De ahí que la Comisión Europea haya aprobado un proyecto financiado en parte por el Fondo Europeo de la Pesca para limpiar esta «sopa de plásticos» en el Mediterráneo. Una iniciativa propuesta por la comisaria europea, María Damanaki, que acaba de arrancar y de la que ha tomado el primer testigo nuestro país vecino, Francia. Estas labores de limpieza no las hace ninguna empresa dedicada a estas faenas, sino que las llevan a cabo los pescadores entre veda y veda. De modo que no sólo se limpiará de polímeros el Mediterráneo, sino que de paso permitirá impulsar la maltrecha economía de muchos pescadores con las últimas subidas de combustible (en España, por cierto, el sector ya recibe ayudas al respecto) y también contribuir a la preservación del medio marino.
En Francia se ha dividido el proyecto de en cuatro regiones costeras del país. De modo que los pescadores han comenzado a recoger el plástico en las proximidades del río Sena, el Ródano, Bretaña y Biarritz. Las toneladas de polímeros que recojan se enviarán bien a una planta para su reciclaje o bien para su valorización energética.
POSIBLE PROYECTO EN ESPAÑA
Los costes se repartirán entre el Gobierno francés, el Fondo Europeo de Pesca, la industria del plástico y las organizaciones de recuperación. Los dos primeros pagarán las jornadas de los pescadores, mientras que los dos últimos se encargarán de financiar la red de arrastre especial (que financiarán 16.000 cada uno por una red pequeña y 40.000 para una grande), el reciclaje y los gastos de la valorización.
La industria del plástico en Francia, España, Grecia, Austria, Alemania y Dinamarca ya ha acordado apoyar el programa. De hecho, según la información facilitada por la Comisión Europea, España, que no lo ha confirmado oficialmente, podría arrancar un proyecto similar al francés a finales de otoño. Desde el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino aseguran, en cambio, que únicamente «se analizará en el marco de las reuniones que la Secretaría General del Mar mantiene habitualmente con el sector pesquero, dado que al tratarse de una actividad voluntaria debe articularse adecuadamente a partir del diálogo y el consenso con el sector pesquero». En definitiva, que la idea les parece buena, pero que primero habría que valorar determinados parámetros.
En cualquier caso, Francia repite con este proyecto la experiencia piloto vivida en el año 2010, cuando recogieron unas 1.000 toneladas de basura. Entonces, los pescadores recibieron 375 euros por cada tonelada de desechos que entregaron.
Este tipo de iniciativas permitirá disminuir el grado de contaminación presente en el Mediterráneo y dará un impulso para la economía al valorizar y reciclar los residuos. Y los pescadores obtendrán ingresos adicionales a su principal actividad, la pesca, durante los períodos de tiempo en que dejan de faenar. Algo que para no todos los entes es precisamente necesario. «La iniciativa es positiva siempre que sea reglada y controlada adecuadamente para evitar que se convierta en una nueva vía de subvención que cree dependencia al sector pesquero o incluso una nueva vía de fraude», explica Enrique Pardo, científico marino de Oceana.
Ahora bien, esta iniciativa no sirve de nada si no se frena la contaminación en su origen. Y cada ciudadano europeo consume cada año unas 500 bolsas de plástico, según la Comisión Europea. Y eso que cada vez se regalan menos. El problema es que en este tipo de bolsas no biodegradables, que tardan un segundo en fabricarse, se utilizan únicamente 20 minutos de media. Para que ésta se degrade, tendrán que pasar entre 100 y 400 años, según Nacionales Unidas. Los bioplásticos, en cambio, lo hacen en sólo 90 días en condiciones óptimas.
ALTERACIONES HORMONALES
«La opción más eficaz para reducir basuras tipo plástico en el Mediterráneo es reducir su uso. Sobre todo cuando actualmente sólo se recicla el 53 por ciento de los plásticos en Europa, pesa a las campañas que llevan años desarrollándose. Los plásticos son materiales contaminantes, y es necesario eliminar su uso sustituyéndolo por otros biodegradables que ya existen», afirma el científico marino.
Algo que permitiría reducir la muerte de especies marinas y las alteraciones hormonales que derivan de su degradación, ya que cuando el plástico se descompone libera al mar «bisfenol y oligómeros con capacidad bioacumulativa, que pasan de un animal a otro en la cadena trófica», añade. Un mal que en mares semicerrados, resulta si cabe peor. Y el problema es que los plásticos son sólo uno de los problemas de este mar que recibe todo tipo de residuos. Cada año, se depositan en él unas 650.000 toneladas de hidrocarburos y sustancias oleosas, en su mayoría por vertidos ilegales.
Autor: Belén Tobalina |
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