Murió asesinada por el jefe de unos cazadores furtivos, quizás alentados por uno de sus doctorandos, que entendieron que con sus campañas su negocio se iba a pique.
Un cuarto de siglo después, los gorilas siguen en peligro en el centro de África. La deforestación, la caza furtiva, los cultivos de palma de aceite, la militarización de la selva, la corrupción, el ébola.... Infinidad de factores juegan en su contra y el Año del Gorila, celebrado en 2009, no ha logrado ponerles freno.
La única buena noticia es que el censo de este año refleja un aumento de la población de gorilas de montaña en los últimos siete años: han pasado de 380 a 480 (un 26% más). Sumando los de Uganda, hay 786 ejemplares de 'Gorilla beringei beringei' (de montaña) en todo el planeta. Demasiado pocos para toda una especie de primate.
Pedro Pozas, del Proyecto Gran Simio en España se felicita de que haya mejorado la situación, pero asegura que es la zona de Ruanda, justamente donde trabajó Dian Fossey, y que no ocurre igual en la parte congoleña (República Democrática del Congo, RDC), donde la militarización de la selva y las minas de coltán están dañando los frondosos bosques que habitan.
Además, la situación de los gorilas de llanura ('Gorilla gorilla' y 'Gorilla beringei graueri') también está empeorando. Pese a que su población es mucho mayor (entre 100.000 y 150.000 en los primeros y unos 7.000 en los segundos), el ritmo al que desaparecen no se ha frenado.
Fossey -cuya historia fue llevada al cine en la película 'Gorilas en la Niebla', protagonizada por Sigourney Weaver-, fue la responsable de que los gorilas dejaran de considerarse animales agresivos y violentos. Sus imágenes, tomadas por 'National Geographic', compartiendo con ellos su espacio, ayudaron a conocer, y por tanto apreciar, el valor de la especie.
UNA 'HEROÍNA' AMBIENTAL
Titulada en terapia ocupacinal, tenía ya 31 años cuando, en 1963, viajó a África central, alentada por un libro sobre los gorilas. Allí conoció al británico Louis Leakey, famoso paleoantropólogo que la animó a estudiar la evolución humana a través de los primates. Mientras Jane Goodall vigilaba a los chimpancés de Gombe (Tanzania), Fossey se instalaba primero en RDC y luego en Ruanda, donde montó el centro de investigación de Karisoke, que aún continúa activo.
Para Pozas fue "una heroína" que comprendió que tan importante, o más, como estudiar el comportamiento de los gorilas era proteger su entorno. "Con ello, sabía que cavaba su tumba, pero ello no impidió que gastara su dinero en pagar patrullas contra los furtivos", denuncia Pozas.
Hoy la solución, según los conservacionistas, pasa por buscar el equilibrio entre la sensibilización de las sociedades locales y los recursos de los que disponen para vivir, pero también por acabar con la corrupción política y obligar a las multinacionales a seguir la misma normativa ambiental en África que en sus países.
La primatóloga Laia Dotros, del Instituto Jane Goodall, asegura que, tras año y medio de trabajo con primates en RDC en el Centro de Rehabilitación LWIRO de Kivu sur, nunca ha visto que se pague una indemnización a un campesino por lo daños causados por un simio, aunque lo turistas (a los que se opuso Fossey) dejan mucho dinero en entradas que cuestan hasta 400 dólares y que no llegan a la población local.
Lo que si ha podido comprobar es el daño que hacen las minas de coltán, ese mineral preciado para los teléfonos móviles que destroza la selva congoleña. "Estas fiestas, si se regalan móviles debemos pensar en ello y en que se pueden reciclar para ayudar a los gorilas contactado con el Instituto Jane Goodall, dentro de la campaña Movilízate", afirma la investigadora.
Autor: Rosa M. Tristán |
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario