 de los 80.000 manuscritos con los que cuenta la biblioteca.
2-Transferencia de las imágenes al formato digital gracias al sistema FITS, utilizado por la NASA.
3-Almacenamiento de la información. Toda las imágenes se guardan con una altísima resolución. En total podían alcanzar los 45 petabytes. Cada una de estas unidades de medida equivale a unos 1.000 terabytes.
El detalle
EL SALÓN MÁS EXCLUSIVO DE LA SANTA SEDE
Al complejo proceso de digitalización y publicación en la web de todos los manuscritos que conserva en sus archivos y baldas, la Biblioteca Apostólica Vaticana añade otro proyecto de futuro para acercarla todavía más al público y quitarse el membrete de inaccesible. Es la apertura del espléndido Salón Sixtino, la sala histórica de la institución que, hasta ahora, no podía ser visitada por los investigadores que acudían a la sede para consultar sus fondos. «En la actualidad estamos trabajando para intentar ofrecer este espacio adicional a quienes frecuentan la Biblioteca para sus investigaciones. Contará con volúmenes que estarán a su disposición directa, de forma que todo su trabajo se vea facilitado», explica monseñor Pasini (en la imagen de arriba) a nuestro diario
El proceso de digitalización que se está llevando a cabo en El Vaticano, que es pionero en su realización, puede resumirse en tres pasos específicos:
1-El primero de ellos contempla el escaneo de 8.000 de los 80.000 manuscritos con los que cuenta la biblioteca.
2-Transferencia de las imágenes al formato digital gracias al sistema FITS, utilizado por la NASA.
3-Almacenamiento de la información. Toda las imágenes se guardan con una altísima resolución. En total podían alcanzar los 45 petabytes. Cada una de estas unidades de medida equivale a unos 1.000 terabytes.
El detalle
EL SALÓN MÁS EXCLUSIVO DE LA SANTA SEDE
Al complejo proceso de digitalización y publicación en la web de todos los manuscritos que conserva en sus archivos y baldas, la Biblioteca Apostólica Vaticana añade otro proyecto de futuro para acercarla todavía más al público y quitarse el membrete de inaccesible. Es la apertura del espléndido Salón Sixtino, la sala histórica de la institución que, hasta ahora, no podía ser visitada por los investigadores que acudían a la sede para consultar sus fondos. «En la actualidad estamos trabajando para intentar ofrecer este espacio adicional a quienes frecuentan la Biblioteca para sus investigaciones. Contará con volúmenes que estarán a su disposición directa, de forma que todo su trabajo se vea facilitado», explica monseñor Pasini (en la imagen de arriba) a nuestro diario
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