El estudio, presentado mediante un artículo en la revista Science, recibió fondos del proyecto AVRBLB2-CPT («Manipulación del huésped objetivo por el efector AvrBlb2 del patógeno del tizón tardíoPhytophthora infestans») que recibió una beca intraeuropea Marie Curie por valor de 171.740 euros a través del Séptimo Programa Marco (7PM) comunitario.
El equipo se centró en los mohos y hongos acuáticos parasíticos que provocan enfermedades en plantas y cultivos. «Hemos estudiado el patógeno del tizón tardío durante bastante tiempo», explica el profesor Sophien Kamoun, director del Laboratorio Sainsbury del Parque Científico de Norwich. «En otra investigación estamos comprobando de nuevo genes vegetales que median la respuesta al mildiú, mientras que en esta hemos conocido mejor la evolución del propio patógeno y en qué genes debemos centrarnos para combatirlo.»
En su investigación, los científicos compararon el genoma del patógeno del mildiú de la patata con los genomas de cuatro especies emparentadas que infectan distintas plantas como la Dondiego de noche (Mirabilis jalapa) y el Bejuco terciopelo (perteneciente a las convulaceas). Estos indican que estos patógenos relacionados entre sí proceden de México, punto de origen del patógeno del tizón tardío.
Los expertos descubrieron que una serie de secciones del genoma evolucionan con lentitud y son muy similares entre especies emparentadas. Otras secciones permiten al patógeno cambiar de huésped y adaptarse para infectar nuevas especies de plantas, según indica. «Nuestro objetivo es desarrollar genes de resistencia a partir de la región estable y de evolución lenta del genoma del patógeno», indica el profesor Kamoun. «Esto debería impedir en mayor medida la capacidad del patógeno para evolucionar hacia nuevas razas.»
El equipo indica que el patógeno del mildiú y el parásito responsable del mildiú lanoso es un tipo de moho acuático u Oomycetes, organismos parecidos a hongos que evolucionaron de las algas marinas. El mildiú lanoso provoca un moho blanco esponjoso y manchas amarillas en las hojas de varios cultivos como el maíz, la lechuga y la uva. El oídio de la cebada es una enfermedad fúngica que provoca las mayores pérdidas en climas frescos y húmedos.
«Un punto central de nuestra investigación es la agricultura sostenible», explica el profesor Dale Sanders, director del centro Innes Centre (Reino Unido). «Es necesario que ayudamos a fitogenetistas y agricultores a generar alimentos de calidad y otros productos agrícolas de forma sostenible desde el punto de vista medioambiental. Una forma de hacerlo será mediante el desarrollo de cultivos resistentes a patógenos y plagas. Este tipo de cultivos reducirán la necesidad de fumigar con plaguicidas y fungicidas y proporcionarán rendimientos mayores pues se perderá menos producto por causa de las enfermedades.»
Los genomas de los parásitos se secuenciaron en dos estudios genéticos que revelaron que los parásitos habían destacado varios genes. Según los científicos, las secuencias del genoma muestran una gran cantidad de proteínas efectoras, las moléculas que invaden las células vegetales para reprimir el mecanismo de defensa de la planta invadida.
Al estudio también contribuyeron científicos de Alemania y Estados Unidos. |
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