martes, 4 de septiembre de 2012

Humanismo y bioética / Fuentes-Nucamendi MA



Acta Ortopédica Mexicana 2011; 25(2): Mar.-Abr: 77-78

Fuentes-Nucamendi MA

ACTA ORTOPÉDICA MEXICANA 2011; 25(2): 77-78

Editorial

Humanismo y bioética
Fuentes-Nucamendi MA*
Hospital General de México O.D. SSA

El «humanismo» se ha usado en tantos sentidos que ac­tualmente puede confundirse desde el punto de vista filosó­fico y deontológico. Tradicionalmente se ha dado por unir­lo a los más altos valores del ser humano: amor, bondad, misericordia, valor, etc., pero en realidad es una máscara para esconder el antropocentrismo, es decir que el centro del universo somos nosotros los seres humanos y no existe nin­gún otro valor que no sea nosotros mismos. Esto nos puede llevar a una falta de respeto completa y absoluta hacia los demás seres vivos, lo que nos convierte en los máximos de­predadores de la tierra, convierte el humanismo en barbarie. Esa es la verdadera cara del ser humano y la exacta descrip­ción del «humanismo» según Álvarez del Río.
En un principio el conocimiento era filosófico, integral, trataba de abarcar a todas las áreas del conocimiento; era una experiencia artística y era llamada «poiesis» es decir arte. La técnica era llamada «techne» y era parte de este co­nocimiento. Al pertenecer a esta parte de lo «poietico» de lo creativo del arte, la vieja «techne» no se basaba en las cien­cias exactas, sino más bien en el respeto a todos los seres. No le exigía a la tierra la máxima producción en el menor tiempo de alimentos, medicinas, recursos, para una pobla­ción mundial creciente, para cubrir sus necesidades. Seamos sinceros éstas nunca serán alcanzadas. La técnica dejó de ser un arte para convertirse en un ente frío  e insensible ba­sado en mediciones, tornillos y chips, que en un intento de alcanzar la luz nos hundirá en la oscuridad. Una creación absolutamente artificial que no tiene respeto por todos los seres, ni por la tierra ni por el mismo hombre, que ha dejado de existir para sí y existe por, de y para su tecnología.
Actualmente sólo realizamos «Polymethíe kakotech­nien» es decir «mucha ciencia y poco arte», en otras pa­labras mucha erudición sin el arte del conocimiento, es decir sin sabiduría. Pero esto es necesario para moverse en la ciencia actual y ataca a todas las áreas del conoci­miento desde las ciencias exactas a las ciencias sociales y arte. En una autopista del conocimiento con una aplas­tante cantidad de datos, que no de conocimiento, no todo útil. Para Martín Heidegger esto se llama «Ges-stell» es decir estructura de emplazamiento, ¿Qué es esto? Toda la estructura de la tecnología utilizada para «dominar, explotar, almacenar, consumir y desechar» los recursos de la tierra. A eso hemos reducido nuestro conocimien­to. ¿Falta de humanismo? No, absolutamente no….. es la máxima expresión del humanismo, del antropocentrismo, de la depredación y el barbarismo, de falta de respeto por la vida, por la tierra y por nosotros mismos.
No se mal entienda, no estoy «satanizando» a la ciencia y la técnica, que al final de cuentas son junto con el arte las más altas expresiones de la inteligencia humana, que es en realidad nuestro único patrimonio. Es más bien un llamado para que el hombre entienda que hay otras formas de rela­cionarse con el mundo con absoluto respeto a todos los seres y a la tierra. Se necesita un nuevo humanismo centrado en el biocentrismo, en el respeto y la vida. Es decir un equili­brio entre biocentrismo y antropocentrismo. El código de Hammurabi es un claro ejemplo del bicentrismo; los egip­cios y los griegos, tenían estrictas reglas de comportamiento de la sociedad, de cuándo cultivar, de qué modo correcto de acuerdo a los ciclos naturales. Y en materia de medicina los códigos de conducta eran aún más rígidos, de tal forma que se marcaba un código de discreción y comportamiento hacia los pacientes, reglas de tratamiento plasmadas en los escritos médicos. Si se seguían los procedimientos descritos del arte médico, y el paciente moría, no había culpa hacia el médico. Pero si intentaba otros métodos no aceptados y el paciente quedaba con algún daño o moría, la vida del galeno estaba en riesgo.
Los orígenes del pensamiento sistemático sobre el bien y del mal vienen de la antigua Grecia. El primero en hacer dichos cuestionamientos fue Aristóteles y lo llamó «ética». Y los llamaba «cuestionamientos sobre el «ethos», esto es cuestiones sobre el carácter. Y Platón  en el diálogo de Cri­tón insiste en tres características de la ética: 1) Deliberar usando la razón y no los sentimientos. 2) Pensar por cuenta propia sin hacer caso de lo que diga la mayoría. 3) Actuar en estricta justicia. Por lo tanto al actuar en base a razón y no a sentimientos, en independencia y en estricta justicia, estamos actuando en forma ética.
