En el XXXVII Congreso Neumosur que se celebra en La Línea de la Concepción,
Sociedades Científicas de Neumología de Latinoamérica, Portugal y el Sur de
España demandan mayor presión legislativa para que las tabaqueras informen de
la composición exacta de sus cigarillos
CIGARRILLOS: ¿TABACO O DROGA DE DISEÑO?
• Consideran importante que la legislación avance en el sentido de obligar a las
tabaqueras a reflejar la composición de sus productos, y particularmente,
aquellas sustancias añadidas de forma artificial para modificar sus
propiedades.
• Estiman necesario que los países ejerzan un control legislativo efectivo de una
sustancia que, debido a los componentes añadidos en su proceso de fabricación,
podría calificarse más de “droga de diseño” que de tabaco, y que causa la
muerte a más de la mitad de los que la consumen en sus dosis habituales.
• Reclaman que la última fase de fabricación de los cigarrillos, durante la cual se
añaden productos que matizan las propiedades aromáticas y gustativas, deje de
estar catalogada como “secreto industrial”.
• Todas las investigaciones realizadas desde 1965 hasta hoy son concluyentes
sobre la inclusión de aditivos para aumentar el grado de absorción de la
nicotina, y por tanto de adicción tabáquica, así como sobre la presencia de
sustancias radioactivas.
• Un estudio reciente realizado en Estados Unidos muestra que la dosis
radiactiva recibida por la población fumadora es 36 veces superior a la suma
de la recibida por los trabajadores de todas las centrales nucleares de Estados
Unidos, y a los de todas las instalaciones militares que utilizan energía nuclear.
• Lamentan que estos datos sean pocos conocidos por la población en general, e
incluso por los profesionales sanitarios y auguran que, en cuanto la legislación
se endurezca, aún descubriremos nuevas sorpresas negativas para la salud.
La Línea de la Concepción, 25 de marzo de 2011.- Los más de doscientos
especialistas españoles, portugueses y latinoamericanos reunidos en la Línea de la
Concepción (Cádiz) en el marco del XXXVII Congreso NEUMOSUR, han pedido
mayor presión legislativa para que las tabaqueras informen de la composición exacta de
los cigarrillos, y particularmente de las sustancias añadidas de forma artificial para
modificar sus propiedades, sustancias que hoy están protegidas como secreto industrial,
a pesar de los descubrimientos realizados hasta la fecha que han permitido conocer que hoy los cigarrillos tienen ya más de “droga de diseño” que de tabaco. Las sociedades
científicas latinoamericana (ALAT), portuguesa (SPP) y del sur de España
(NEUMOSUR), lamentan que tanto en países desarrollados como en otros en vías de
desarrollo aún no exista un control legislativo efectivo de una sustancia que causa la
muerte a más de la mitad de los que la consumen en sus dosis habituales y consideran
absolutamente necesario que todo el proceso de fabricación de los cigarrillos, incluida la
fase final conocida como “salseado”, y en la que se matizan las propiedades aromáticas
y gustativas, sea completamente transparente para el público y para las autoridades
sanitarias.
Todas las investigaciones realizadas desde 1965 hasta hoy son concluyentes sobre la
inclusión de aditivos para aumentar el grado de absorción de la nicotina, y por tanto, de
adicción tabáquica, así como sobre la presencia de sustancias radioactivas como el
Polonio (Po), cuya radiación ejerce un importante efecto sinérgico con otros
carcinógenos químicos del tabaco, llegando a incrementar desde 8,3 a 25 veces el riesgo
de presentar cáncer de pulmón a lo largo de la vida, en relación con el no fumador. Un
estudio reciente realizado en Estados Unidos(1)
, ha confirmado y ampliado estos datos,
aportando la conclusión de que la dosis radiactiva recibida por la población fumadora es
36 veces superior a la suma de la recibida por los trabajadores de todas las centrales
nucleares de Estados Unidos y a los de todas las instalaciones militares que utilizan
energía nuclear.
