martes, 28 de diciembre de 2010

The Arts in 2010

The Arts in 2010


Sara Krulwich/The New York Times
A scene from ““Spider-Man: Turn Off the Dark.”



With its costs and its casualties (including Christopher Tierney, standing above), “Spider-Man: Turn Off the Dark” became the most scrutinized new show on Broadway this year, though it’s still in previews.
Multimedia
2010: The Year in Pictures
Hiroyuki Ito for The New York Times
Arts
From the Lens blog, memorable moments in the arts from 2010.

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But it wasn’t the only endeavor to attract attention: visitors to the retrospective of the performance pioneer Marina Abramovic at the Museum of Modern Art entered between nude performers standing at attention. That was one kind of social networking — the other kind reaching big screens in “The Social Network,” an awards-season favorite starring Jesse Eisenberg as Mark Zuckerberg, the driving force behindFacebook. In her review in The New York Times, Manohla Dargis wrote, “It’s a resonant contemporary story about the new power elite and an older, familiar narrative of ambition, except instead of discovering his authentic self, Mark builds a database, turning his life — and ours — into zeroes and ones, which is what makes it also a story about the human soul.” Win Butler and the Canadian bandArcade Fire also managed to reach hearts and wallets in 2010 with their No. 1 album, “The Suburbs,” all the while keeping control of their own music.
At left, a slide show of more photographs from 2010.

El móvil antes que el sexo

El móvil antes que el sexo

El 5% de los usuarios prefiere renunciar a mantener relaciones antes de quedarse sin su preciado smartphone

Día 28/12/2010 - 11.05h
Es cuestión de prioridades. Después de aquel estudio que sostenía que la privación de internet genera más angustia que la privación del sexo, una nueva investigación asegura que el 5% de los usuarios de telefonía móvil prescindiría antes de mantener relaciones que de su querido dispositivo. Y nos referimos al teléfono. Esta es una de las conclusiones de una encuesta realizada por la operadora de telefonía móvil MÁSmóvil, que ha preguntado por ésta y otras cuestiones algo más serias a más de 1.000 consumidores. El 61% de los encuestados opera actualmente con una compañía tradicional y un 37% con una de bajo coste. Sin embargo, el 77% de los usuarios tiene entre sus planes cambiar de operador con el fin de ahorrar costes.
Cerca de la mitad de los entrevistados ha reducido en los últimos seis meses su consumo de móvil por la crisis. Sobre todo, se ha reducido el número de llamadas nacionales y el envío de mensajes de texto. Asimismo, los encuestados aseguran haber cambiado su modalidad de pago por la mejora de tarifa (36%) y el control de gastos (30%). Casi la mitad de los clientes ha reducido su consumo y un 22% estaría dispuesto a prescindir de su móvil para ahorrar dinero.
Salir de marcha o hacer una llamada
Además, preguntados sobre lo que prima en su vida, un 32% renunciaría antes al móvil que a ir a la moda, un 53% prefiere ir a espectáculos, restaurantes o de marcha antes que usar el teléfono y un 65% prefiere echar gasolina. No obstante, un 5% renunciaría antes al sexo que a su móvil.
"La crisis hace que los consumidores tengan una sensibilidad mucho mayor al precio, a las tarifas y a lo que se paga por los servicios de telefonía móvil. El usuario mira con detenimiento la competencia y elige cada vez más en función de la relación mejor calidad, precio y servicio", considera el presidente del operador móvil, Maini Spenger.

Territorios de fábula y leyenda

Territorios de fábula y leyenda

Un viaje por el atlas legendario de nuestro pasado propone «Geografía mágica», de Ana Cristina Herreros

Día 28/12/2010

ILUSTRACIONES: CARLOS ARROJO
LA FUENTE DE ZULEMA. Los viejos del lugar dicen que en Aracena, Huelva, una princesa fue enterrada hasta la cabeza por su padre, en castigo a sus amoríos con un cristiano. Se llamaba Zulema, y derramó tantas lágrimas que en el lugar brotó una fuente. Todavía hoy, pasados tantos siglos, del fontarrón continúa manando agua fresca.

