Siendo un poco exagerados se podría decir que la propia medicina ha ayudado a crear una superbacteria. Parece que al atacar a la bacteria se refuerza su capacidad para hacer frente a las defensas naturales del hombre. «Hasta donde sabemos, es la primera vez que un organismo con estas capacidades aparece en la naturaleza», dice Manu Vanaerschot, autor del trabajo.
El equipo de Vanaerschot se ha centrado en el parásito Leishmania, un organismo unicelular que ya ha sorprendido a los científicos antes, ya que es un experto en la adaptación a diferentes ambientes. Este parásito causa la leishmaniasis, una de las enfermedades parasitarias más importantes después de la malaria, que afecta a unos dos millones de personas en 88 países - incluidos los europeos - y cada año mata a cincuenta mil de ellos. El parásito se transmite por la picadura de una mosca.
En la India, donde se producen la mayoría de los casos, la enfermedad ha sido tratada durante décadas con compuestos de antimonio. Como era de esperar, el parásito se ha adaptado a la presión constante de los medicamentos. En 2006, el tratamiento se cambió, ya que dos de cada tres pacientes no respondían. Los fármacos de antimonio actúan íntimamente con el sistema inmune humano, lo que probablemente ha facilitado que Leishmania donovani genera un mecanismo de defensa contra ambos. No sólo se ha hecho resistente contra los fármacos, sino también más resistente a la respuesta inmune del huésped.
Aunque no se puede demostrar totalmente -entre otras cosas, porque, obviamente, no se puede experimentar con seres humanos-, todo apunta a que las cepas de Leishmania resistentes no sólo sobreviven mejor en los seres humanos -tienen un mayor fitness- sino que también poseen una mayor capacidad para promover la enfermedad -una mayor virulencia- que las cepas no resistentes.
¿SUPERBACTERIA? Es la primera vez que los científicos encuentran un organismo que se beneficia de su capacidad de resistencia. Normalmente la resistencia sólo es útil cuando un agente patógeno es atacado por los medicamentos, mientras que el resto del tiempo es perjudicial para el organismo.
Los microorganismos resistentes son un verdadero problema para la salud pública. Cada vez hay más agentes patógenos que se vuelven resistentes a medicamentos y antibióticos. El arsenal terapéutico, para algunos patógenos, ha disminuido tanto que hoy día podemos morirnos de una neumonía.
Por suerte, la resistencia ayuda a los patógenos sólo en un ambiente lleno de fármacos, por lo que su capacidad de diseminación es muy limitada. Pero esta regla, también la quebranta esta cepa de Leishmania: incluso en ausencia de medicamentos, el parásito resistente sobrevive mejor, en vez de empeorar, y es más virulento que el parásito no resistente.
La cuestión es si nuestros medicamentos han creado una superbacteria. Una pregunta legítima, pero este único caso no implica que tengamos que dejar de desarrollar nuevos medicamentos. Al contrario, dicen los autores del trabajo, debemos crear fármacos más nuevos para dar nuevas respuestas a las estrategias de adaptación de los agentes patógenos y, además, debemos proteger a los fármacos, por ejemplo, al usarlos en terapias de combinación. Debemos utilizar con sabiduría nuestros fármacos para reducir al mínimo las posibilidades de los agentes patógenos de que generen la resistencia.
Autor: R. I.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario