sábado, 11 de junio de 2011

Proliferaciones melanocitarias benignas en la infancia

Cuando hablamos de proliferaciones melanocitarias benignas, nos referimos especialmente a los nevos melanocíticos (NM), que forman parte de la piel normal. Estas proliferaciones se pueden clasificar de una forma sencilla en congénitas o adquiridas. La incidencia de NM congénitos (NMC) en el recién nacido oscila entre el 0,2 y el 6%; en cuanto a los NM adquiridos (NMA), la incidencia aumenta durante de la infancia y la pubertad, y se adquieren el máximo de elementos a los 25 años de edad1-3.

Los NM son un factor de riesgo para el desarrollo de melanoma maligno. Globalmente, se cita un aumento de incidencia de este tumor, no sólo en adultos, sino también en niños. Afortunadamente, el melanoma es muy raro en la infancia, con una incidencia anual de 0,7 por millón en niños de edades comprendidas entre los 0 y los 9 años. En el niño prepúber y en el adolescente, continúa siendo infrecuente el melanoma, salvo en los casos con factores predisponentes de riesgo, como sucede en las situaciones de immunodepresión, síndrome del nevo atípico, xeroderma pigmentosum o en individuos con un gran número de nevos4.

Los pediatras son la primera línea de detección de una posible lesión melánica maligna, y un diagnóstico temprano puede condicionar el pronóstico vital. Por ello, vale la pena remarcar la importancia del conocimiento de los diferentes tipos de lesiones pigmentadas más prevalentes en la infancia (aunque sea de forma somera), así como los signos de alarma o las pautas de actuación a seguir




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