LA MUJER MUERTA. Madrileños y segovianos conocen muy bien el lugar. Porque cuando se mira desde la llanura segoviana hacia la sierra de Guadarrama su figura es rotunda, impresionante. Es la Mujer Muerta y se cuenta que perdió la vida mediando en una pelea entre dos caballeros que se habían enamorado perdidamente de ella.
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Antes, mucho antes de que Armstrong se pasease por Selene. Antes, muchísimo antes de Internet. Antes, remotísimamente antes de Facebook y de Twitter. Antes, cuando los hombres se arracimaban en torno a las llamas de una hoguera para amansar su miedo a la noche, y reconfortar los corazones apurando cualquier bebedizo, nuestros antepasados, mientras escuchaban aterrados los aullidos de las alimañas, se contaban los unos a los otros historias en las que nombraban con palabra certera y mágica las tierras en las que vivían y en las que habrían de morir.
El suelo que pisaban les sorprendía, sus formas les intrigaban, y decidieron inventar y contar historias para apellidar tanta maravilla como la geografía les brindaba. Una montaña podía ser una mujer recostada y muerta. Una isla plana, como Fuerteventura, el lugar donde los gigantes se echaban la siesta y la alisaban con su descomunal peso. Una fuente termal el camino directo a las entrañas de la Tierra y del Infierno. Aquellas historias y leyendas pasaron de generación en generación durante siglos.Todavía en muchos lugares de la Península Ibérica perviven aquellos nombres milenarios. Todavía en la memoria de la vieja Piel de Toro se acomodan seres legendarios, mujeres encantadas, hechiceros y chamanes, colosos, santos, diablillos.
Parajes y paisajes
La Brecha de Roldán; el Monte del Perdido; la Pisada del Diablo; la Mujer Muerta; las caldas de Estrach; el Prado de las Lanzas... son algunos de los parajes y paisajes que recorre «Geografía mágica» (Siruela), un libro de la especialista en literatura tradicional Ana Cristina Herreros, bellamente ilustrado por Carlos Arrojo.
Páginas que nos llevan en volandas en alas de la fantasía, porque, como dice la autora, «la magia está por todas partes, sólo hay que saber mirar con los ojos del asombro». Historias que el tiempo parece empeñado en ajar y oxidar. «Sí, nos olvidamos de nuestras raíces porque tampoco queremos acordarnos de cuál es nuestro destino —explica Ana Cristina Herreros—. Pero ambos son irrevocables. Tierra somos, de ella salimos, y a la tierra volvemos».
Aunque pueda no parecerlo, pasado y futuro conviven en la red: «Internet no acabará con las leyendas; es más, les está dando nueva vida porque existen un montón de páginas web que recogen leyendas y cualquiera puede leerlas y luego contarlas», explica la autora. Afortunadamente, todavía muchos padres acunan a sus hijos con los viejos cuentos de siempre, y también, como subraya la escritora, «juegan con videojuegos que les permiten formar parte de historias fantásticas llenas de héroes o superhéroes con poderes mágicos, empeñados en restituir la justicia y acabar con el mal».
Esta noche, cuando otra vez, como ha sido durante los siglos de los siglos, el ejército de las sombras nos acorrale, siéntese en torno a una hoguera (también vale un radiador), coja en brazos a sus hijos y endulce sus oídos con las viejas historias, las leyendas con las que nuestros antepasados conjuraban el miedo.

