De este modo, esta entidad que agrupa a profesionales sanitarios y sociedades científicas denuncia que "la nicotina pura es bastante menos adictiva que el tabaco vegetal", por lo que si los cigarrillos no tuvieran elementos suplementarios, resultaría menos complicado dejar de fumar.
Además, critican que ni en España ni en la Unión Europea está regulado el empleo de aditivos en el tabaco, ya que sólo hay una normativa en relación con los niveles admitidos de alquitrán, nicotina y monóxido de carbono. Esto favorece que "la imaginación de los fabricantes al respecto llegue tan lejos como marquen sus ambiciones comerciales".
La denuncia del CNPT tiene entre otros apoyos un reciente estudio del Comité Científico para la Identificación de los Nuevos Riesgos Emergentes (SCENIHR) de la Comisión Europea de Salud Pública, donde se alerta de tales prácticas y se explica por qué la industria sigue contando con tan amplia libertad de acción.
Según han comprobado, muchos de los productos agregados no son nocivos contemplados aisladamente, aunque sí a resultas del proceso de combustión que tiene lugar mientras se quema el cigarrillo. Por ejemplo, y según explica el CNPT, los azúcares añadidos se convierten en acetaldehído, una sustancia química que aumenta el poder adictivo de la nicotina.
Otro elemento aparentemente inocuo, pero con similares consecuencias, es el mentol, muy empleado de un tiempo a esta parte en vista de que su sabor parece agradar a menores y mujeres.
Asimismo, los derivados del amoníaco líquido (producto base de los limpia cristales) se usan profusamente desde los años sesenta para potenciar la adicción del tabaco. El amoníaco aumenta el PH (alcalinidad) de la nicotina, y eso se traduce en un mayor impacto a nivel cerebral. |
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