Hasta ahora, las interacciones entre los huesos y el sistema reproductivo se han centrado únicamente en la influencia de las gónadas en la acumulación de masa ósea. Pero parece haber algo más. «Desde que la comunicación entre dos órganos del cuerpo raramente va en una única dirección, el hecho de que las gónadas regulen los huesos plantea la pregunta de si también ocurre lo contrario», explica Gerard Karsenty, responsable de la investigación.
Karsenty y su equipo se dieron cuenta de que los ratones macho de su laboratorio cuyos esqueletos no generaban una hormona llamada osteocalcina no tenían muchas crías. Los investigadores descubrieron que la oesteocalcina aumenta la producción de testosterona, una hormona que controla la fertilidad masculina. Cuando inyectaron la osteocalcina a los ratones macho, los niveles de testosterona también aumentaron.
Sin embargo, cuando la osteocalcina no está presente, los niveles de testosterona disminuyen, lo que provoca una diminución en el recuento de espermatozoides. Cuando los ratones macho con déficit de esta hormona se cruzaron con hembras normales, las parejas solo produjeron la mitad de camadas que por lo general tienen los machos normales, y en cada camada el número de crías también fue menor.
NO EN LOS HUESOS FEMENINOS
Karsenty espera encontrar características similares en los seres humanos, sobre la base de otras similitudes entre el ratón y las hormonas humanas. Si la osteocalcina también promueve la producción de testosterona en los hombres, los bajos niveles de esta hormona podrían ser la razón por la que los varones infértiles tienen inexplicables bajos niveles de testosterona.
Sorprendentemente, a pesar de que los nuevos hallazgos provienen de una observación sobre el estrógeno y la masa ósea, los investigadores no pudieron encontrar ninguna evidencia de que el esqueleto influya en la reproducción femenina. |
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