Es conocido igualmente cómo las compañías de tabaco han añadido compuestos
químicos derivados del amoniaco de forma artificial para aumentar el Ph y, por tanto,
incrementar la absorción de la nicotina presente en los cigarrillos, lo que aumenta el
grado de adicción. Dos informes internos de la compañía de tabaco Brown &
Williamsom (B&W) desvelaron estas circunstancias. Estos dos informes se publicaron
en octubre del año 2005 por el Wall Street Journal. El primero de los informes, del año
1991, es un manual sobre la fabricación del tabaco que trata, sobre todo, de la química
del amoniaco. El segundo, hace un análisis competitivo sobre la marca más conocida de
Philip Morris (Malboro), estudiándose toda la tecnología del amoniaco utilizado para
esta marca. Finalmente en este informe se concluye que "el amoniaco es la clave de la
tecnología de Malboro". Como es conocido, esta cuestión (añadir amoniaco de forma
artificial para incrementar la adicción a la nicotina), fue la base de la denuncia
presentada por la Junta de Andalucía a las tabaqueras en relación con los gastos
sanitarios que provoca el tabaquismo.
Todos estos datos, pocos conocidos por la población en general, e incluso por los
profesionales sanitarios, hacen sospechar hasta qué punto puede estar manipulado este
producto de consumo adictivo y ponen de manifiesto la importancia enorme de que la
legislación exija a las tabaqueras hasta la última línea de lo que aún hoy forma parte de
su “secreto industrial”.
A este respecto, los neumólogos recuerdan que el Código Penal somete a penas de hasta
doce años de prisión e inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u
oficio por tiempo de seis a diez años a “el que exponga a una o varias personas a
radiaciones ionizantes que pongan en peligro su vida, integridad, salud o bienes” y
penas de “prisión de uno a cuatro años, multa de seis a doce meses e inhabilitación
especial para profesión, oficio, industria o comercio por tiempo de tres a seis años a
quien “adulterare con aditivos u otros agentes no autorizados susceptibles de causar
daños a la salud de las personas los alimentos, sustancias o bebidas destinadas al comercio alimentario”. En este sentido, invitan a una reflexión tanto a la industria del
tabaco como a los propios gobiernos y administraciones que tienen que preservar la
seguridad colectiva y la salud pública, para que actúen en consecuencia.
Tabaco y pobreza
Según algunos estudios, para el año 2030 la cifra de fallecimientos causados por el
tabaquismo en el mundo entero superará los 8,3 millones y la mayoría de estas muertes
(70 por ciento) se producirán en países en vías de desarrollo. En Latinoamérica fuma
habitualmente 1/3 de la población, siendo los países del cono sur (Argentina, Uruguay,
Chile, Paraguay y Brasil), los más fumadores. Los resultados de la Encuesta Mundial
sobre Juventud y Tabaco (GYTS) aplicados a estudiantes de 13 a 15 años, demuestran
también que los países sudamericanos tienen actualmente el consumo más elevado de
cigarrillos en adolescentes. Al mismo tiempo, el tabaco es, en opinión de los
neumólogos latinoamericanos, un factor que lastra el desarrollo de estos países, muy al
contrario de lo que sostiene la industria tabaquera. Es, en el fondo, un círculo vicioso:
los pobres tienen más probabilidad de fumar que los ricos y las familias pobres gastan
un mayor porcentaje de sus ingresos en tabaco. Según la propia OMS, “juntos, tabaco y
pobreza conforman un círculo vicioso del que a veces es difícil escapar”.
Además de pedir las tabaqueras informen de la composición exacta de sus cigarrillos,
los neumólogos reunidos en el Congreso NEUMOSUR consideran fundamental
incrementar el precio del tabaco (en Argentina, por ejemplo, una cajetilla cuesta algo
más de 1,2 euros) y avanzar legislaciones que prohíban fumar en espacios públicos (en
aquellos países donde aún no existan), prohibición completa de publicidad y
financiación de los tratamientos a fumadores dependientes.
Para más información, Manuela Hernández.
Gabinete de Prensa de Neumosur. Telf.: 954 62 27 27/651867278
(1). Carcinógenos químicos y radiactivos en los cigarrillos: efectos en la salud y las respuestas de la
industria del tabaco, el Congreso de los EE.UU., y las agencias reg
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