lunes, 19 de septiembre de 2011

El cazo de Lorenzo


Autor e ilustrador: Isabelle Carrier

Editorial: Juventud

Recomendado para: Lectores en marcha

 
En Colombia se ha puesto sobre el tapete hace algunos años el tema de la inclusión en la escuela. Incluso hay una Ley que habla sobre inclusión y como niños con deficiencias cognitivas psicológicas o físicas han de ser tenidos en cuenta, con programas diferenciados, dentro del aula. Sin embargo, la preparación que se les da a los maestros, las escuelas y los colegios es más bien poca. Por no decir nula. Dentro de las prácticas pedagógicas universitarias se puede encontrar alguna información psicológica básica, pero ninguna que hable a ciencia cierta cuál es el rol que debe ocupar el docente que tiene a su cargo a un niño con programa diferenciado. Alguna vez fui testigo del funcionamiento de un curso de Escuela Nueva en donde dos niños con Síndrome de Down recibían clase junto con compañeros de su misma edad que no padecían ninguna deficiencia cognitiva. El resultado fue mágico. Los niños poseían un nivel de desarrollo cognitivo superior a niños con las mismas características pero educados en un ambiente indiferenciado. En contraste los demás niños tenían un desarrollo emocional superior, aprendiendo a tratar con respeto y cariño a aquellos que eran diferentes.

No es lo que comúnmente sucede, por supuesto. En los últimos años los niños con algún tipo de deficiencia suelen ser vistos como un problema dentro de las aulas de clase. No sólo por los docentes, quienes deben invertir un mayor tiempo en la preparación de clases, contenidos y evaluaciones diferenciadas, sino por las mismas instituciones educativas, quienes en muchos casos suelen depositar el peso de este esfuerzo extra sobre la psicóloga de planta (no suelen haber muchos psicólogos en los colegios). A menudo los padres incluso deben asumir un esfuerzo extra contratando un profesional de la salud física o mental para que acompañen a estos niños.

La literatura no escapa a esta cuestión. Más allá de los libros que hablan del bellos País de Mermelada, en donde los padres suponen que viven sus hijos, existen aquellos libros que les hablan de las situaciones o emociones problematizadoras que han de enfrentar durante su vida, después, mucho después vienen los libros que muestran que no todos somos iguales. A esta última categoría pertenece El cazo de Lorenzo.

Desde una perspectiva amable pero sin concesiones Isabelle Carrier nos habla de Lorenzo, uno de esos niños especiales. Su dificultad se halla metaforizada por un cazo –una olla, una cazuela – que arrastra a todas partes y que le impide avanzar a la misma velocidad que los demás, que se le traba en cualquier parte y en la que a veces es más cómodo refugiarse. Al mismo tiempo nos presenta la función mediadora que en muchos casos los profesionales dedicados al mundo de la enseñanza y el aprendizaje, deben asumir, con cariño pero también con desapego. Así, a caballo entre el libro narrativo y el informativo, El cazo de Lorenzo, nos lleva al mundo que tienen que vivir los niños, y las personas en general, que padecen, tienen, afrontan, una discapacidad cognitiva.

Las hermosas y sencillas ilustraciones de la autora, también ponen de relieve que los niños, y las personas todas, tienen diversas formas de ver el mundo, y que no siempre lo más elaborado es lo más apropiado en el mundo de la ilustración infantil. 

Un libro que no sólo todo niño debería tener a su disposición, sino toda biblioteca escolar, todo docente y todo profesional de la salud, tanto física como psicológica.


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Publicado por Diego Fernando Marín para Lecturas para todos el 9/18/2011 04:20:00 PM

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