En un grupo de ratones de laboratorio, el equipo dirigido por Oliver Rando comprobó que los roedores cuyos progenitores habían tenido una dieta baja en proteínas mostraban ciertos cambios en el metabolismo del colesterol y las grasas frente a los animales cuyos padres habían tenido una dieta rica en proteínas.
Estos cambios se mantuvieron constantes incluso cuando los roedores machos no tuvieron ningún contacto con su prole, lo que descarta que detrás de este fenómeno pueda haber algún tipo de influencia social.
Los autores explican en las páginas de la revista 'Cell', donde han publicado su hallazgo, que sus conclusiones añaden nuevos datos sobre la importancia del paso de información (tanto genética como ambiental) de generación en generación.
Un análisis detallado de los genes de las crías demostró que existen cambios epigenéticos en cientos de genes en función de la dieta paterna, incluyendo alteraciones en alguna secuencia del ADN implicada en el metabolismo de los lípidos. "Parece que cuando los padres pasan hambre, sus descendientes tienen que acumular calorías de alguna manera", señala el investigador estadounidense.
A juicio de Rando, en el futuro habrá que escarbar en los antecedentes familiares de los pacientes para conocer la exposición paterna a ciertos factores a la hora de abordar enfermedades como la diabetes, las patologías cardiacas o el alcoholismo. |
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