sábado 26 de marzo de 2011
Cine y Pediatría (63). “Los chicos están bien”, ¿seguro…?
La familia se considera uno de los pilares de la sociedad y uno de los entornos principales en los que se desenvuelve la vida psíquica de las personas. La familia, como microsistema dentro del sistema social, ha sufrido los cambios de la sociedad en forma paralela. En sentido evolutivo, la familia cambiará a medida que la sociedad cambie.
Estamos viviendo un momento de transición de paradigmas en la estructura de las familias. La familia tradicional (padre y madre con hijos, habitualmente con los abuelos cercanos) está dando lugar a otros nuevos modelos de familias, con todas las variantes posibles (y así lo palpamos y sentimos en nuestras consultas pediátricas). Un hijo puede crecer en un entorno habitual como el descrito (que sigue siendo el más frecuente), pero las posibilidades son múltiples (y con todas las combinaciones): puede crecer en una familia con separación matrimonial (cada vez más frecuente), uniparental (con una madre o un padre sólo) u homoparental (con dos padres o con dos madres). La fuerza y declaración de principios de las parejas de gays y lesbianas en este último sentido es contundente.
De esto nos habla la directora Lisa Chodolenko, norteamericana de origen ucraniano, a través de su comedia independiente con tintes dramáticos bajo el título de Los chicos están bien. En realidad conoce bastante bien la historia, pues Lisa es lesbiana y ha tenido un hijo por medio de un donante anónimo de esperma: la misma historia que relata en su película, pues el guión es de la propia directora, abanderada y defensora de los derechos de los gays y lesbianas en el conservador mundo de Hollywood. Así pues, de antemano, sus cartas están marcadas sobre el nudo, estructura y desenlace de su película.
Ya hemos hablado antes de Los chicos están bien, como una de las películas de cine independiente que ha logrado situarse en la última edición de los Premios Oscar como candidata a mejor película. El cuarto largometraje de Lisa Cholodenko (tras High art, 1998; La calle de las tentaciones, 2002; yCavedweller, 2004) fue nominado a los Óscar en 4 categorías: película, guion, actriz protagonista (para Annette Bening, aunque bien hubiera podido ser para Julian Moore) y actor de reparto (Mark Ruffano), si bien no consiguió ninguno, pues la rivalidad era mucha. Tres actores en estado de gracia, que no culminaron su nominación por tener que enfrentarse a dos interpretaciones soberbias: la de Natalie Portman en Cisne negro (Darren Aronofsky, 2010) y la de Christian Bale en The Fighter (David O. Rusell, 2010).
El guión se centra en dos mujeres maduras, Nic (Annette Bening) y Jules (Julian Moore), que viven como una pareja de lesbianas en buena armonía. Cada una de ellas ha tenido, respectivamente, una hija (Joni, de 18 años) y un hijo (Laser, de 15 años). La peculiaridad es que estos hijos fueron concebidos por inseminación artificial y que ahora, en la adolescencia, quieren cumplir un sueño: conocer a su padre biológico (Mark Ruffalo). Este hecho provoca el rechazo de sus madres, temerosas de que esta nueva figura paternal amenace la estabilidad familiar.
Los chicos están bien actúa como cine con vocación de provocación y de mostrar otras realidades, la que quiere demostrar su directora, convencida de ello: sugiere asumir otros modelos de familia diferentes a la familia tradicional, pues es evidente que la institución familiar funciona en la historia como un ente en movimiento y transición. Y Lisa Chodolenko nos quiere decir que, en el siglo XXI, el modelo de familia también transcurre por alguno de los caminos que ella dibuja.
El llamado indie americano o cine independiente recoge de la industria cinematográfica aquellos guiones que por su perspectiva ética y por su cuestionamiento de las estructuras sacrosantas que sostienen la normalidad de la mayoritaria clase media, no encajan en el cuadro del mainstream. En la idea de hacer listado de todo, también se han realizado listados de las 50 mejores películas indies, cuestionable como todas las listas. Parece que el planteamiento de nuevas estructuras familiares tenga un espacio reservado especial en el cine indie, comprometido a romper tabúes en torno a distintos tema, con distintas perspectivas y con distinto éxito: sea al embarazo no deseado en la adolescencia (Juno de Jason Reitman, 2007), la familia disfuncional (Pequeña Miss Sunshine de Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2006), el hijo que descubre a su padre en fase de transformación transexual (Transamérica de Duncan Tucker, 2005) y, ahora, las familias homoparentales.
Los chicos están bien aboga por familia homosexual vivida con naturalidad, la familia gay en armonía. Aparentemente más perfecta que las familias reales, porque en la familia de Los chicos están bien los problemas se hablan, se discuten, se transforman en savia que alimenta la vida. Demasiado ideal…, demasiadas cartas a su favor. El estudio psicológico sobre la pareja y la estabilidad emocional que realiza la autora podría extrapolarse a matrimonios heterosexuales o a parejas homosexuales de hombres, lo cual convierte en universal todo lo que nos propone. Ya desde el año 2002 la propia American Academy of Pediatrics realizó un informe técnico, informe que fue muy debatido por la comunidad médica a través de cartas al editor.
Independientemente de nuestra postura respecto a las nuevas familias y el entorno en el que crecen los hijos con dos madres o dos padres, Los chicos están bien es una película cálida y con buenas interpretaciones que nos abre al camino al debate en la diversidad. Un entorno familiar positivo para los hijos debe fundamentarse en el amor, en la dignidad, el respeto y la potenciación de los valores les hagan mejores personas y ciudadanos. A partir de aquí, cualquier debate es válido. Pero el bienestar físico y psicológico de los niños es fundamental en cualquier familia, sea uniparental, homoparental o heteroparental, por lo que la pregunta que subyacerá siempre, por muy evolucionados que estemos es: ¿seguro que los hijos están bien?...
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