El otro significado de ética viene de «ethos», Que sig­nifica guarida, hábitat, que fue deformándose hasta quedar como un equivalente o significado de «costumbre y hábito». Y llega a ser costumbre y hábitos del carácter. O conquista del carácter por la costumbre y esfuerzo. Es decir la ética nos salva de la corrupción del alma.
La bioética nace en 1970 por el Dr. Van Renssealer Pot­ter, un bioquímico estadounidense, que trabajaba con onco­logía en la Universidad de Wisconsin. Al darse cuenta del estado de la investigación y de su entorno, urge hacia la fusión de la ciencia y la ética para generar la bioética, un híbrido entre la biología y la filosofía. Tratando de fusionar sophia y phronesis, es decir conocimiento y sabiduría prác­tica. En su primer artículo de 1970 «Bioética, la ciencia de la supervivencia», escribe: «La humanidad necesita urgen­temente una nueva sabiduría que le proporcione el conoci­miento de cómo usar el conocimiento, ésta podría llamarse la ciencia de la supervivencia». La «nueva ciencia» según Potter: «debe basarse en la biología, las ciencias sociales, la filosofía, las humanidades, en su sentido más puro de amor al conocimiento y propongo el nombre de bioética. Donde se junten el conocimiento biológico y los valores humanos». Siendo éstos universales, en principios, equidad, justicia y derechos para todos los seres vivos y la tierra misma, llegan­do más lejos que la reducida esfera del conocimiento y ac­tuar médico. Abarca a toda la biósfera y el geos. Para Potter la bioética es la ética basada en el conocimiento biológico y dirigido a la supervivencia.
La bioética global, insiste en que los eticistas, médicos, profesionales de la salud, personas relacionadas con la cien­cia, el conocimiento y en general toda la humanidad, consi­deren el significado original de la bioética y que extiendan sus pensamientos y actividades a las cuestiones de salud pública a nivel mundial y de conservación de todas las espe­cies y la tierra bajo los siguientes conceptos:
a. Objeto: Asegurar el respeto al ser humano y a la biosfera ante las innovaciones tecnológicas.
b. Finalidad: El análisis racional de los problemas éticos ligados a la biomedicina y la biosfera y su vinculación con el ámbito del derecho y de las ciencias humanas.
c. Basarse en los principios de Belmont para la protección de personas objeto de investigación biomédica y de la conducta:
1. Respeto por la autonomía: capacidad de decisión de las personas sobre la elección de tratamientos y acceso a la información clínica.
2. Beneficencia: Considerar la evaluación sobre las ventajas de los tratamientos y los beneficios otorgados a los pacientes.
3. No maleficencia: Principio que obliga a los profesionales a no hacer daño ni poner en riesgo a los pacientes.
4. Justicia: Garantizar equidad en atención, costos y beneficio.
La UNESCO en la «Declaración sobre bioética y dere­chos humanos» en 2005, dice que: «Se habrán de tener debi­damente en cuenta la interconexión entre los seres humanos y las demás formas de vida, la importancia de un acceso apropiado a los recursos biológicos y genéticos y su utiliza­ción, el respeto del saber tradicional y el papel de los seres humanos en la protección del medio ambiente, la biosfera y la biodiversidad».
Por lo tanto, la bioética es global, va mucho más allá del conocimiento médico y debe formar parte del humanismo y puede llegar a ser la máxima expresión del «buen humanis­mo», del verdadero humanismo real y positivo, trascendente y creativo, formador de vida, esperanza y supervivencia. No persistamos en el «humanismo histórico» que nos ha mar­cado hasta ahora y que nos lleva en un camino directo a la destrucción… aún hay tiempo para nosotros, para la vida, para la tierra.
Este editorial se basó en la consulta de las siguientes obras.
1. Álvarez-Del Río A, Rivero P. El desafío de la bioética. México: Edito­rial Fondo de Cultura Económica; 2009: 11-28.
2. García G. Normativa en bioética, derechos humanos y vida. México: Editorial Trillas; 2009: 5-38.
3. Porter K. Introducción a la Bioética. 3ª edición. México: Editorial Méndez editores; 2010: 03-40.
4. Viesca T. Medicina prehispánica de México. 6ª reimpresión. México: Editorial Panorama; 2008: 51-69.
5. Pérez-Tamayo R, Lisker R, Tapia R. La construcción de la bioética. México: Editorial  Fondo de Cultura Económica; 2008: 11-24.

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* Jefe de Enseñanza Ortopedia. Hospital General de México O.D.
Dirección para correspondencia:
Dr. Marcos Alfonso Fuentes Nucamendi
Dr. Balmis Núm. 148, Pabellón 106 Ortopedia. 
06720 Deleg. Cuauhtémoc, D.F.
Tel. 27 89 20 00, Ext. 1040.
E-mail: fuentesnucamendi@yahoo.com.mx
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