El Museo ABC, una deslumbrante revelación para Financial Times

CULTURA

El Museo ABC, una deslumbrante revelación para Financial Times

El diario británico «Financial Times» publicó el día 24 un extenso reportaje sobre el nacimiento del Museo ABC de Dibujo e Ilustración, que reproducimos aquí por su interés

Día 26/12/2010
Aunque hablar del fin de los periódicos puede resultar exagerado, lo que los rotativos no pueden ya reclamar es su antiguo papel de motor del arte gráfico. A pesar de ello, el nuevo Museo ABC de Dibujo e Ilustración, que ha abierto sus puertas el mes pasado en Madrid, dará alas a los viejos devotos de las ramas extintas.
IGNACIO GIL
Una imagen del reportaje
El nuevo espacio exhibe uno de los archivos periodísticos mejor conservados de Europa, pero también cultiva los nuevos talentos en animación y otros medios digitales. La presencia de ambas, viejas y nuevas artes, en el mismo edificio es la mejor manera de recordar que el dibujo, incluso el que nace en internet, hunde sus profundas raíces en los medios impresos.
Casi todas las publicaciones centenarias han perdido la mayor parte de sus archivos o bien fueron incapaces de retener desde el principio las obras de arte que utilizaban. El diario ABC, fundado al comienzo del pasado siglo, no sólo guardó las ilustraciones que encargaba sino que pudo salvarlas a pesar de golpes militares, dos dictaduras y una guerra civil.
Juan Gris y Salvador Dalí, entre otros pintores españoles, trabajaron para ABC en su día, pero algunos de los ejemplos más impresionantes en la exposición inaugural se deben frecuentemente a las piezas que artistas anónimos enviaban a los concursos de portadas convocados en los años treinta por ABC y Blanco y Negro.
El museo se ha construido en una antigua fábrica de cerveza en el barrio del Conde Duque; a pesar de su adusta entrada, un patio pavimentado con triángulos irregulares de acero y cristal, se puede considerar ya otro tesoro entre la colección de museos de Madrid. La primera muestra temporal del centro, «El efecto iceberg», reúne 350 obras que representan una mera selección de su archivo, que atesora la friolera de 200.000 piezas.
El inicio del siglo XX abre con la habitual panoplia de arte en carteles poblados de sombreros de copa, monóculos, tocados imposibles, largos guantes y rotundas sonrisas. Extrañas, plateadas piezas simbolistas pobladas de duendes y hadas-insectos, acompañan algunas de las vigorosas historias de Blanco y Negro. Como ocurre con muchas de las revistas de la época, la atención se centra en el torbellino de la vida en la ciudad moderna. Multitudes revolotean junto a los carteles de los espectáculos, el gentío pasea junto a los escaparates de la Gran Vía, y acude al Teatro Real cuando los Ballet Rusos trajeron «El pájaro de fuego» a la ciudad en 1916.
Lo más curioso de todo ello, sin embargo, no radica tanto en el estilo o el sujeto como en el formato del material más tradicional. Aquellas primeras piezas son depuradas pinturas al óleo: jóvenes bellezas con vestidos diáfanos, bañadas en aquella asombrosa, límpida luz tan del gusto de Ramón Casas y Emilio Sala. Además, la exposición revela claramente cómo los viejos pintores y sus valores artísticos eran desplazados en favor de los más jóvenes del lugar: los ilustradores profesionales.
Modernismo
Por dar un ejemplo, la gran contribución de Francisco Ramírez en el albor del siglo XX fue la delicadeza de sus paisajes urbanos art nouveau. En los años treinta estaba también ilustrando algo parecido a los «thrillers» de Raymond Chandler con un estilo americanizado y tan duro como los detectives que retrataba. Cada vez más, los títulos de las obras y la acción que reflejan surgen para la historia misma y para el momento concreto. He ahí lo instantáneo de la vida moderna: lo que hoy se consume, en la papelera mañana.
