EL ESTAFILOCOCO Y ALGO MÁS
Una noticia que ha ocupado los encabezados de esta semana se refiere a la intoxicación masiva sufrida por poco más de setecientos “acarreados” a un mitin político en el estado de Guerrero; las investigaciones indican que el causante de la misma fue un estafilococo. Quienes hemos padecido alguna vez de una intoxicación alimentaria sabemos lo terrible de los síntomas que finalmente desaparecen cuando el alimento contaminado ha sido eliminado por completo del aparato digestivo. Aún cuando este problema de salud llega a presentarse de manera fortuita, suele existir una relación entre alimentos, fundamentalmente lácteos, que han estado refrigerados por largo tiempo, y la aparición del cuadro clínico.
La revista Proceso en su número de enero 17 dio cuenta de otra situación igual de inquietante, o más: En plena crisis alimentaria por causa de la prolongada sequía, algunos grupos de indios tarahumaras en el estado de Chihuahua fueron acarreados el sábado 7 de enero a un mitin de Peña Nieto como precandidato, con la promesa de una despensa. Habitantes de Carichí, junto con otros grupos de personas marginadas acudieron mansamente al evento, ocupando un total de ciento treinta autobuses, confiados de que recibirían una despensa a cambio, pero como una burla terrible fueron regresados a sus comunidades muchas horas después sin ningún tipo de beneficio económico.
Ahora que comienzan las campañas políticas es momento de recordar que nosotros como ciudadanos tenemos en nuestras manos la opción de ejercer algún cambio significativo. Que no nos debemos dejar envolver por las promesas que más delante no se cumplen, y que nos corresponde evaluar a los partidos y a los candidatos con base en su desempeño histórico.
Es prudente recordar que ni los setenta años del tricolor ni los once del blanquiazul han empatado nuestras aspiraciones de vivir en un país en donde haya seguridad, justicia social y empleo. Que prevalecen grandes incongruencias entre los discursos y los hechos, y que necesitamos mantener nuestra vista puesta en lo real, lo que viven nuestros hijos en las calles; lo que sufren las familias con los incrementos que experimentó la canasta básica en el 2011, antes de emitir nuestro voto…
Que no es posible tener una oligarquía de primerísimo mundo con ingresos exorbitantes, mientras el salario mínimo prácticamente no se incrementa este año frente a incrementos de todo orden. Que nunca va a lograr disminuirse la delincuencia en tanto las familias más necesitadas no cuenten con una fuente de ingresos que satisfaga sus requerimientos primarios.
En el renglón educación acaba de firmarse un documento para hacer obligatorio el bachillerato. Habrá qué demandar entonces que para su cumplimiento se apoye a esos jóvenes que abandonan los estudios por necesidad, forzados a integrarse a las filas del sector productivo y así aportar un ingreso extra al salario familiar.
Estos meses de campaña son el tiempo justo para analizar concienzudamente las promesas de los distintos candidatos; es momento de exigir propuestas apegadas al sentido común, que puedan realizarse en tiempo y forma, y no que vayan a quedar como tantas otras, a manera de cínicas burlas para nuestro amado país, lo que ya ha sucedido en sexenios anteriores.
Es el momento de diseñar mecanismos ciudadanos que nos permitan demandar un desempeño eficaz, oportuno, claro y resolutivo a nuestros legisladores, para poner en la mesa de negociaciones aquellos asuntos de interés colectivo. Necesitamos emprender comités ciudadanos para medir el desempeño de nuestras autoridades, con suficiente capacidad para retirarlos de su función pública si no cumplen. Nada nuevo, sólo en apego a lo que nuestra Carta Magna señala.
Ya estamos cansados de tener funcionarios con salarios y dietas de lujo que se pasan grandes períodos de tiempo –digamos estos meses de enero a julio—con mínima actividad, cuando hay tantos asuntos pendientes. Reprobamos esa falta de continuidad en programas oficiales que contribuye a esos tiempos muertos tan caros.
Sea éste el punto de partida para medir nuestra propia capacidad ciudadana, para dejar de lamentarnos y comenzar a integrar un frente común que nos lleve a exigir a nuestros representantes populares que cumplan a cabalidad con su trabajo.
Que nuestro voto se ejerza, que se ejerza de manera meditada. Que sepan los candidatos que estaremos vigilando su desempeño, y que no toleraremos que se emprenda la política como negocio particular.
Por Internet circulan materiales de muy diverso orden, algunos promoviendo y otros tachando el desempeño de los virtuales tres candidatos a la Presidencia. Que no se quede nuestra labor ciudadana en su simple lectura y reenvío, sino que integremos un frente común para demandar cumplimiento. Independientemente de a quién favorezca nuestro voto, que esta vez actuemos solidarios y apegados a derecho, es ahora o nunca cuando nos corresponde integrarnos como nación. Luego puede ser demasiado tarde.