No se puede decir que el arte «autónomo» cesara de jugar un papel importante. La amplitud de miras del arte gráfico puede valorarse en la selección de los años veinte y treinta, un tiempo en el que la mayoría de los lectores de corte burgués estaban satisfechos con las formas de la vanguardia. Como añadido a la pureza de la ilustración, el gusto de Daniel Vázquez Díaz se sometía a los retratos a lápiz, como el de Manuel de Falla que forma parte de la exposición, y los paisajes como los apuntes de los suburbios madrileños de Francisco Sancha aún no se consideraban fuera de lugar en la revista.
Hay toda una sucesión de asombrosas portadas en aquellos años. Puede que los nombres no sean muy conocidos hoy, pero la estética internacional que contribuyeron a formar terminó por configurar el estilo propio de revista que todos apreciamos. Una portada de 1929, de José Almada, muestra tres chicas en un balcón, tranquila, sencilla y elegante en sus verdes y grises distintivos —un estilo que una publicación como «The New Yorker» ha encarnado desde entonces.
El modernismo de estas portadas se modula con la plenitud del aroma local: opulentos rojos, amarillos y azules, y el ocasional y exótico toque norteafricano. En otro punto, una pieza de Sirio de 1931 retrata, en formas geométricas el pelo liso y azabache y el mentón bulboso de «el hombre del día: Pablo Picasso». También hay una pieza aquí de una de las más grandes artistas españolas, Maruja Mallo, cuyas maravillosas pinturas de los años treinta, coloristas, complejas y con toques de mitología popular, tienen tanto en común con Diego Rivera.
La edad dorada no podía durar. Y lo que ocurrió entonces con la colección, en 1936, seguramente, podría considerarse una singular, única, crónica de la historia. Cuando estalló la guerra civil, ABC se encontró partido en dos: un ABC en la Sevilla franquista y un ABC en el Madrid republicano. De aquella época, sólo han sobrevivido las portadas del diario de Madrid.
Las jóvenes y los arlequines desaparecieron y fueron reemplazados por gigantes figuras de fornidos trabajadores, que cada semana aplastarían con su puño a otra sanguijuela fascista.
Buena parte de esta versión del realismo socialista nos recuerda la cartelería bélica de la guerra civil pero, para los jóvenes españoles que sólo conocen ABC en su actual encarnación como uno de los grandes diarios conservadores, puede suponer un shock. La victoria de Franco en 1939 trajo una nueva transformación en la producción gráfica de ABC. Después de algunos breves homenajes clásico-fascistas al caudillo, la ilustración del diario parece haber tratado de hacerse (con algunas excepciones, por supuesto) tan inofensiva como fuera posible. Al contemplar estos estudios sentimentales de recintos feriales y parques llenos de niños jugando pintados en los cincuenta y los sesenta (un tiempo en el que el garrote vil aún daba «matarile» en las cárceles españolas) me encontré a mí mismo rememorando una pieza de los años treinta, un gouache de Francisco Sancha titulado «La hora del cine» que de otro modo hubiera podido pasar inadvertido. Describiendo a los madrileños en polainas y gorras que salen de los tugurios en obras de 1935, puedes sentir su inmediatez: el olor afilado de los cigarrillos en el aire frío, el azul eléctrico en el anochecer invernal. Mientras la prensa sometida a censura vuelve a la seguridad de una polvorienta caja de bombones, la función, el poder de los periódicos en una sociedad libre es poder ilustrar el momento que les toca vivir.
Por supuesto, el declive de la ilustración en periódicos y revistas no ocurrió durante las dictaduras. La fotografía ya reina sobradamente y aquellos días de ilustración, en los periódicos al menos, resisten casi exclusivamente en la caricatura y el chiste. Cuán diferente nos parece 1930 comparado con el presente, no sólo formalmente sino en generosidad y amplitud de miras. Los retratos (no caricaturas solamente), paisajes campestres y urbanos engalanaron sus páginas, y todo ello en un despliegue de técnicas y estilos cuya libertad fue marca de la casa.
Si hay algo que esta exposición nos deja claro es qué radical y atrevido nos parece hoy todo aquello.

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